Bueno quería esto pues lo había logrado, al salir de la oficina del director era ya hora del recreo, por suerte, algunos de mis compañeros esperaron a mi retorno para saber qué pasaría conmigo, dos de mis mejores amigos, en especial, se veían preocupados. Eran a los únicos que pensaba explicar lo que pasó los llevé lejos de los curiosos que solo querían la información para repartirla por el colegio.
David era de mi tamaño, casi exactamente, tenía el cabello lacio y siempre bien cortado y cepillado, su orden en todo era preciso, aunque los juegos de video lo enloquecía como a todos nosotros, sus braquetes le daban una sonrisa tierna, había sufrido mucho en su vida y lo mostraba triste casi siempre, acostumbraba a preocuparse por todos y todo a su alrededor, en especial por mí, sin duda alguna me había vuelto una verdadera rebelde, según lo que siempre me decía y no esperaba otra cosa que no sea una buena reñida después de esto.
En cambio, Harold era más relajado, usaba lentes por el exceso de computadoras en su vida, realmente él tenía una adicción a todo lo que supusiera cualquier tipo de juego, aparte de que no le importaba nada o eso aparentaba el noventa por ciento de su vida, excepto cinco minutos antes de cada examen, por milagro o por nuestra ayuda siempre lograba zafarse de reprobar, era un poco más pequeño que yo, pero no tanto como Manuel, ese era un enano a lado nuestro.
-Ahora, cuéntanos todo-me distraje viendo a mis amigos y olvidé por un momento el motivo de nuestra reunión.
-¡Estoy harta de él!-exploté finalmente.
-¿Qué pasó? ¿Te expulsarán?-Harold parecí preocupado, algo que poca veces se lograba en él.
-No, por suerte no, pero es un problema mayor...-miré por el balcón con dirección a las canchas de futbol, donde todos jugaban, y donde también debía estar yo.
-¿Entonces?-David me miraba con una ceja levantad, ahora lo sabía, sea lo que sea que dijera, me iba a llevar una buena charla moral de su parte.
-Entonces...
-Te suspendieron seguro-me cortó Harold.
-No, en realidad no-lo miré evitando a David.
-Dínoslo de una vez que el recreo no es eterno y el maestro de literatura nos matará si hablamos en su clase.
-A mí eso no me importa...-respondió Harold-me parece más interesante saber cuánto tiempo pasará Dan en el hospital después de contarle lo que pasó a su madre.
No había pensado en eso pero lo dijo de una forma tan despreocupada que me hizo divertir, por un momento creí que a mi madre también le causaría risa, nunca había sido agresiva, con nadie, pero eso no cambia las cosas, sabía en qué dirección vería el problema.
-Bueno paren ya, esto es importante, Dan dinos que pasó.
-Está bien-paré de reír al notar que su ceja seguía muy levantada y eso era signo de molestia, no como Harold que cuando lo hacía era siempre por algo cómico.
-Me dijeron que haría trabajo social.
-¿Qué?-dijeron al unísono.
-¿Eso acaso existe?-David parecía muy interesado, en cambio Harold parecía que aguantar reírse a carcajadas en mi cara.
-Parece que sí, yo tampoco sabía que existiera, por lo menos en esta parte del mundo-me llevé las manos a la cara y me la estrujé completa-no sé qué haré.
-Se lo esconderás a tu mamá-David nunca dejaba de pensar en mí.
-No lo sé...yo creo...
-¡Limpiaras la ciudad con un overol naranja !-Harold estallo en risas, a ambos nos sorprendió su idea pero los tres nos echamos a reír, la tensión se volvió a romper, Harold siempre seria Harold, era nuestro último año de colegio, y nunca sería igual pero sabía que siempre contaría con ellos.
La campana interrumpió las miles de ideas que teníamos sobre qué es lo que me vería haciendo cada noche durante los siguientes treinta días, pensamos en que pintaría grafitis y no llegaría a las partes más altas y que un rudo castigado de dos metros me tendría que levantar para ayudarme, o quizá tendría que limpiar los desechos de animales, ponerlos todos en una bolsa o clasificarlos, quien sabe tal vez tendría que recoger basura, que era lo que solían hacer en las noches.
Entramos al curso y el lugar de Manuel estaba desocupado, algunos de mis compañeros me miraban como a un héroe nacional, otros como al peor asesino de la ciudad, y la mayoría de las chicas me observaban como fenómeno, mientras otros se susurraban cosas al oído, no me importaba, me había ganado mucho respeto por mis calificaciones y ahora me hacía respetar a golpes "artista completa"
El maestro entró y empezó a repartir calificaciones del último examen de lectura que tuvimos, mientras eso pasaba Harold y David se acercaron a mi lugar para comentar un poco sobre como Harold tendría mejor calificación que nosotros porque pudo comparar respuestas y tomar la mejor.
-Esta vez te pasaste-David se reía nervioso.
-No fue intencional, fue de último momento y tú sabes que intenté ayudarte, pero no me prestabas atención.
-Claro, a él ayúdalo y a mí, déjame con la peor calificación-fingí estar molesta.
-Pero Dan...
