“El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva”. (Juan 7:38)
Examinábamos el caso del rey Salomón y su búsqueda de la felicidad. Leíamos como dedicó su vida al placer pensando que de ese modo la encontraría. Al final fue honesto consigo mismo y admitió que, aunque había llegado a poseer todo lo que deseó, no pudo alcanzar su meta. Nosotros mismos buscamos esta felicidad en la posesión de bienes. Cuando obtenemos algo que deseamos experimentamos una sensación agradable. El problema es que dicha sensación es momentánea. Solo nos dura mientras lo que conseguimos es nuevo. Así que tenemos que seguir obteniendo cosas para experimentarla de nuevo. El Señor Jesucristo hablaba con sus discípulos unos días antes de ser crucificado sobre el gozo o la alegría (Juan 16:22). Les dijo que después de su resurrección iban a experimentar una alegría que nunca perderían a pesar de las duras experiencias que les sobrevendrían. Esta alegría no sería momentánea. Tampoco sería el resultado de la obtención de riquezas o de bienes o de una posición. Sería el resultado de la relación de ellos con El. El ser humano fue creado por Dios para vivir en comunión con él, con su creador. Ese es el propósito de Dios para cada ser humano, sea hombre o mujer. Hay un vacío existencial en cada ser que no puede ser llenado o satisfecho con posesiones materiales sin importar la cantidad. Es cuando nos reencontramos con nuestro creador que ese vacío es llenado y nuestra vida cobra sentido. Los bienes y posesiones no son dañinos en sí mismos, pero definitivamente no pueden ocupar el lugar de Dios. Alguien diría que conoce personas que son creyentes y que no hay gozo en sus vidas. También alguien que sea creyente y lea esto pueda decir que no tiene gozo en su vida a pesar de haberse encontrado con su creador. Es el mismo caso de Salomón. Lo que escribió fue después de haberse alejado de su creador en la práctica. Puede ser que ya tú hayas recibido a Jesucristo como tu salvador, pero no lo has hecho tu Señor. El gozo que él promete es solo posible cuando rendimos nuestra voluntad a la de él. No encontrarás el gozo en las cosas y en él. No lo busques en eso. Lo experimentarás cuando sólo lo tengas a él y nada más. Así que, comienza desde hoy, desde ahora a pedirle que te haga desearle más que a nada en tu vida, que él haga crecer este anhelo en tu corazón, porque no se puede comprar, solo El lo puede poner en tu vida.
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A la orilla del lago
SpiritualitéEsta es una colección de meditaciones, reflexiones, cuestionamientos, preguntas, que han sido escritas como parte de mi experiencia personal con Dios. Ellas reflejan momentos de crecimiento y de fracasos, de gozo y de tristeza, de éxtasis y depresió...