-"Ah, ya mañana es viernes y viene el fin de semana para descansar un poquito y tirarme par de traguitos. No es fácil esto de ser guardián y estar levantando este palo como sesenta veces al día. Y este sol que tiene pilas nuevas todos los días. Oh y aquí viene la doña gerente desmontándose de su jeepetón. Déjame mirarla, por si me saluda responderle. Nunca lo hace, pero uno nunca sabe y hay que cuidar su trabajito. Para ser honesto, una vez me dirigió la palabra. Fue cuando la ayudé a subir unos regalos en navidad. La verdad que hay gente que piensa que es mejor que los demás. Esa señora nos pasa por el lado todos los días y pasa como si uno no existiera".
Ser humilde no es una cualidad natural en el ser humano. Todos somos orgullosos, pero hay algunos que tienen este orgullo mas alimentado que otros. Uno aprende a ser humilde a través de las experiencias de la vida. Podemos decir que es un proceso y que uno nunca termina de aprenderlo, pues podemos ser humildes en ciertas áreas y no serlo en otras.
Cuando estamos en el proceso de aprender a ser humildes, sobre todo cuando ya hemos aprendido a ser humildes para con Dios, nuestras relaciones con nuestros semejantes cambian, o por lo menos, deben cambiar. ¿Qué dicen las Escrituras sobre esto? (porque recuerden que todo lo expuesto aquí es para honrar a Dios y nada mas): “Por la gracia que se me ha dado, les digo a todos ustedes: Nadie tenga un concepto de sí más alto que el que debe tener, sino más bien piense de sí mismo con moderación…” (Romanos 12:3). Es saludable tener una buena autoestima, pero nunca llegarnos a creer que tenemos más valor que otro ser humano. Podremos ser más dotados que otros en ciertas áreas, pero eso no nos hace superiores como personas. Quizás tengamos la mejor preparación académica del grupo al que pertenecemos, pero igual eso no hace a los demás inferiores.
El Señor Jesús es nuestro sumo ejemplo de humildad. Estaba rodeado por multitudes donde quiera que iba y lo reconocían. La gente lo seguía y querían hacerle rey. Sin importar cuán ocupado estaba no hubo nunca nadie que no fuera donde él y que no le prestara atención. Nadie. Lo invitaron a una boda de gente pobre y fue. Jugó con niños y los cargó en su regazo. Un ciego lo llamó y hasta se devolvió. Un extranjero le pidió que fuera a su casa y fue. Una pobre viuda le pidió que fuera a su casa después que murió su hijo y fue. Los ladrones de su tiempo (publicanos) lo invitaron a comer y fue. El colmo fue que una vez los discípulos lo encontraron hablando con una prostituta y hasta ellos se sorprendieron. Nunca estuvo muy ocupado para alguien. Nunca pensó que alguien fuera insignificante. Nunca, aun siendo Dios. ¿Y tú, eres Dios?

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A la orilla del lago
EspiritualEsta es una colección de meditaciones, reflexiones, cuestionamientos, preguntas, que han sido escritas como parte de mi experiencia personal con Dios. Ellas reflejan momentos de crecimiento y de fracasos, de gozo y de tristeza, de éxtasis y depresió...