-Dante-el profesor nos interrumpió, no dudé ni un segundo en poner nuestra conversación en segundo plano.
-Gracias-vi mi calificación, noventa, lo que sospechaba, una respuesta incorrecta.
-¿Y?-Harold me habló al volver.
-Espero que estés feliz, saqué un noventa.
-Pero esa nota bordea la perfección.
-Díselo a mi madre...
Era cierto por más que bordeara la perfección o que esté sobre ella para mi madre nunca sería suficiente, a menos que haga algo que a ella realmente le entusiasmaba desde hace un par de años. Los exámenes fueron repartidos en su totalidad, y como era de esperarse la mejor nota fue de Harold, ni el profesor pudo creerlo, pero a él tampoco le importaba demostrarlo, avanzamos en la clase unos minutos más, la verdad no me percate de mucho estaba bastante nerviosa pensando en el momento de encontrarme con mi madre.
-Dante-mi distracción se rompió cuando el director dijo mi nombre en la puerta del curso, ni siquiera vi cuando se acercaba.
Enseguida salí del curso entre miles de susurros, ¿qué era lo que me pasaría ahora?
-Esta es la dirección a la que debes ir, ahí te esperará un bus que los llevará a su misión, tienes bastante suerte, tendrás permiso de llegar un poco retrasada al colegio todo el mes.
-Puedo saber a dónde iremos...-estaba bastante nerviosa.
-Si lo supiera te informaría pero no es el caso.
-Estoy bastante asustada-intenté hablar con la confianza que le había llegado a tener los últimos años.
-Imagínate como estuvo tu compañero cuando intentaron que vuelva al curso-sin querer moví los labios formando una pequeña sonrisa, que borré de inmediato al ver los ojos del director.
-No llegues tarde, partirán a las siete en punto-bajó la vista al suelo y percibí un ápice de alegría en su cara, al parecer no estaba tan molesto como aparentaba.
Claro que Manuel fue un gran dolor de cabeza desde siempre, seguramente sabía que se lo tenía bien merecido, pero el problema era que fue dentro de las instalaciones del colegio, y tanto el como todos sabía que Manuel no tardaría mucho en quejarse con cada persona del mundo se no me hubiera puesto un buen castigo, entré al aula no sin antes echarle un último vistazo al director que tomaba su móvil en manos al doblar la esquina.
-¿Hola?
-Hola tío que pasa-un asentó diferente respondía del otro lado.
Era un chico esbelto, bastante más alto que yo, tal vez una cabeza o dos, tenía el cabello ondulado, a pesar de tener origen Europeo sus ondas marcaban un color negro, una sonrisa casi perfecta se acababa de marcar al ver el número del cual provenía la llamada, sus ojos eran cafés, casi apuntando al negro, su nariz pequeña mostraba en total un rostro para nada llamativo, no era que la gente se detenía al verlo pasar, por lo menos no a los ojos.
Tenía un físico formado prácticamente a la perfección, si no hubiera pasado la clase de los músculos del cuerpo estaba totalmente segura d que mi maestra lo hubiera invitado a dar una demostración, incluso más porque mi maestra era bastante golosa, y varios de mis compañeros la tenían distraída de vez en cuando cada que nos poníamos de acuerdo para no avanzar un par de sonrisas ayudaban.
-Espero que ese saludo sea solo por el parentesco-la voz del director salió por el micrófono mucho más relajada de lo que acostumbraba escuchar.
-Por supuesto, y ¿es que creéis que os haría eso?
-Siendo tú, todo es posible.
-Basta hombre que ¿no te fías de mí?
-Eso ya no importa, hoy mandaré a una alumna nueva, quiero que la protejas.
-¿Estáis seguro? siendo del instituto que dirigís en la mañana debe ser toda una pasada.
-No, en realidad por eso el mando es muy buena alumna, solo se pasó de impulsiva y no quiero problemas con la familia del agredido.
-Espero que no intentéis mandarme ayuda que puedo solo eh?
-Para nada solo cuídala.
-No os preocupéis que nada malo podría pasarle conmigo.
-Eso espero...
-¡Vaya hombre! que no sé a qué viene tu reprimenda, siempre he sido un caballero.
-Espero que esta vez sea igual, te dejo, adiós.
-Adiós tío, gracias por el aporte.
Al colgar el muchacho se encontró con sus amigos, no porque era muy apegado ellos, a la mayoría no hacía un año que los había conocido, solo fue porque ya estaba con ellos y por respeto a la conversación tuvo que alejarse, algo que no lo molestaba en lo absoluto ya que los comentarios sobre su nuevo trabajo empezaban a cansarlo.
-¿Qué pasa? ¿Otro problemático en camino?-Carlos se mofó ni bien había estado lo suficientemente cerca del grupo para ser una conversación grupal.
Era bastante atosigante, una de las personas del grupo que lo harían volver a su país sin pensarlo dos veces. Era más pequeño que el lógicamente, tenía un tatuaje de dragón en prácticamente medio pecho y subía hasta el cuello, un arete en una de sus orejas y otro en la lengua, eso no lo hacía insoportable, si tan solo se bañara.
-Basta ya de burlas tío, esta noche será como todas.
-Algo así como "trabajar por el bien del mundo"-Gaby echó a reír después de su propio comentario, no tenía dudas de por qué se eligieron mutuamente como novios.
-Aunque no lo creas es algo bastante parecido a lo que decís, pero solo es por el bien de esta ciudad...
-Basta Oliver que no puedes cambiar el mundo tu solo-Ximena habló con bastante cariño como solía dirigirse a mí, puso su mano sobre su brazo, miro el punto de contacto y luego la vio a los ojos, en el año que se llevaban conociendo había quedado bastante claro que el contacto físico no era de su mayor agrado.
-Bueno déjenlo, tal vez así nos presenta a algunas niñas bastante atreviditas-Samuel se burló un poco y colmaron la paciencia de Oliver.
-Me retiro...-tomó su mochila que estaba en el suelo y la puso en uno de sus hombros, esos extraños personajes habían colmado su paciencia, y no siendo suficiente con eso debía de estudiar para el examen, no sabía que intención tenían con esos comentarios, pero lo molestaron mucho.
En especial el que hizo Samuel, el tipo que acercaba más a un amigo entre ellos, lo que empeoraba el asunto era que nunca habían ido mujeres al trabajo comunitario, esta noche sería primera vez que pasaba y sinceramente se sentía bastante nervioso, sin contar con Gaby y Ximena no había tenido una conversación con ninguna chica y menos aún con una problemática, o que por lo menos se había ganado un lugar más en el bus, nunca había codeado con personas así. No hasta llegar a esa extraña ciudad, donde al parecer muchos tomaban el camino equivocado rápidamente.
Siguió caminando con camino a su hogar, al llega vio lo mismo de siempre, literalmente, nunca cambió nada en ese pequeño departamento que había rentado a inicios del año para poder estar tranquilo, miró el reloj pasaban del medio día, aun tendía tiempo de cocinar algo antes de empezar a aplicarse.
Mientras tanto no muy lejos de ahí, yo salí al fin del aula, prácticamente temblando por el miedo que me daba hablar con mi madre, mil veces me dije que debí escoger la suspensión, podría esconderme en una biblioteca a repasar o intentar aprender temas nuevos sola, pedir las tareas y poder hacerlas con más tiempo, pero se me ocurrió irme a lo más difícil, el director ni siquiera me dijo hasta que hora sería, estaba muy distraída. No podría ir a los juntes cada noche, ni la salidas al bar de siempre los fines de semana.
-¡Dan ey! espéranos-David levantó la mano entre la muchedumbre que nos separaba.
-Debo irme turrón nos vemos...-usé su apodo cariñoso para que supiera que todo estaba bien, yo misma le puse ese apodo hace ya unos años, cuando le dijo lo tierno que me parecía durante un berrinche que me hizo y él decía que no lo era, entonces se me ocurrió, era algo muy dulce que a simple vista podría parecer duro, mi turrón preferido siempre sería mi amigo.
Simplemente necesitaba pensar lo que pasaba, y que excusa pondría, por suerte hoy era viernes, lo que suponía un largo tiempo para curar futuros moretones, y bueno también para llevar lo del trabajo para el siguiente día de clases, pero también era un excelente día para hablar con mi madre y que nadie escuchara mis gritos, la casa solía estar sola los viernes, papá trabajaba durante su hora de almuerzo para dejar lo menos pendiente posible para el siguiente lunes y mi hermano iba a jugar videojuegos con sus amigos después de clases, incluso con uniforme.
Al llegar a casa esperaba el silencio de cada viernes, pero esta vez me equivoqué, mi pequeño hermano gritaba en su habitación lo enojado que estaba por no haber ido con sus amigos y mi madre intentaba tranquilizarlo, y sinceramente yo también me encontraba muy molesta, debió dejarlo ir, tomé el correo esperando alguna respuesta, aun nada, ni siquiera en mi celular, no había nada, este asunto empezaba a ponerme nerviosa, revisé la conexión del internet en mi celular para poder cerciorarme.
-Hija te estábamos esperando-la voz de mi padre me llamó la atención, solo pude fingir mi mejor sonrisa.
-Papá...que sorpresa...-me acerqué y lo abrasé ahogando un grito a su espalda-¿hoy no trabajabas horario continuo?
-Si pequeña pero hoy no será así, ¿qué haces?
-Aún nada...-le mostré las cartas y supo de que hablaba.
-Ya llegará no te preocupes, aún queda un mes para que llegue y sé que lo hará, confía en mí, además...todas estas opciones no se ven nada mal...-mira las cartas que tenía en la mano, lo había hecho porque me obligaron pero yo solo quería una cosa.
-Espero que si papá-lo abracé por la cintura y entramos en la cocina donde mi mamá ya servía la comida y mi hermano estaba sentado refunfuñando en su lugar con los brazos cruzados.
-Hola mamá...
-Hola cariño, ¿por qué no vas a cambiarte mientras termino de servir?
Cariño, cariño, después de lo que le diga hoy no volveré a ser su cariño, sinceramente se me acababa de ocurrir la brillante idea de decirle solo a mi papá y pedirle que me cubra cada noche, pero si uno de sus viajes de trabajo aparecían o una reunión se alargaba sería imposible salir sin que mi madre lo notara, esto era un grave problema.
