Las Sagradas Escrituras describen a Dios como “grande en misericordia” y “misericordioso”. La palabra que se traduce como “misericordia” viene del hebreo “hesed”. Es muy común en el Antiguo Testamento y mayormente en los salmos (aparece unas 240 veces). Su significado es “amor constante” y en nuestro idioma se usa “misericordia”. Amor constante es precisamente como podemos describir la relación de Dios con nosotros los humanos.
En su palabra, Dios ha revelado su voluntad. Como Creador tiene la expectativa de que su creación lo honre a través de la obediencia. Nosotros, su creación, la mayoría de las veces sabemos lo que espera Dios de nosotros, pero decidimos no hacerlo porque somos egoístas y queremos satisfacer nuestros deseos. Esto hace que pequemos contra nuestros semejantes, lo cual es una ofensa grave a los ojos de Dios. Dios muestra su misericordia (amor constante) al darnos la oportunidad de arrepentirnos, pedir perdón, enmendar ofensas y hacerlo mejor la próxima vez.
En ocasiones permite que las consecuencias lógicas de nuestra desobediencia nos persigan y otras veces no. Pero aun cuando permite que suframos consecuencias por nuestros pecados, no nos retribuye en la misma medida en que hemos fallado. Tiene de nosotros misericordia. A veces nos quejamos de algunas consecuencias que nos llegan creyendo que son injustas. Si pudiéramos entender nuestras faltas en su justa dimensión, si fuéramos capaces de entender todo el sufrimiento que hemos causado, si pudiéramos entender la magnitud de nuestras ofensas contra Dios, nos daríamos cuenta de que la retribución por nuestra maldad es menor de lo que deberíamos recibir.
Que el amor de Dios sea constante es una garantía de que tendremos una oportunidad para comenzar de nuevo, que no se cansará de nosotros, que no se dará por vencido a pesar de nuestras muchas faltas. Este amor constante consiste en mostrarnos su bondad aunque no la merezcamos. Si la mereciéramos no sería misericordia, sino el pago por nuestras bondades. Parece que algunos de nosotros tenemos la inclinación de fallar más que otros. Puede que pienses que Dios no desea nada contigo. Su amor es constante, no se acaba, no mengua, es nuevo cada mañana. Donde sea que te encuentres, no importa cuán lejos te sientas de Él, si en tu corazón hay arrepentimiento, El está cerca.

ESTÁS LEYENDO
A la orilla del lago
EspiritualEsta es una colección de meditaciones, reflexiones, cuestionamientos, preguntas, que han sido escritas como parte de mi experiencia personal con Dios. Ellas reflejan momentos de crecimiento y de fracasos, de gozo y de tristeza, de éxtasis y depresió...