24: "¿Guardián?"

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Un delicioso olor llega a mi olfato y no dudo en abrir mis ojos, todo el cuerpo me duele y siento que si me muevo, me largaré a llorar. Intento adaptar mis ojos a la poca claridad del lugar y mi ceño se frunce al darme cuenta de que no me encuentro en casa de los Graham como había pensado. Es diferente y más rústico.

Desplazo mis piernas fuera de la cama y camino descalza hasta llegar a la puerta, todo está oscuro y no sé en donde encender la luz por lo simplemente adivino el camino entre la oscuridad. La puerta rechina por lo que no la abro completamente, no quería alertar a nadie de que me he levantado, paso por el espacio y busco rastro de alguien presente, sonidos provenientes de la cocina me alertan por lo que me dirijo hasta allí, me detengo en el umbral de la puerta y asomo mi cabeza solamente. De espaldas está un hombre alto y robusto pero no estoy segura de conocerlo hasta que logro ver su perfil. Está vestido de pijama de monos y no parece notarme, por lo que agarro un cuchillo que se encuentra sobre una mesa a mi lado, me acerco lentamente hacia él y antes de que estuviese lo suficiente cerca, su voz me detiene.

- ¿Piensas matar al sujeto qué te ha salvado la vida de aquel infierno?-dice y se gira para verme. Es el mismo chico que me había encontrado tiempo atrás, en la disco y en el supermercado.

Mi corazón comienza a latir rápidamente y presiono el agarre del cuchillo para estar segura, él no parece preocuparle, sólo sonríe. Yo me alejo un poco y le muestro señales de ataque sólo para que no avanzara, cosa que no sirvió de mucho porque dio dos pasos hacia mí.

- ¿Salvarme de dónde? Todos dicen que me salvan y en realidad, todos me encierran en un mismo infierno-digo sin perder la voz.

-No es sano matar alguien de tu misma sangre, además, no estoy interesado en ti como piensas-se encoge de hombros.

- ¿Y por qué me has seguido todo este tiempo?-pregunto con el ceño fruncido.

-Porque debo protegerte-contesta-. Hay tantos enemigos que debes elegir, pero yo no soy el indicado para tu lista. Llevo intentando salvarte desde mucho antes en la disco, sólo que nunca me mostraba frente a ti-

- ¿Y por qué razón debes salvarme?-pregunto con ironía mientras recuerdo cuando los Graham dijeron algo parecido-. ¿Cómo se yo qué no eres igual a ellos?-

-Repito, no es sano matar alguien de tu misma sangre-me guiña un ojo y se voltea de nuevo a la cocina-. Ellos quieren tu sangre porque es la cura, piensan que eres la última persona que la lleva. En cambio, somos dos ahora-

- ¿También tienes la cura?-mi ceño se encuentra fruncido al momento de tocar el tema.

-Todo guardián la lleva, claro-apaga la hornilla y se voltea de nuevo a verme.

- ¿Guardián?-pregunto nuevamente confundida.

El hombre frente a mí me mira como si estuviese loca o algo, ladea su cabeza y se voltea para servir en dos platos nuestros desayunos, en dos tazas café, y luego se sienta sobre la mesa que está pasando la habitación. Yo le sigo el paso con cuidado y espero a que hable.

-No me sorprende que no conozcas nada sobre lo que sucede a tu alrededor-suspira-. Y si te lo voy a decir todo, no lo haré con el estómago vacío. Siéntate, haz tenido una larga noche-

Yo me quedo un rato parada frente a él y dudo en sí sentarme o no, el estómago me ruge y me rindo al sentir grandes ganas de comer lo servido. Tomo asiento y me quedo observándolo durante unos segundos, agarro el cubierto y comienzo a comer mi tortilla. El agradable sabor corre por mi garganta así que meto otra bocanada de comida a mi boca.

-Listo, caíste en mi trampa, en pocos segundos tu piel se tornará morada y te asfixiarás poco a poco-dice sosteniéndose de los codos sobre la mesa.

Avenencia. [#1 LIBRO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora