¡Hoy estoy más despierta que nunca! Y mi estómago está rugiendo como un león. La noche anterior Rebeca me dio unos calmantes y antibióticos para las heridas. Esa mujer es un amor, se ha ganado mi cariño en un día. Una de las chicas que estaba conmigo decía que el cariño y la paciencia que nos brinda una persona en un momento de enfermedad es la mejor cura... tal vez tenía razón, porque el corte del brazo ya casi ni lo sentía, el del estómago sí, pero no dolía tanto.
Con mucho cuidado me levanto de la cama, me pongo las zapatillas, me lavo los dientes y la cara para salir un poco decente. Al salir me encuentro con un pasillo que solo va hacia una dirección. Camino con tranquilidad, observando los detalles de la pared beige, hasta llegar a la escalera. Ahora sí, a enfrentarse a cualquier cosa.
Una mujer está limpiando los muebles, cuando me ve sonríe, aunque parece sorprendida.
-Buen día, señorita - Oigo una voz masculina detrás de mí.
-Buenos días, Francis- Le sonrío ampliamente, es un buen hombre, se le nota a leguas. Muy al contrario de lo que es su jefe.
-La forma correcta es solo "Buen día". Sígame, por favor.
Pasa a mi lado y yo, que no tengo otra opción, lo sigo.
¡Madre mía! La casa es un lujo, que digo lujo ¡Lujazo! ¡Tremenda mansión la que tiene el desgraciado! Me siento como el único objeto sin valor, no gana absolutamente nada teniéndome allí.
Caminamos hasta la cocina, Rebeca está allí.
-Buen día, Lia ¿Cómo estás?
-Con mucha hambre. Pero mejor, gracias.
-Más conversadora y amable también según puedo observar- Agrega Francis.
-Bueno, no puedo mantenerme callada por mucho tiempo...- Admito-¿Y el idiota de su jefe?
Rebeca me riñe con la mirada.
-Te aconsejo que cambies tu modo de ser con él, de lo contrario nunca se llevarán bien.
Pone delante de mí una bandeja con galletitas recién horneadas. Sin esperar nada me llevo una a la boca, están deliciosas.
-No quiero llevarme bien con él- Respondo con la boca llena. -Es más- trago- creo que su intención tampoco es llevarse bien conmigo.
Rebeca suelta una risa, la cual no sé cómo interpretala.
En lugar de hablar del gran señor Reedus, no pierdo el tiempo para decirle que sus galletitas son una delicia y que estoy segura que cualquier comida que haga será riquísima. Francis me anuncia, además, que la habitación nueva ya está preparada, pero prefiere que llegue "el señor" para mostrármela.
Apenas pasó un día y puedo decir que la casa es totalmente confortable sin la presencia de ese hombre. Podría acostumbrarme a ello, aunque no debo. Mi prioridad debe ser salir de allí en lugar de adaptarme. Aunque detenerme a observarla no hace ningún daño y disfrutarla por un día, mucho menos.
¡Sí, soy la persona más contradictoria del mundo! Pero no es fácil haber estado encerrada en una casa por años esperando que un hombre adinerado nos saque de allí y que cuando al fin llega la oportunidad de salir te meten en otra casa que, sin embargo, tiene comodidad y si el dueño no se encuentra, es el lugar más tranquilo del mundo, de ese mundo en el que he estado encerrada. ¿Cómo no iba a querer disfrutar? Incluso tengo ganas de hablar, porque he pasado mucho tiempo hablando con las chicas que estaban conmigo para que la situación y la angustia no nos consuma.
Tal vez quiero quedarme...
Son las diferencias las que me atormentan. Diferencia entre los hombres que van en busca de una chica y él. Norman no quería una y me obtuvo a mí como un estorbo y Sheila, la mujer que nos enseñaba algunas cosas siempre nos decía que nosotras no teníamos que ser un estorbo, sino una compañía de gusto y placer, una alegría, un momento de distracción, un escape a otra realidad. Jamás un estorbo, que eso debíamos dejarlos a los muebles viejos. Y yo no soy un mueble viejo, soy una chica que quiere vivir.
En ese momento, ingresa por la gran puerta blanca el motivo de mi desaliento.
-¡Odio olvidar las cosas!- Norman sube por las escaleras a toda prisa.
Solo hasta entonces salgo de la cocina, Francis camina con parsimonia hacia él, creo que ya conoce todos sus movimientos porque se queda a mitad de las escaleras y espera un minuto antes que su jefe baje.
-¿Lo ayudo en algo, señor? - Le pregunta.
-No, no. Olvidé unas carpetas, pero ya la tengo- Se las enseña.
No puedo evitar mirarlo. Lleva una camisa negra remangada y jean gris oscuro, al mantener la carpeta hacia arriba sus brazos se marcan sobre la tela, no es un simple hombre de oficina, eso está claro, allí hay indicios de gimnasio. Baja su vista y ne observa inexpresivo antes de arquear la ceja y sonreír, una sonrisa lobuna, él es lobo y yo soy Caperucita. Mi mayor temor es que intente comerme. Comienza a bajar las escaleras, su azul mirada petrifica incluso en la distancia, nuevamente quiero salir a correr.
-Miren nada más quién se levantó... buen día.- No veo buenas intenciones en esa sonrisa, sino problemas, muchos problemas. Y debo afrontarlos así que me mantengo firme y con seriedad lo observo.
-Buen día- Respondo.
-Ahora estoy un poco apurado, pero quiero que almorcemos juntos para reafirmar.algunas cosas. ¿Entiendes, muñequita? Nos vemos luego.
-Yo no soy tu muñequita- Alcanzo a decir.
-Ya hablaremos de eso.- responde guiñando un ojo y sale.
"Imbécil"
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Completamente Tuya *(Norman Reedus)* #PTWDNR2016
FanfictionTras varios años de encierro, esperando a su comprador, Lia ve la oportunidad de su vida cuando el Maestro le consigue un dueño... Elegante... Intimidante... Y muy sexy... Confundida, ella no sabrá escapar de su mirada y él intentará buscar un lazo...