A la orilla del lago

La viga en nuestra vida

(Leer Mateo 7:3)

En el texto de hoy el Señor Jesús les habla a las personas de la capacidad humana para minimizar una falta cuando la cometemos nosotros y de magnificarla cuando esta misma falta es cometida por otra persona. Utiliza un lenguaje hiperbólico para recalcar esta acción, comparando una paja con una viga. Tenemos la capacidad de percibir y evaluar conductas en la vida de los demás que no somos ni siquiera capaces de notar que están en nosotros.

Esto es precisamente lo que le pasó a David. Durante todo ese tiempo no pudo darse cuenta que había codiciado, mentido, adulterado y asesinado; pero le cuentan una historia con los mismos hechos que él había cometido, pero aquí por otra persona, e inmediatamente fue capaz de ver la maldad y de hacer una evaluación justa de acuerdo a los hechos y a la gravedad de los mismos.

¿Por qué pasa esto? ¿Por qué somos capaces de ver el pecado en magnitudes diferentes si está en nuestra vida? porque además del pecado, también experimentamos las circunstancias que están alrededor de este pecado y lo que lo propició. En cambio, no sabemos lo que la otra persona está atravesando, solo vemos la acción, así que lo deshumanizamos. Si somos nosotros, pensamos que somos humanos, débiles y que solo yo sé lo que estoy pasando. Pero si es otra persona, por lo general presumimos que lo hace por ser perverso y pecador.

Podemos aprender mucho de este cuadro. Hagamos juicio con misericordia por que así se nos juzgará a nosotros, dice el Señor. Tratemos de ponernos en el lugar de la otra persona antes de emitir un juicio y de presumir que es un simple perverso. Sepamos que estamos en la carne y que cuando un hermano es amonestado el propósito es que se restaure y no acabar con su vida. Además, que es saludable para nosotros que otras personas nos evalúen de vez en cuando, que te abras a alguien sincero y que sea capaz de señalar tus errores, porque definitivamente otros pueden ver algunas vigas que nosotros no.