Fui a mi cuarto para hacer lo que me dijeron, me quité el uniforme y me puse unos shorts de tela ligera, tenían un color a palo de rosa por lo que decidí combinarla con una solerita de tiros delgados blanca, me puse mis zapatos de casa, esos adorables gatitos que decoraban mis pies eran bastante cómodos, sujeté mi pelo en una cola y me dije a mi misma:
-Mi misma si no lo haces ahora y rápido después será peor.
Salí de mi cuarto y vi que todos estaban en la cocina, sonreí al sentarme todos estaban ahí y mi madre se sentó cuando me vio.
-Sírvanse, tenemos excelentes noticias-dijo mamá.
-Yo, yo también tengo noticias...-por alguna razón mi labio inferior empezó a fallarme, temblaba-pero ustedes primero.
-Bueno, su padre...-tomó la mano de mi papá cariñosamente sobre la mesa, y el la vio con la misma vehemencia de siempre-consiguió un viaje de trabajo a Cancún, pero esta vez con todo pagado para toda la familia.
-¡Hay por Dios increíble! papá eso es fantástico, y ¿cuándo es?
-Ese es el motivo por el cual estamos todos aquí, nos vamos esta misma tarde, será toda una semana en familia-mi mamá empezó a aplaudir nerviosa Santi gritaba y saltaba en la mesa, ni siquiera sabía que era Cancún pero ahí estaba, y yo bueno, yo no iría a ese viaje.
-Ahora es tu turno, habla cariño, cuáles son tus noticias-miré fijamente mi plato de tallarín, comí un bocado más antes de hablar, mi mamá empezaba a impacientarse.
-¿Princesita?-papá tomó mi mano, como si supiera lo que pasara y quisiese darme fuerzas-adelante.
-Golpee a uno de mis compañeros en mi curso lo dejé inconsciente me llevaron a dirección y me dieron treinta días de trabajo comunitario aunque no sabía que eso existía pero debo empezar a ir hoy mismo y no puedo faltarme ni siquiera sábados o domingos-lo dije todo muy rápido y casi llorando en serio tenía miedo de lo que podrían decirme.
-¿Qué?-mi mamá estaba atónita, dejó sus cubiertos en el plato haciendo un pequeño ruido que fue suficiente para alertarme, Santi se tapó los oídos abriendo sus ojos y boca lo máximo que pudo, la pintura "el grito" lógicamente fue inspirada en alguien como él.
Tomé la mano de mi papá con más fuerza estaba al borde de las lágrimas, no sabía que podría responderme cerré los ojos y me alejé un poco de la mesa, esperaba esa bofetada pero no pasó nada abrí un ojo lentamente y ella me seguía mirando.
-¿Por qué demonios golpeaste a tu compañero ?-parecía ansiosa por indagar más en el asunto antes de matarme , tal vez eso me convenía, podría explicarle, respiré hondo, era una oportunidad imperdible.
-Empezó a molestarme y bueno hubo un momento en el que ya no pude aguatar y lo golpeé con todo lo que pude, y bueno el director me pilló...-no solté la mano de papá para nada.
-Esa es mi hija-mi papá sonreía y me besó delicadamente la mano.
-No puedo creer que le sigas el juego, ¿no podías avisar a un maestro?-mi mamá estaba furiosa.
-No había nadie cerca, era eso o el idiota me robaría un beso, ¡estaba acorralada!
-¡Pero pudiste simplemente alejarlo de ti!-mi mamá se levantó de la mesa y Santi salió corriendo.
-¿Para qué después lo vuelva a intentar? ¡Ni soñando!-yo también me levanté, sabía que no me entendería pero muy en el fondo esperaba que lo hiciera.
-¡Acudías a mí, a tu padre, al director, a quien sea!
-¡No es suficiente! ¡Creí que entenderías! ¡Me defendí sola!
-¡Pero no lo necesitas nos tienes a nosotros!-los gritos podían escucharse hasta el colegio estaba segura.
-¡No por mucho! mamá no faltan ni dos meses para que termine el colegio ¿recuerdas? ¡Y cuando eso pase me iré a una universidad que esté al otro lado del planeta! ¡Ahí seré solo yo no nosotros yo!
-¡Pues porque no te largas de una vez!
-¡Si eso es lo que quieres!-me levanté de la mesa y salí de inmediato de la casa, escuché a mi papá gritar mi nombre pero era demasiado tarde yo ya había salido.
Al cerrar la puerta un mar de sentimientos me invadió, necesitaba desahogarme con alguien, aunque aún estaba con pantuflas, no podía caminar por ahí así.
-Hola...
-Hola hermosura ¿está todo bien?-la voz madura que me contestó me era inconfundible.
-Sí, ¿podemos vernos?
-En cinco minutos te recojo donde siempre...
-Está bien adiós...
Tardé los cinco minutos en llegar a la plazuela que estaba a la vuelta de mi casa, no sabía cómo taparme los pies, me comía la vergüenza cada vez que alguien pasaba me miraba y luego bajaba la vista a mis pies. Entonces llegó escuché el crujir de esa moto que me era inconfundible.
