Cuadragésimo Primer Capítulo

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Mis piernas se tambaleaban sobre el descuidado jardín que antecedía la entrada de Hughroom, podía sentir la textura del pasto debajo de las suelas de mis tenis. Levanté la mirada hacia mi destino, ese horrible lugar. Por un momento recordé la primera vez que caminé por aquí, con la esperanza de poder ser mejor, de pertenecer a alguna parte; era lamentable ver a la distancia que no puede realizar ninguno de mis deseos anteriores. Solamente me sentía más perdida, fuera de control y más asustada que nunca.

Lo único que alguna vez me hizo no rendirme, dejó de existir para mi. Mi cabeza no lograba procesar nada de lo que había pasado, era como una pesadilla, algo dentro de mí aún quería correr a los brazos de Sascha, llorar una vez más y que él me dijera que todo estaba bien. Ahora, eso era imposible.

Seguí caminando hasta Hughroom, dispuesta a acabar con este maldito lugar por siempre, no importaba nada de lo que pasara, incluso si tenía que morir. Pisé la dura piedra de los escalones e ingresé, inmediatamente sentí el ambiente pesado, las partículas de polvo que se despegaron de la madera vieja de la puerta cubrieron mi cuerpo completamente, fue cuando supe que ya no había marcha atrás, por un momento pensé si alguna vez lo hubo.

Me dirigí al tercer piso con un miedo desmedido, recordé la primera vez que subí con las maletas marcandose en mis muñecas, mientras todos me veían sin la mínima intención de ayudarme; me maldije por no haber valorado ese momento, es decir, por lo menos habían estudiantes rondando desde el vestíbulo hasta cada escalón, hoy no había nada; no había estudiantes, ni risas; lo único que se sentía dentro de la soledad de los pasillos era el ambiente cargado de miedo. Estaba sola, pero sentía que me seguían los pasos. Volteé una vez más, pero nadie estaba detrás de mí. Rápidamente toqué la puerta.

—¡Greta abre rápido! ¡Soy Alex!— segundos después de decir esto la puerta se abrió de golpe. Era Sascha.

Baje la mirada, sentí un vuelco en el corazón al verlo y no me atreví a sostenerle la mirada. Sin embargo, hice parecer que lo ignoraba y me decidí a pasar directamente con David.

—Alex, no debiste regresar....— escuché, al mismo tiempo que Sascha sostenía mi muñeca.

—Suéltame, tú y yo ya no tenemos nada que hablar.

—Si decidiste quedarte tendrás que escucharme.

—No quiero escuchar ninguna mentira más, estoy harta de ti y de este maldito lugar, sólo regresé a ayudar a David y a los demás.

—¿Todo bien?— dijo Greta interrumpiendo el cuchicheó que Sascha y yo habíamos causado.

—Alex, por favor— susurró de nuevo ignorándola.

—No, Sascha, déjame en paz.

—No lo haré.

—Dime entonces, enfrente de ellos, que sepan lo maldito enfermo que estás.

—Te ruego, escúchame una vez.

—¡Maldita sea Sascha, que no!

—Alex, yo no decidí enamorarme de ti, te lo ruego, por lo que pasó entre nosotros, escúchame una vez más.

—¿En serio esperas que te perdone? Ni siquiera sé que eres.

—No, no espero que me perdones, sólo quiero que me escuches, antes de que sea muy tarde.

—Ya es muy tarde, Sascha. Te di oportunidad de que me dijeras las cosas, mucho antes de que estuviera tan involucrada sentimentalmente contigo y no te importó.

—Sólo quería cuidarte, déjame explicarte.

—¿Cuidarme? ¿A costa de qué? ¿De puras mentiras?

—Alex, sé que no me perdonarás, lo único que necesito es que me escuches.

—Estás loco.

—Vas a escucharme.

—No Sascha, eres un imbécil— seguido de esto, Sascha apretó mi muñeca, obligándome a salir de habitación junto con él y cerrando la puerta de golpe.

—¡No quiero saber nada de ti! ¡Maldita sea Sascha! ¡Me enamoré tanto de ti, me enamoré de cada virtud y defecto tuyo! Estoy tan perdida, siento que nada de esto está pasando. Te sentí y te siento tan real, tu piel, tu olor, todo tú. El dolor me está matando viva, por eso no quiero escucharte, porque estoy destrozada, no quiero morir ahora por no tenerte, por nunca haberte tenido.

—Alex, lo siento tanto, tanto, tanto— Sascha me abrazó de golpe, yo me quedé tiesa.

—Nada de lo que hicimos pasó, tú no eres real— susurré.

—Te amo tanto Alex, lo único que puedo hacer es explicarte las cosas. Sí, te fallé, he mentido sobre muchas cosas pero no te he mentido ni una vez en lo que siento por ti. Déjame ser honesto contigo esta vez y jamás volveré a molestarte, eso te lo aseguro.

Cerré los ojos un momento, en un intento de no quebrarme frente a él. No lo logré. Las lágrimas comenzaron a recorrer mis mejillas.

—Jamás te perdonaré, Sascha,

—No espero que lo hagas Alex, sólo escúchame.

Me concentré en sentir el cuerpo de Sascha, en lo real que se escuchaba el latir de su corazón en su pecho ¿Por qué todo parecía tan real? ¿Y qué si era la última vez que lo veía? Sé que no me perdonaría él nunca haberlo escuchado. Sabía que necesitaba la respuesta a muchas cosas de las que habían pasado, ¿Y si sólo había dicho aquellas palabras por presión de Greyson? ¿Por protegerme una vez más? Sólo había una manera de descubrirlo y era escuchandolo.

—Está bien...— acepté finalmente.

La puerta 93 del piso nueve se abrió con el mismo característico sonido de la madera desgastada, después de que los dos entráramos puso llave a la puerta, asegurándose que esta vez no nos fuera interrumpir nadie. A petición de Sascha me senté en la cama mientras él daba vueltas por la habitación, estaba buscando las palabras exactas y se le notaba nervioso. Repentinamete se sentó en su cama quedando frente a mí, como si el valor que tanto esperaba le hubiera recorrido el cuerpo.

—Es mi turno de hablar, Alex.




Colab: BaldeMes

No olviden dejar su voto y comentar, les agradecemos muchísimo a quien ha llegado hasta acá. El fin de la novela se acerca, por eso les recomendamos que la disfruten muchísimo. 

Un gran saludo de nuestra parte a Alondra Hernández Alvara, por elegir nuestra historia como su primera lectura en Wattpad y a todas nuestras lectoras que han decidido quedarse a pesar de algunos inconvenientes que tuvimos para actualizar.


SASCHADonde viven las historias. Descúbrelo ahora