Vigésimo Cuarto Capítulo

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Miré a David estupefacta. Sentía que la sangre se me había agolpado en la cara, podía escuchar mi propia respiración, luchando por un poco de calma.

—¿Todo bien Alex?— preguntó con una ceja arqueada, mientras apilaba las últimas hojas que había recogido.

No respondí, simplemente no pude; trataba de controlar mi mano temblorosa a la par del extraño calor que de pronto me había inundado por dentro.

—Sascha ¿qué le pasa?— dijo David poniéndose de pie.

Los pasos de Sascha no tardaron en resonar fuertemente por la vieja madera bajo nosotros. Pude sentirlo poniéndose en cuclillas a mi lado.

—Esperen— dijo David antes de que alguien pudiera agregar algo a lo que estaba ocurriendo —Chicos, yo se que es mucho para procesar el día de hoy, pero en realidad creo que deberían enterarse de todo el revuelo que hay allá abajo — cerró los ojos para tomar aire profundamente, su voz se le escuchaba nerviosa y entrecortada— algunos alumnos están volviéndose completamente locos, están comenzando a hablar de Hughroom, de lo que está pasando y... me angustió no verte... verlos —corrigió echándole un visto rápido a Sascha. Volvió a tomar aire —Ahora si, podrían explicarme ¿Qué ha pasado aquí?

—Nada— la voz de Sascha se impuso, me arrebató el dibujo de las manos y se lo entregó a David junto con las demás hojas que tenía en la mano.

—¡Qué rayos! ¿No habrán creído que lo hice yo?— dijo con rapidez.

—Tú no— dije parándome con dificultad, las rodillas me dolieron como si hubiera estado en cuclillas por horas — sus ojos se abrieron asombrados — El carboncillo, yo... no sé qué pensar.

David miraba el dibujo, como si fuera la primera vez que lo viera, con un significado diferente, como si alguien hubiera arruinado de un pincelazo una obra de arte. Luego volvió a echar un vistazo a las paredes.

—Disculpa, por favor no vayas a decir nada, es sólo que esta mañana...— dije sin poder mirarle a los ojos.

—Despertamos y ya todo estaba así, Alex ha tenido pesadillas y esto no ha ayudado mucho— me interrumpió abruptamente Sascha. Su volumen y tono reflejaban una clara desconfianza a la que, a estas alturas no culpaba —¿Cierto Alex?

—Sí— tardé unos segundos en reaccionar.

—Creo que deberíamos bajar— sugirió Sascha evitando que preguntara más sobre Greta. Asentí sin decir más.

—Entonces bajemos— dijo David recibiendo y acomodando todas sus cosas.

—Estaremos ahí en un segundo— dije sonriendo de la mejor manera posible, David se redujo a corresponderme y darse la media vuelta.

Esperé a que desapareciera del pasillo y lo escuchara bajar las escaleras. Inmediatamente volteé y me encontré con los ojos serios de Sascha.

—Ha sido Greta— susurré con un tanto de decepción, noté hasta después que comenzaba a morderme las uñas.

—No es nada seguro — aclaró Sascha.

—¿Qué no lo es? El dibujo estaba hecho exactamente con el mismo material que han pintado estas paredes.

—¿Qué quieres que haga Alex? ¿Meterme en su habitación hasta encontrar un pedazo de carboncillo que la culpe?

—¿Aún dudas? No hay nada más que pensar Sascha, es ella.

—Lo entiendo Alex, pero, ¿no crees que necesitamos más pruebas? Seamos más inteligentes que ella.

Suspiré, estaba completamente segura de que estaba en lo correcto, pero necesitaba tener a Sascha de mi lado, de lo contrario no llegaría a nada.

SASCHADonde viven las historias. Descúbrelo ahora