Al dar la vuelta la esquina ahí estaba, sus ojos eran verdes intensos, muy intensos, sus labios carnosos mostraban una pequeña rajadura a la mitad cada vez que sonreía, un poco de barba siempre cubría parte de sus mejillas, llevaba puesta la misma combinación de siempre, excepto cuando le había pedido dinero a su mamá ahí lo obligaba a vestirse diferente.
Su chamarra de cuero, la camisa o camiseta negra y los jeans, siempre igual, mil jeans mil camisas y mil chamarras o camperas, estaba segura de que solo tenía de esas, pero me encantaba, me daba más ilusión al cambio, una vez cuando fuimos a una fiesta formal se puso un exquisito traje negro, se veía bellísimo, la camisa negra el saco hecho a medida y los pantalones de tela, tardé unos segundos en reaccionar cuando lo vi, era un sueño hecho realidad.
Toda nuestra relación fue siempre un cuento de hadas, el chico rebelde y la nerd, que en ese entonces era yo, todas las historias cursis o por lo menos la mayoría eran ahora de ese estilo, y nuestra historia era perfecta, lo conocí cuando él iba en último año de colegio, yo apenas empezaba la secundaria, me cautivó por completo su sonrisa, en especial cuando me miraba, me ponía muy nerviosa.
Un día se coló por la parte de atrás de mi casa y llegó a mi dormitorio, hablamos toda la noche, solo eso hablamos, de todo y de nada, al amanecer me pidió que estuviéramos juntos, no dudé ni un segundo y acepté, me elevó, del suelo a mis pies tal vez habían treinta centímetros si no era más, ahora la diferencia no era tan grande, pero tomando en cuenta que para entonces yo no había terminado de crecer era inevitable.
Él sabía que nunca había tenido novio y fue muy paciente conmigo, aceptaba mis nervios cuando nos encontrábamos en el colegio y para nuestro primer beso tuvo que esperar un mes entero, estaba tan nerviosa que cada vez que se acercaba me mareaba, dicen por ahí que es una reacción normal al enamoramiento, en especial cuando se da de una forma tan extraña, en el colegio nadie lo sabía pero todos lo sospechaban, por más que yo quisiera evitarlo, él siempre estaba pendiente de mí y era muy cariñoso.
Al año siguiente las cosas cambiaron mucho, y no por cómo fue nuestra relación si no porque el ya no estaba en el colegio, me sentía muy sola y las amigas que tenía antes también habían cambiado, definitivamente sería un año bastante largo, pero después empecé a juntarme con David y Harold, que aunque a mi madre no le gustaba en lo absoluto que me relacione más con chicos que con chicas me demostraron poder ser mejores confidentes y amigos de lo que esperaba.
Nuestra relación empezó a ser publica y por tanto todo cambio de actitud que yo pudiera tener él era directamente culpado, mi mamá decía que mis gustos eran otros antes de estar con él, lo que ella no sabía era que nuestra relación empezó mucho antes de lo que ella pensaba y nunca había notado nada, aunque si había cambiado y hacía bastantes cosas como él había otra cosa que empezaba a afectarme. Algo que todo adolescente suele vivir y no puede evitar, aunque sus padres lo intenten de mil formas, era conocido como "pubertad"
Mis cambios estaban muy relacionados con lo harta que llegué a estar de mi vida como princesita, nunca perdí mis objetivos ni empecé a comportarme de manera rebelde, cuando estaba con ellos, simplemente cambié.
-Hola preciosura...-besó mis labios con mucha intensidad.
-Hola...
-No quiero sonar inoportuno pero... ¿qué carajos haces con pantuflas?
-Por eso quería verte-intenté taparme los pies pero era imposible.
-Sácate esas cosas, prefiero que estés descalza a que me vean contigo así...
Sí, es verdad nuestra historia fue de cuentos, juntos luchando contra todas las adversidades y esas cosas, pero poco a poco las cosas iban cambiando, su rebeldía era extrema aunque yo seguía soñando con mi novio universitario el empezó a hacer cosas que antes no se atrevía, lo amaba de eso no había duda, llevábamos tres años de relación, no era poco, aunque nunca hubiéramos festejado algún mes o nos hubiéramos regalado algo en días especiales, incluso cuando se cumplió el año esperaba que dijera algo pero nuca lo hizo.
Aunque se portaba como un tonto yo sentía siempre lo mismo por él, me decían que perdonaba mucho pero lo que no sabían era que sus defectos eran lo que me había enamorado, mi amado gamberro, mi apasionado y sensible gamberro.
-No lo haré, me hará frio-lo miré poniendo mis manos en la cintura.
-Pues entonces, tenemos que solucionarlo-metió su mano por el espacio que hizo uno de mis brazos y me tomó por la cintura me acercó más a él y me tentaba a besarlo, casi no podía resistir.
-¿Y...que...que es lo que...lo que piensas hacer?
Mis labios temblaban él me acercó y me besó con bastante fuerza, elevándome del suelo como desde el primer día hizo, luego me tomó por el trasero cosa que no esperaba pero antes de terminar de abrir mis ojos me impulsó hacia arriba y me puso en su hombro, tomó mis pies y aunque los movía y gritaba me quitó las pantuflas. Las lanzó al patio de una casa cercana y las di por perdidas.
