Capítulo XX

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El otoño llegó, pero el verano, a fin de dejarnos sus últimos berrinches trae nubarrones cargados de agua que se desploman sobre la ciudad, con furia como grandes baldazos de agua.

-Creo que esta noche se desatará una tormenta- Dice Rebeca acomodando las últimas cosas.

Es viernes por la tarde y todos ellos tienen el fin de semana libre. No quiero que se vaya, porque Norman aún no llega del trabajo y no quiero quedarme sola, pero tampoco puedo retenerla en la casa toda la vida.

-¿Hasta el lunes entonces?- Le pregunto.

-Sí, mi niña, los días pasan volando.- Antes que se retire la abrazo. Es muy buena y amable, me encanta pasar tiempo con ella. También quisiera abrazar a Francis, pero a él no le gusta mucho ese tipo de afecto.

Cuando todos se van y me quedo completamente sola en la casa, se oyen los truenos y se ven las primeras centellas en el cielo. Acto continuo, comienza a llover.

Ni siquiera me pierdo la oportunidad de salir y disfrutar de la lluvia, que importa si me cae un rayo, seré feliz. Últimamente estoy disfrutando de felicidades, o solo aprendí a ver los pequeños placeres de la vida.

Salgo al patio trasero, no hay viento, llueve fuerte. Se siente bien. Me quedo parada cerca de la piscina, con los brazos extendidos, como una loca.

-¡¿Qué estás haciendo?!

-¡AYYY! ¡¿Qué te dije de aparecer de la nada?!- Exclamo.

-Metete, ¡te vas a enfermar!

Norman no se aparta del techo, al parecer no quiere mojarse. Sería una pena que yo no le hiciera caso.

-Nooo- Digo como niña pequeña.

-No te hagas la tonta, ¡Entra! ¡Te caerá un rayo!

Río como loca y camino cerca de él, pero no entro, me quedo bajo la lluvia.

-No- Digo cortante.

-Si no vienes iré a buscarte.- Suelto otra risa y me alejo – Creo que la lluvia te enloquece. Estoy preocupado.

-A que no me alcanzas- Le reto. Arquea las cejas.

Se quita los zapatos y el reloj.

-¡¿Qué haces?!- Exclamo.

-Iré a buscarte.

-No es necesario que te desnudes- río.

-Exagerada... Ahora sí, Muñequita. Prepárate.

Salgo a correr cuando él se me acerca, no dejo que me atrape. Caigo unas cuatro veces y él no puede seguirme por reír. O él no me quiere atrapar o yo soy bastante ligera, porque consigo escapar una y otra vez, voy hasta la zona frontal de la casa e intento ir a esconderme detrás del pino que se alza sobre mi ventana.

-Ya, ríndete- Dice.

-¿Está cansado el viejito?- Salgo de mi escondite y él arquea las cejas. Se prerara para correr hacia mí, pero un trueno nos detiene, nos congela en nuestros lugares.

¡Ya me veía rostizada!

Por pensar en el trueno, no me percaté de su cercanía hasta que me tenía en el suelo.

-¡No! Eso es trampa- Él ríe mientras me quejo.

-Gané ahora vamos a la casa.

-Igual yo conseguí que te mojaras.

-¿Quieres decir que soy un perdedor?

Así, encima de mí, comienza a hacerme cosquillas, no paro de reír, ni siquiera tengo fuerzas para empujarlo.

-¡Basta! Por favor ¡Basta!- Grito y pellizco su brazo.

-Auch- Se queja.

-Te lo merecías- Intento levantarme, pero él no me deja- Me mira fijamente. El silencio nos inunda.

Ay no... qué me está pasando.

-Déjame ir- Lo digo

-¿De dónde?

Me pierdo en su mirada, como no imaginé hacerlo jamás. Y miro sus labios, su expresión, su cabello, su lunar... Quiero escapar de él porque esto que comienzo a sentir, no es bueno. No debería ser así. Yo soy su objeto, su juguete, no alguien con quien haya decidido estar .

¡Lía! ¡Basta!

-De tu casa- Me arriesgo a decir.

-Eso nunca, Muñequita- Aprovecho para darle un golpe en el estómago, se queja otra vez.

-Eso por las cosquillas- Me levanto riendo y corro hacia la casa.

Después de bañarnos, cada uno por su lado, preparamos todo para cenar. Él está hambriento porque no comió nada en todo el día. Me burlo de él y de su peso.

Cada vez que abrimos la boca para hablar, decimos cualquier tontería para hacernos enojar.

-¿Por qué andas de tan buen humor?- Pregunta.

-Yo soy una chica alegre, sólo que tú no lo notaste- Ríe con sarcasmo.

Entonces le digo todo lo que me pasa, que no puedo seguir haciendo berrinche por todo, prefiero adaptarme, lo cual no significa ser una sumisa, esto es lo que es y aunque quiera, no puedo cambiarlo. Es mejor aceptarlo. El me mira...

-Gracias por ser comprensible.

-No lo hago por ti, lo hago por mí- Asiente y ya no dice nada.

-¿Harías algo por mí algún día?- Me encojo de hombros- Está lloviendo mucho ¿No quieres dormir conmigo?

-¿Y eso qué tiene que ver con la lluvia?

-¿Dormirías conmigo aunque no lloviera?

-¿Quieres hacerme enojar?

-¿lo estoy consiguiendo?

-Si no quieres atrapar este tenedor con tu ojo, espero que te calles.

Aquí estamos, peleando otra vez. Lo que significa una sola cosa... la bestia, vuelve a ser la Bestia.



Completamente Tuya *(Norman Reedus)* #PTWDNR2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora