"Sí, he amado como no ha amado nadie en el mundo, con un amor insensato y violento, tan violento que me asombra que no haya hecho estallar mi corazón"
-La muerta enamoradaAlgunos hechos, hicieron de aquel programa de verano más especial que cualquier otro, todo aspiraba a una mejor calidad de educación.
Me había resultado raro no encontrar nada de información sobre Hughroom en el internet, simplemente unas cuantas fotos en blanco y negro de la fachada se dejaban ver, no muy agraciadas por cierto; una especie de casona antigua sería mi hogar temporal.
El viaje fue demasiado largo, aunque pude haber viajado en avión no fue así, mis padres y yo llegamos a la conclusión que éste costaría más dinero, aunque haciendo el esfuerzo hubiera podido tener la oportunidad, decidimos quedarnos con el camión, el cual sólo me llevaría al pueblo más cercano a mi destino, pues ahí nos esperaban otros camiones que nos transportarían a los estudiantes inscritos hasta Hughroom.
La baba me escurría sobre el asiento y parte de la ventana, parecía que por primera vez en mil años podía dormir, si no fuese por el chico que estaba a mi lado que me levantó, probablemente no me hubiera querido echar para atrás, probablemente no hubiera despertado enfrente de ese enorme lugar, probablemente...
—¡Llegamos!—interrumpió el conductor mis pensamientos.
Solté un suspiro, regresé la vista a la ventana; llevaba tan solo unos minutos ahí, en frente, me maldije por dentro.
El sol ya se había metido hace mucho, era de noche, por ahí de las diez. En cuanto todos se pararon y tomaron sus cosas me pareció correcto hacer lo mismo, aunque todo mi cuerpo me gritara tan fuerte un "NO". Cuando bajé del camión las piernas me temblaron, creí estar exagerando y demasiado, debía solo relajarme, este curso era una buena oportunidad para mí, debía aprovecharla.
Mi compañero, con el que había compartido asiento durante el trayecto, me ayudó a bajar mis maletas y colocarlas en el piso. Sonrió.
—Alex—dije sin que él me preguntara.
—David, ¿Alexandra? ¿Alejandra?
—Sólo Alex.
—Pensé que ese era nombre de varón.
—No, no lo es—le contesté y por su cara me di cuenta que su propio comentario le había incomodado así que cambió de tema.
—Sería buena idea entrar ahora, tal vez por fuera es más horrible de lo que es por dentro.
¿Eso había sido un chiste? Probablemente sí, por el suspiro con esa sonrisa torcida que me brindó.
—Tienes razón— contesté.
David sonrió y se me adelantó.
Eché un vistazo rápido a mi próximo destino, caminar unos cuantos metros para entrar me parecía imposible; algo en lo más arriba, lo que parecía el último piso, llamó mi atención, para mi buena suerte no me fue posible diferenciar nada, solo un rápido y frío movimiento. Empecé a caminar, fingiendo que no pasaba nada, fingiendo que mi emoción era tan grande como al principio, haciendo lo mismo de siempre, fingiendo.
Subí las escaleras de piedra oscura. Las puertas estaban abiertas de par en par, con una altura que lograba imponerme, se notaba que eran muy pesadas; echas de madera, talladas a mano, no fáciles de describir pues las figuras grabadas parecían ser rostros, tan tétricos que no sabía si eran ángeles, niños o demonios; tal vez la idea principal del autor era crear un estilo gótico; me estremecí y dejé de verlas para enfocar mi vista al frente. Al ver a los estudiantes en la recepción me tranquilicé un poco, ¿qué tan malo podía ser esto, cierto?
La altura por dentro era también imponente, las paredes de piedra oscurecían el interior y la luz que irradiaban las pocas bombillas era pobre. Al fondo del amplio salón se erguían las escaleras que al topar con pared a cierta altura se desdoblaban, tomando diferentes direcciones, derecha e izquierda y así continuar subiendo.
Después de recorrer el lugar con los ojos me acerqué con la chica de la recepción que parecía registrar a los alumnos; era muy alta, con el cabello lacio, llevaba puesto una falda azul con un chaleco que le hacía juego, una blusa blanca arrugada.
—¿Aquí puedo pedir mi llave?— pregunté.
—Así es, necesito que me dé su nombre y el número de cuenta que le han brindado antes de llegar aquí.
Y tal como lo pidió lo hice.
—¿Alexandra?—preguntó.
—Solo Alex.
—¿Qué no es nombre de varón?— dijo mientras buscaba en su carpeta mi nombre.
—No, no lo es—respondí y ella sonrió apenada.
—Pensábamos que este camión nunca llegaría, ya son casi las diez de la noche, de hecho me parece que sólo le atenderé a usted y a los pocos jóvenes que faltan, estoy muerta—me cambió el tema y yo le sonreí mientras miraba nerviosa alrededor.
—Malas noticias, Alex—dijo mientras buscaba algo debajo del mostrador, yo volteé para darle toda mi atención.
—Probablemente ha sido la última en inscribirse, se ha quedado con el último cuarto que nos queda, pero no hay nada de qué preocuparse. Rápidamente le repito las reglas que, estoy segura, ya las sabe, <<no, realmente no las se>> los primeros cuatro pisos son para los caballeros, los cuatro restantes son para las damas, de ninguna manera se puede compartir cuarto con un varón, de ser así, Hughroom no tendría por qué soportar esos comportamientos, mañana tendrá que recoger su horario y a su vez ajustarlo a su conveniencia. La bienvenida será mañana a las once de la mañana, es obligatorio que asista, así que búsquese su tiempo. Ahora, si no necesita nada más por hoy, buenas noches y bienvenida.
Me entregó la llave del cuarto en cuanto terminó de decir esto, llevaba una estampa que decía "PISO 9 HABITACIÓN 93" reí nerviosa.
—¿Se trata de una equivocación verdad?—la chica de la recepción se volteó confusa y divertida a la vez.
—¿A qué te refieres?— soltó después del incómodo momento.
—La llave que me acaba de dar dice "PISO 9 HABITACIÓN 93", solo hay ocho pisos, usted misma lo ha dicho.
—Eso es todo lo que deja ver por afuera este lugar, por su rostro esperaba más inteligencia de usted, Hughroom no es ni la mitad de lo que se podría imaginar.
<<Menuda zorra de recepcionista>>
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¡Holaaaaaa!
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Un beso, Giselle.
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SASCHA
Fanfiction-Nadie se va de Hughroom Alex, al final siempre hay una razón que retiene a las personas aquí, no te irás, no intentes huir. -¿Qué te hace pensar que algo me va a retener aquí, en este horrible lugar? -Eso no lo se. -Ten por seguro...