-Eres un idiota...-crucé los brazos y me senté cerca de su moto.
-Tu viniste con esas cosas en los pies no me culpes.
-Tú nunca cambiaras...
-No, ahora dime ¿que querías?
-Necesito hablar con alguien-de un brinco se sentó junto a mí.
-Tus padres...
-Si bueno, hoy golpeé a uno de mis compañeros y me dieron un buen castigo.
-Y como siempre tu madre te culpó a ti...-me miró furioso.
-No, bueno si, pero es que no fue mi culpa...
-Estoy seguro de que fue así, tu no matarías una mosca, seguramente si un bicho quisiera picarte tú se lo permitirías.
No pude evitar reír después de ese comentario, pero acabó cuando mi teléfono empezó a sonar, lo saqué y vi el número de la llamada era de mi casa, podría ser mi madre o mi hermanito, cualquiera en realidad me daba miedo contestar.
-¿No contestaras?
-No, estoy contigo ahora-guardé mi teléfono en el bolsillo.
-Esas es mi chica-por más que pasara el tiempo que diga eso me hacía ruborizar-¿cuál es tu castigo?
-Trabajo comunitario
-¿Eso acaso existe?
-Al parecer sí, no tengo idea de donde es, me dieron una dirección a la que debo ir esta noche.
-Si quieres podemos vernos después-rodeó mi hombros con su brazo, el cuero calentado al sol me quemaba pero no le dije nada.
-No creo que sea buena idea, probablemente me esperen en la puerta hasta que esté en casa.
-Está bien, ¿sabes que puedes contar conmigo verdad?-me besó en la frente, muy pocas veces era así de tierno pero sabía cuándo necesitaba que lo fuera.
-Gracias...
podría decirle que lo amo, o por lo menos que lo quería pero sabía que eso lo alteraría solo intenté decírselo un par de veces fueron nuestras mayores discusiones, tal vez él quería decirlo primero, o estar seguro de lo que sentía, el hecho es que nunca lo dijo, ni siquiera parecía tener la intensión de decirlo nunca.
nuestra relación era diferente a las demás, o por lo menos a todas las que había leído en los libros, desde que estuve con él o un poco antes mis relaciones amistosas con chicos fueron prácticamente nulas, así que no tenía idea de nada por el estilo, Harold nunca había tenido novia, nada oficial, aunque en todas las fiestas siempre estaba bien acompañado y David bueno, ese chico era la ternura en persona y sus dos únicas relaciones fueron todo un cuento de hadas, por lo que me contaba, cualquiera quisiera estar con alguien como el, excepto yo, siempre tuve a Nacho a mi lado así que no esperaba nada más.
a veces salíamos, no era muy seguido ya que primero era a escondidas y después era prohibido, pero eso nunca nos detuvo, en momentos como hoy podíamos tener un poco de paz para nosotros, muchas de nuestras citas terminaron siendo en su casa, conocía a toda su familia, era el único lugar en el que podíamos estar tranquilos, vimos muchas películas juntos pero nunca fuimos al cine, fuimos a muchas fiestas pero nunca juntos, comimos muchas cosas deliciosas pero nunca salimos a cenar, aunque en secreto la pasábamos bien.
-Mira nena, tal vez tus padres no me acepten pero eso no importa y quiero que siempre lo tomes en cuenta, empezamos esto juntos y si termina quiero que lo decidamos nosotros no ellos...
-¿De que estas hablando?-me levanté para mirarlo a los ojos.
-Solo quiero que lo pienses y que no te dejes manejar.
-Otra vez con eso...ya te dije que no lo lograrán, a veces pienso que esperas que lo deje...
-No es eso, pero, te...te tienes que quedar a mi lado.
-¿Por qué tengo?
-Porque eso dicen las estrellas-no pude evitar sonreír.
-¿Y tú hablaste con todas ellas?
-Solo con algunas...y dicen que así debe ser.
-Tonto...
-No soy tonto, tú lo eres por no escucharlas-me abrazó más fuerte y me besó en la frente.
Revisé mi celular y no dejaba de sonar, tenía diecisiete llamadas perdidas.
-Me tengo que ir...-dije suavemente mientras acariciaba la línea de su cierre en su camisa.
-Vamos...-se levantó y me ayudó a hacer lo mismo, después me llevó a su espalda para alzarme.
-¿Qué haces?
-Te dejé sin zapatos no dejaré que camines así.
-Bueno no sé si recuerdas pero mis padres te odian y si te ven acercarte a mi casa con su hija en la espalda ocasionarás un gran lio.
-Es cierto...espera-me bajó y me sentó en su moto, se sacó la chamarra y me la entregó.
no tenía idea que era lo que estaba haciendo, se fue con dirección a la casa a la que había botado mis pantuflas, miró a ambos lados y sin que nadie lo notara se trepó en la pared y entró en la casa, no quise decir nada por miedo a que lo descubrieran, esperé aunque los nervios empezaban a engañarme, después de unos minutos vi su mano apoyarse en la parte más alta, no pasó mucho más y vi su cabeza y lo demás de su cuerpo, a nadie parecía importarle, sentí un gran alivio cuando dio el ultimo salto al piso.
