Séptimo Capítulo

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La luz de la ventana me pegaba sobre la cara. Al principio me estiré satisfecha porque había dormido lo suficiente, pero después sentí que el estómago se me revolvía al recordar que mi habitación no tenía ventana. Inmediatamente volteé para ver si Sascha estaba en su cama pero no era así. Me asomé por aquella ventana, se podía ver el patio de Hughroom, había un grupo de estudiantes platicando que parecían no notar nada diferente.

Contrariada aún, me puse los converse y me coloqué la sudadera sin preocuparme mucho por la playera de tirantes y los pantalones de felpa con los que había dormido.

Abrí la puerta de golpe, sentí que el mundo se me caía al ver que mi puerta ya no era la última del pasillo, había más en los costados, exactamente como los pasillos de los demás pisos. Cerré mi puerta y empecé a caminar lentamente por el corredor, observando las puertas que habían aparecido de la noche a la mañana, estaban desgastadas y parecía que se habían quemado. Definitivamente tenía que encontrar a Sascha ahora.

Una puerta que ya había dejado atrás se abrió, giré sobre mis talones con el miedo a flor de piel; de aquella habitación salió una chica con una bata holgada, sin embargo, no le podía ver la cara porque su largo cabello negro se la escondía. Sus movimientos eran lentos y sus pasos cortados, como si le costara trabajo mantenerse de pie.

—¿Hola?— pregunté pero ella parecía no escucharme.

Se iba tambaleando sin sentido alguno pero de la nada dio un sentón y recargó la cabeza sobre la pared. Me acerqué cuidadosamente para verle la cara, de repente respiró hondo, como si después de mucho tiempo le sacaran del agua. Me volteó a ver y fue como si me desprendieran el alma; ella tenía la cara quemada, juro que la tenía quemada. Retrocedí cayendo al piso y empujándome con las manos para alejarme.

—Te matará, no lo dudes— farfulló. Horrorizada traté de ponerme de pie, viéndole aún.

—Aléjate de él— pronunció antes de que me diera la vuelta y corriera hacia las escaleras, bajándolas a zancadas, tan rápido que no noté cuando llegué a planta baja, rápidamente me dirigía al patio cuando me topé con Greyson, que me miraba estupefacto.

—Alex...tú, sigues en pijama.

—Ajá— susurré jadeando, no dándole mucha importancia ya que, buscaba a Sascha.

—Por cierto, los maestros han notado tu ausencia estos días— al decir esto fue cuando captó toda mi atención.

—¿Estos días?— pregunté.

—Sí...desde lo que sucedió.

—Sólo ha pasado un día Greyson— le aseguré interrumpiendo.

—Alex, llevas faltando a clases casi cuatro días.

Yo negué con la cabeza contrariada, él sujetó mi mano, llevándome a la mitad del patio, nos sentamos y me observó.

—Alex yo...aquel día en el que estuvimos en el cuarto de Anna y te acompañé a tu piso...

—Greyson, ese día no me acompañaste— le interrumpí de nuevo asustada. Sentía que me estaba volviendo loca. Ese día Sascha había salido por mí, estaba segura, Greyson me miró confundido pero prosiguió.

—En fin, lo que quiero decir es que, sé que llevamos poco tiempo siendo amigos pero...— se rascó el cuello nervioso—Alex, me gustas, demasiado.

Me quedé callada, Greyson era guapísimo pero...me besó. Así, sin decir más o pedirme permiso, ni siquiera me dio tiempo para poderlo imaginar o verlo venir. Cerré los ojos un momento pero unos segundos después los abrí al no ser capaz de seguírselo, le aparte por los hombros, mis ojos al principio miraron los suyos, pero los aparte al ver a Sascha detrás de él, mirándome, con un cigarrillo, que después pisaría para darse la vuelta y perderse entre los árboles que envolvían a Hughroom. Mierda.

SASCHADonde viven las historias. Descúbrelo ahora