Todavía en la orilla
Y cuando uno pensaba que la historia de esta pesca milagrosa terminaba ahí, y cuando uno pensaba que ya no había otra enseñanza en la historia, y cuando uno pensaba que no quedaba ningún otro detalle interesante, pasa algo más. Es la reacción de Pedro, el dueño de la barca, y de sus compañeros: Juan y Jacobo.
Lo que pasó fue contundente. El impacto fue tal que Pedro, un hombre rudo y tosco, entró en pánico y le pide al Maestro que se aleje de él pues es un hombre pecador. La reacción que sigue de parte de Pedro y de los demás es demasiado llamativa para ser pasada por alto. Han recogido tantos peces que las redes de las barcas se están rompiendo. Esto era lo que resolvería su problema inmediato de sustento, de ganancia, de estado de ánimo y el Señor lo había hecho. Les había bendecido mucho mas de lo que ellos esperaban. La sorpresa fue lo que pasó después, lo que ellos hicieron: dejaron todo eso tirado.
Todo lo que habían estado esperando, todo por lo que habían trabajado tan arduamente por horas, sin descansar, sin dormir. ¡Ahora lo tienen y no lo quieren! ¿Por qué? ¿Qué los puede llevar a esta forma de pensar? ¿No han pasado más que segundos desde que lo consiguieron?
"Y cuando trajeron a tierra las barcas, dejándolo todo, le siguieron". (Lucas 5:11)
Estos hombres se dieron cuenta en el acto, sin haberse combinado para hacer lo mismo, sin haber intercambiado impresiones, fue natural la conclusión a la que llegaron: ¡el Maestro es más importante que los peces! No importaba la abrumadora cantidad de peces que tenían en frente de ellos, no significaban nada comparados con quién tenían delante: el Maestro.
Estos pescadores del siglo primero se dieron cuenta de algo que las personas de esta era de la tecnología no logran percatarse: el dador de las bendiciones es mayor que las bendiciones. Que todas las cosas que nos suceden, que todas las cosas que Dios nos da tienen como propósito que tornemos nuestra atención hacia él. Dios bendecirá a algunos financieramente, a otros les resolverá un impase, a otros les dará sanidad, etc. Entonces muchos nos quedamos como hipnotizados con lo que Dios ha hecho, pero no le seguimos como estos toscos hombres. Vamos al Maestro cuando tenemos una necesidad como si él fuera algún tipo de sirviente divino, pero no entendemos que Dios busca llamar nuestra atención, primero permitiendo que tengamos una necesidad y luego, supliéndola con el fin de que lo dejemos todo a un lado y le sigamos. El Maestro consiguió la atención de aquellos hombres, ¿y la tuya? ¿La tiene?
ESTÁS LEYENDO
A la orilla del lago
SpiritualEsta es una colección de meditaciones, reflexiones, cuestionamientos, preguntas, que han sido escritas como parte de mi experiencia personal con Dios. Ellas reflejan momentos de crecimiento y de fracasos, de gozo y de tristeza, de éxtasis y depresió...