Lo vi, pero no me di cuenta.
(Leer Juan 1:10-11)
Es la hora pico en el tren subterráneo. Un hombre saca su violín y comienza a tocar. Miles de personas pasan cerca de él mientras toca 6 piezas de Bach. Solo 6 personas se detienen. Quien más se detiene es un niño de unos 3 años hasta que su madre lo empuja para que siga caminando. La mayoría de los que son atraídos por su música son niños. Al final recibe 32 dólares como propina. Guarda su violín y se marcha. Nadie tampoco nota que ha dejado de tocar.
Esa persona era Joshua Bell, un virtuoso del violín, uno de los mejores músicos de nuestra época. Estaba usando un precioso instrumento que cuesta 3 millones y medio de dólares. Dos noches antes, había tocado en un auditorio repleto en Boston y las boletas costaban un promedio de 100 dólares. Sin embargo, nadie fue capaz de darse cuenta que un virtuoso del violín estaba tocando en frente de ellos, solo unos niños y uno que otro adulto. Lo vieron, lo oyeron, pero no se fijaron.
La gente apurada por llegar a básicamente ningún lado (trabajo, escuela, etc.) no se dio cuenta de lo que pasaba en sus propias narices. El ajetreo de la vida tiene la asombrosa capacidad de impedir que nos fijemos en aquello que es de gran importancia para nosotros y nos hace enfocarnos en tantas cosas que son pasajeras. Leemos esta historia y pesamos que eso es exagerado. Sin embargo, vivimos absortos en nuestra rutina y esta nos hace olvidar aspectos fundamentales de nuestra existencia.
Al igual que este violinista, Dios ha hecho cosas poco convencionales para llamar nuestra atención sobre ciertos aspectos. Dios envió a su hijo Jesucristo para darnos un mensaje que ignoramos todos los días. Envió al Señor Jesús a morir por nosotros. ¿Por gusto? ¿Para hacer algún experimento espiritual o sociológico? Si lo hizo es porque había y hay una necesidad de que se hiciera: nuestra salvación. ¿Cuáles son esos aspectos que olvidamos por la rutina y que Dios desea que recordemos o sepamos? Que eres eterno, que estas separado de El si no has creído en Jesús, que en este lugar no estaremos para siempre, que desesperadamente quiere que entiendas que vas camino a perderte y El no lo quiere.
La Biblia establece que el Señor vino a salvarte de tus pecados, a darte perdón, a darte vida abundante y que le importas tanto que no reparó en sacrificarse por ti, morir por ti. No solo tienes un cuerpo, tienes un alma, necesitas reconciliarte con el Creador. ¿Lo sabías? ¿Te habías dado cuenta? ¿Lo habías notado? Detente, El todavía sigue tocando una canción de salvación.
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A la orilla del lago
EspiritualEsta es una colección de meditaciones, reflexiones, cuestionamientos, preguntas, que han sido escritas como parte de mi experiencia personal con Dios. Ellas reflejan momentos de crecimiento y de fracasos, de gozo y de tristeza, de éxtasis y depresió...