Día 11

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Abrí los ojos apenas y encontré la puerta de mi habitación, giré y vi una espalda que se movía suavemente con la respiración calmada, me acerqué y lo besé. No se movió ni un poco, me levanté para alistarme y me fui al baño. Entré a la ducha y al salir me vi en el espejo, ahí, desnuda, me sentía diferente, pensar en lo que pasó anoche me hacía sentirlo de nuevo, no pude evitar sonreír y morderme el labio estaba feliz, fue nuestra primera vez, y fue juntos, habíamos hecho el amor, habíamos estado juntos como nunca antes.

Me sequé el cabello un poco más y fui a la habitación, el seguía dormido, me arrodillé a su lado para verlo de cerca, le di un beso suave en los labios y el parecía no inmutarse. Quise levantarme y aún con los ojos cerrados estiró el brazo para agarrarme, yo todavía estaba con mi bata y la toalla en la cabeza, me asusté pero me dejé llevar riendo.

-Buen día-dijo con su voz ronca y adormilada, aún tenía los ojos cerrados.

-Buen día dormilón ¿no tienes clases?-le dije tomándolo de las mejillas.

-Nada más importante que amarte-me dijo besando mis labios.

-O sea que si tienes clases pero te da flojera...-dije levantando mi ceja.

-Exacto.

Reímos y me levanté de nuevo, me tenía que vestir, pero por primera vez no me importó hacerlo delante suyo. Fui a mi armario saqué lo necesario y empecé a vestirme ante la mirada de Nacho, me puse mi ropa interior y seguí por la falda del colegio, Nacho me detuvo y besó suavemente mis hombros y bajó por mi espalda hasta mi cintura, después me giró y besó mi vientre subiendo por entre mis pechos hasta mi cuello y luego la boca. Sonrió ahí y me dejó seguir.

Cuando ya estaba lista fui a la cocina donde Nacho ya había hecho el desayuno, otra vez con ese delantal que me encantaba, no podía verse mejor, lo contemplé un momento más mientras terminaba de hacer el jugo.

-Nacho volteó y me agarró de la cintura, como siempre tenía una canción entre los dientes que de momentos dejaba que escuche.

-Te amo-me dijo más claro al oído mientras yo me acurrucaba en su cuello. Desayunamos el delicioso jugo de papaya que hizo y después salimos, me llevó en su moto hasta el colegio y me dejó en la puerta, al entrar me encontré con Harold pegado a su teléfono como siempre.

Lo vi sin poder evitar la felicidad de hacerlo, sentía que habían pasado años desde la última vez, estaba exactamente igual, haciendo lo mismo, en el mismo lugar.

Negaba con la cabeza mientras lo veía y pensaba cuantas cosas cambiaron para mí los últimos días, en especial las últimas horas. Un remolino se situó en el medio de mi estómago al volver a pensarlo, no sé si lo que pasó sería algo que deba contar, aunque no les guardaba ningún secreto esto era algo más íntimo.

-Señorita, ¿no piensa usted hablar?- no me di cuenta en que momento entramos a clases pero mi maestra intentaba hablarme y yo no entendía nada, vi que en el pizarrón estaba escrito algo sobre "Pearl Harbor" la miré y solo tenía en mente la película.

-¿El ataque de los chinos?-dije sin pensar haciendo estallar las risas entre mis compañeros.

-Japoneses, y sabría quiénes son si prestara más atención-me miró molesta y agaché la mirada, hasta que la punta de un lápiz me pinchó el brazo. David me miró preguntándome que me pasaba y al verlo solo pude sonreír, sin decir absolutamente nada, me puse colorada y seguí escribiendo, ¿Qué escribía? Realmente no lo sé.

-Ahora no te me escapas-David me tomó del brazo mientras intentaba salir y me llevó a un lado.

-¿Qué pasó?

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