Vigésimo Segundo Capítulo

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Mi sentido del oído comenzó a agudizarse, sin embargo me negaba a abrir los ojos. No, no había pájaros cantando, ni mucho menos una ventana que permitiera pasar la luz del sol y bañara mi cara, en estas cuatro paredes no se podía más que imaginar a los primeros rayos matutinos colarse de entre los árboles hasta tocar la fachada de Hughroom.

Afortunadamente o desgraciadamente, desde que llegué aquí nada había sucedido como lo pensé, pero en ese momento, lo único que pude hacer fue agradecer. Un día más, despertar y sentir la mano de Sascha acariciando mi mejilla, sonreí sin pensarlo, de la nada se detuvo. Abrí los ojos para encontrarme con su hermoso rostro y su cabello totalmente alborotado sobre la frente, tenía los ojos cerrados y una ligera sonrisa en el rostro.

—¡No estás dormido!— exclamé dando un pequeño salto sobre la cama, él no abrió los ojos —Oh, por favor Sascha— dije incorporándome un poco para sentarme en la cama, haciendo que la playera holgada que usaba para tapar mi cuerpo dejara mi hombro al descubierto —¿En serio vas a ignorarme?— la sonrisa que tenía comenzó a figurarse más grande —¡Vamos!— insistí.

Sorpresivamente abrió los ojos y me sujetó de la cintura, haciéndome pasar una pierna a un lado suyo, sentándome sobre su abdomen.

—Buenos días— susurró con los ojos a medio abrir y una sonrisa tierna que mostraba sus blancos y parejos dientes.

—Ya ni siquiera sé si es día o de noche— sonreí, Sascha respondió de la misma manera, se talló los ojos, con sus dedos despejó el cabello de su frente y ya bien abiertos los ojos, algo en él cambió, como si uno de aquellos pensamientos fugaces a primera hora de la mañana llegara a su cabeza y le dejara pensando. Su sonrisa se desvaneció.

—¿Qué pasa?— pregunté y él se mordió el labio inferior —Sascha, ¿qué pasa?— volví a preguntar pasando detrás de mi oreja un mechón de mi despeinado y rubio cabello.

—Tenía miedo.

—Yo también tenía miedo Sas...— comencé a hablar pero interrumpió.

—No Alex, no me refiero a eso.

—¿A qué te refieres?

—Yo...yo pensé que despertarías y...

—¿Y?— pregunté y él me desvió la mirada —Sascha...

—Pensé que te arrepentirías de todo— soltó de golpe.

—¿Por qué pensaste eso?— pregunté tratando de encontrar sus ojos con los míos de nuevo, me evitaba.

—Ayer, estabas muy mal y...— volvió a quedarse callado.

—Sascha, háblame.

—Pensé que te arrepentirías de lo que pasó y...— confesó al final.

—¿Qué? ¿Por qué? No.

—Pensé que lo harías— suspiró — Pasaron muchas cosas Alex, vi a aquella chica de las escaleras, cómo te miraban todos, asumiendo que habías sido tú, fue mi culpa por lo que te dije... fue mi culpa que la directora te llevara y que hayas salido tú sola al bosque. No quiero lastimarte, no a tí Alex, tengo miedo de hacerlo, como lo hago con todas las personas, como la mayoría de las personas que han pasado por mi vida que al final se arrepienten de haberme conocido— por fin me miró a los ojos.

—¿Qué? No, definitivamente no estoy arrepentida, lo que pasó no fue tu culpa. Sólo un malentendido y... — dudé un poco— no entiendo cómo alguien podría arrepentirse de conocerte ¿Por qué dices eso?— bajó la mirada de nuevo.

Era la primera vez que Sascha Peterson hablaba sobre el miedo y el amor de una manera totalmente honesta, o por lo menos es lo que podía notar con sus gestos. Desde que entré a Hughroom no hacía más que mostrar frialdad y desapego por personas o cosas. Era verdad que me había enamorado de alguien con sólo conocer unas cuantas cosas acerca de él, pero ¿cómo no hacerlo? Sascha había alejado cualquier inseguridad que yo hubiera podido adquirir a lo largo de mi vida; mi cuerpo, mi cara, mi cabello desastroso. Nunca había sido la chica ideal para algún chico, ni para la sociedad. No era la chica buena onda que se arregla todos los días, tiene pechos grandes, es femenina y todos mueren por andar con ella. No. Yo era Alex, el término "rara" me había acompañado desde mi niñez, cuando prefería jugar con lodo y balones en vez de ir con el resto de las chicas y sus "Barbies", así que el ser conocida aquí así no fue algo nuevo para mí. Para Alex, la chica callada, estudiosa con un libro en la mano, no tiene nada de malo eso, al contrario es un arma en la que las mujeres que se fijan en el físico pierden con facilidad; Alex, a la que siempre le costó trabajo entrar en algún grupo de amigos, nadie nunca se fijó en mí, o por lo menos no que me enterara. Cuando abrí por primera vez la puerta 93 del noveno piso no sabía lo que iba a pasar, no sabía que aquel chico que en un principio me pareció tan insoportable, sería  de quien me enamoraría por primera vez. Pero... ¿Quién es Sascha Peterson?¿Qué siente?¿Cuál es su historia?¿Por qué dijo que todos en su vida se arrepienten de conocerlo? ¿Por qué muestra la máscara de un chico insensible?¿Qué pasó en él para que esa fuera la cara que le muestra al mundo?

SASCHADonde viven las historias. Descúbrelo ahora