-Estás loco...-dije cuando ya casi estaba junto a mí.
-Solo un poco...ten-me dio mis pantuflas.
-Gracias-me las puse y me levanté de su moto-bueno colega me voy.
-No puedes hacer eso aun-me jaló y me pegó a su cuerpo, me besó con mucha fuerza y después me volvió a soltar-ahora sí, puedes marcharte.
-Adiós, intentaré salir esta noche, después de bueno ya sabes.
-Claro nena nos vemos.
Me dirigía a mi casa y escuché su moto encenderse, me di la vuelta y al pasar por mi lado no dijo nada como siempre, me decía que era mejor porque mis padres podrían estar cerca pero siempre esperaba que cambie de idea.
Al entrar en mi casa escuché los rápidos pasos de mi padre, mi hermanito y mi mamá caminando de un lado al otro.
-Te estábamos buscando-mamá se asomó por las escaleras-sube.
Hice lo que dijo sin decir una sola palabra en parte por miedo y también por no querer explotar otra vez.
-Hablamos con tu tía Sofía, iras a almorzar con ella durante toda la semana, y ella te acompañará en las tardes aquí hasta que te vayas a tu dichoso trabajito-movió la mano restándole importancia, seguramente mi tía no sabía de lo que se trataba realmente.
-Está bien...-no me sentía bien con la situación.
-Llegaremos aquí el próximo viernes, a la seis ya estaremos en casa, así que espero verte al llegar antes de que te vayas, nada de salir antes ni fiestas, y mucho menos ver a ese muchacho.
-Su nombre es Nacho, y sabes que no puedes prohibirme eso.
-¿Cómo de que no? ese muchacho no puede poner un pie en esta casa, y menos en mi ausencia-parecía querer relajarse-bueno, igual tu tía estará al pendiente de ti y no te dejará hacer nada.
Mi tía Sofía era la persona más liberal que conocí, no sé si fue su última opción, fue la única que aceptó, o tal vez le dijo a ella porque no haría muchas preguntas pero el punto es UE ella no era exactamente un adulto responsable, era la última de sus hermanas, era joven y encantadora, a más de una fiesta a las que iba me la encontraba y me pedía lo mismo que yo, que lo que pasara no saliera de la fiesta.
-¿Me estas prestando atención?
-Claro, no te preocupes...
-Y por favor, no golpees a nadie más.
-Descuida-no pude evitar reír un poco-solo fue una vez.
Lógicamente que volvería a pasar si otro idiota se metiera en mi camino solo para molestar, no iba a dejar que pensaran que era débil y no me importaba hacer lo que sea para que lo supieran, y si tenía que golpear a un par de idiotas por ahí, con gusto lo haría, obviamente que esa parte no se la diría a mi madre.
-Me tengo que ir, terminaré mis deberes del colegio de una vez.
-Está bien, partimos en dos horas, ¿nos acompañaras?
-Tal vez, si termino todo.
-Está bien.
Fui a mi dormitorio, que no era precisamente la gran cosa, mi cama, mi armario, libros por todo lado y un puf, perfecto, no necesitaba nada más, aunque mis paredes tenían de todo, colgaba prácticamente todo lo que tenía, una camiseta de futbol, un poster de "three days Grace" un cuadro mío hecho en la clase de labores en el colegio, un rosario gigante fotos con mis amigos, algunas caricatura de mi familia, y dibujos hechos por Santiaguito, se supone que en todos ellos estaba yo, algún día me encontraría entre esas líneas.
Me tiré sobre mi puf, que por cierto estaba en una esquina, justo esa esquina en la que acababa de darme un buen golpe en la cabeza, no pensé que eso podría pasar, me senté en el piso sobando mi cabeza y preferí ponerme a hacer lo que dije, busqué mis cuadernos y revisé matemáticas, la circunferencia era fácil si te sabías las formulas así que hice los quince ejercicios de la tarea, y sin darme cuenta ya debían ser hora de despedir a mis padres, decidí acompañarlos al aeropuerto, me estaba perdiendo la mejores vacaciones de mi vida, pero tenía que enfrentarme a lo que hice.
Salimos todos como locos, Santi parecía enloquecido, mi mamá está muy nerviosa, no sabía si le faltaba algo, si tenía que recomendarme algo, o si simplemente ya había perdido la cabeza, mi papá cargaba las cosas en el taxi, se veía bastante camsado, y eso que el viaje no empezaba.
Tomé a Santi pero se movía mucho.
-Basta pequeño que te caerás-intentaba jalarlo para ponerle la chaqueta, pero no se dejaba.
-NO, NO, NOOO.
-Basta, o no irás-lo puse entre mis piernas, tenía diez años pero era bastante inocente e hiperactivo.
-¡No quiero ir...!
-Pues lo harás-le puse uno de los brazos y quiso salir corriendo, así que hice lo más sensato que se me ocurrió, lo levanté de los pies y dejé su cabeza colgando-¿ahora que piensas?
-¡Bájame! ¡Mamá!
-Mamá me apoyará-le dije mientras seguía pataleando-¡compórtate!
-¡Esta bien!-gritó sin dejar de patalear.
-Ahora cálmate o terminaré matándote-por fin lo hizo y cruzó sus brazos, de cabeza ese gesto se veía bastante gracioso.
-Ponte la chaqueta...-se la extendí para que meta los brazos.
-Mientras esté de cabeza no puedo-era verdad, lo tomé por la espalda y lo agarré de manera correcta, estiré la chaqueta y se la puse.
-¿Como va todo por aquí?-mamá entró al cuarto de Santi.
-¡Mamá! me puso de cabeza y me hizo colgar así-se quejó con mi madre.
-¡Niño mentiroso!-lo acusé.
-¡Es cierto!-me gritó desde la parte de atrás de las piernas de mi mamá.
-Ya basta, vamos que el taxi nos espera.
-Está bien-dijimos al unísono.
-Jenny, acompaña a tu hermano afuera por favor.
-Está bien, recojo mis llaves y vamos-al entrar en mi cuarto recogí otra cosa que tenía colgada en mi pared, mis llaves.
Salimos de la mano con Santi, cuando los cuatro estuvimos en el auto el silencio nos venció. Hasta que mi papá lo cambió.
-Ten pequeña, para tus gastos de la semana-me tendió tres billetes de cien, por supuesto que no los gastaría. A no ser que tenga una gran emergencia.
-Gracias papá.
Al llegar la locura empezó de nuevo, esta vez yo ayudé a mi papá a llevar las maletas y mamá fue a hacer todos los papeles con Santi, ¿cuantas cosas podrían necesitar en una playa cuando acaba de iniciar el mejor clima?
Llevamos las maletas y como sospechaba, tenían exceso que papá tuvo que pagar. Esperamos que llamaran a su vuelo, cosa que no tardó mucho en pasar.
-Cuídate te llamaremos desde allá-papá sonreía como siempre, nunca había sido un gran alumno en colegio siempre fue rebelde hasta que conoció a mi madre y sentó cabeza por ella, tal vez por eso lograba entenderme más que ella. Siempre soñaba con que un día pase lo mismo con Nacho. Pero finalmente lo roles cambiaron.
-Háblale a tu tía para que venga hoy mismo si es posible, y ten cuidado con el gas, no dejes las ventanas abiertas y no dejes saber a nadie que está sola por las noches-mamá hablaba muy nerviosa, y sinceramente yo también lo estaba, era primera vez que me quedaba sola tanto tiempo, y aunque había pensado hacer una fiesta cada noche decidí no empeorar mi situación.
-Está bien-miré abajo y ahí estaba-te cuidas pequeño demonio-abracé a mi pequeño hermano, aunque era ya todo un niño para mí no dejaría de ser el bebé con el que aprendí muchas cosas, por ejemplo la diferencia entre hombre y mujer.
Subí para poder despedirlos desde el balcón, y vi partir el avión, me sentía bastante mal, esa pudo ser la mejor aventura de mi vida y sin embargo veía como se alejaban y yo volvía a mi vida rutinaria, excepto por una cosa, el trabajo comunitario.
Me puse los audífonos y salí de ahí casi escapando, pensaba gastar lo menos posible así que tomé un micro para bajar a mi casa, me sentía bastante sola, aunque esperaba sentir la libertad de vivir así en cualquier momento, las circunstancias cambiaban el sentimiento, aunque dentro mío sentía que tal vez era bueno un poco de eso antes de que no hubiera vuelta atrás.
Mientras tanto en otra parte de la ciudad Oliver terminaba de memorizar algunas partes de su libro pero su mente parecía no estar ahí, decidió despejarse y salir, estaba cerca del parque, podría caminar tranquilamente un momento antes de volver a sus estudios, pero cuando vio que el calor no podía estar más fuerte fue por un helado, le sentaría bien.
El ritmo del rock alternativo intentaba moverme pero no lo lograba, cerré mis ojos esperando que algo dentro de mí se accionara, que me diera el valor que necesitaba y siempre creía tener, por un momento llegué a dudar de mi misma, cada vez que cerraba los ojos veía cosas horribles que podían pasar esta misma noche, cuando en los audífonos sonó una canción que no escuchaba hace mucho y había olvidado, era de un cantante totalmente diferente, en Bolivia se escuchaba poca música europea, menos a él Alex C. con un tema que saqué de la película de tres metros sobre el cielo, llamado felices por siempre. Miré por la ventana, y definitivamente no estaba por mi casa.
***Holaaa bueno aquí les dejo el segundo capítulo y les aviso no seré siempre tan constante por clases y esas cosas lo siento por eso...espero les guste y me apoyen con estrellitas y comentarios...si suman la historia a sus bibliotecas les agradecería muuuuuchísimo ya saben que pueden seguirme y los sigo bessos !!!!***
ESTÁS LEYENDO
Si Te Elijo...
Teen FictionEste es el inicio y el final, una cuenta regresiva. Cuando crees estar en tu felices para siempre, imaginas todo lo que podría pasar? 3 personas 2 opciones 1 decisión