10: "¿Estás segura...?"

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Mis brazos estaban siendo rasguñados sin piedad por la pelirroja que intentaba morder mí cuello con sus largos colmillos. Pateo su cuerpo a un lado e intento levantarme nuevamente, ella agarra mí pie en un ágil movimiento y me vuelve a estrellar contra la pared.

Mí brazo, labio y frente sangraban debido a los golpes, todo a mí alrededor parecía dar vueltas. Los pies me pesaban pero aún así junté mis fuerzas para lograr moverme. Escucho una risa escaparse de sus labios y al recuperar la vista, sólo sonreí de lado de manera cínica. Su rostro mostró confusión y antes de que se girara sobre sus pies, Elias la sorprende a sus espaldas antes de que lograra arremeter contra alguno de los dos y esta gruñe al instante que sus brazos la rodean.

Sus colmillos se habían hecho mucho más grandes y a pesar de que Elias intentaba ocultar los suyos, sabía qué lucían de la misma manera. La pelirroja sacude su cuerpo de manera descontrolada y con desespero por escapar. Una amplia sonrisa llena de cinismo se volvió a plasmar en la comisura de mis labios mientras daba un paso hacia ella. Levanto mi brazo derecho y alzo su mirada hacia la mía.

Sus grandes ojos color verde chillones me observaban con ansias, centro mí atención en ella hasta hacerla retorcer del dolor. Un gemido de dolor se escapa de sus labios y seguidamente un grito escandaloso de su parte. No podía ni quería detenerme, quería hacer que sufriera el doble de lo que me había lastimado, hacer que su ego se desplomara en el suelo y se gastaran todas sus energías, pero sabía que debía detenerme en cualquier momento.

-Con eso es suficiente-sonrío hipócrita a su dirección-. ¿Dónde está Ethan?-se niega a responder.

Miro a Elias y este no hace ninguna expresión, sólo presiona más su agarre a el cuerpo de la chica que yacía derrotada ante mis ojos. Su cuerpo se retuerce de dolor al yo seguir atormentando su mente y la hago levantar su mirada hacia mí.

- ¿Dónde está Ethan?-vuelo a preguntar.

-No lo sé-gruñe de mala manera y suspiro hondo, perdiendo la paciencia.

-Es mejor qué me digas ahora o...-digo y ella estalla en risas.

-Ahórrate tus amenazas, no te conviene siendo una inútil humana-me interrumpe.

Elias presiona más su agarre y me agacho para buscar una de las estacas a mí alcance y la presiono contra su pecho, justo cómo me había dicho Frida luego de varias lecciones. La pelirroja palidece un poco y me mira de mala manera.

-¿Dónde está Ethan?-digo y miro mí mano temblorosa. No me había dado cuenta de que lo hacía hasta ahora. Mis ojos se aguan al recordar su rostro en mí mente e intento calmar mis repentinas y alteradas respiraciones.

Estaba tan enojada por no poder ayudar a Ethan, de no encontrarlo y de saber que en estos momentos puede estar sufriendo por mí culpa, por no haberlo obligado a quedarse con nosotros y por haberlo dejado solo. A pesar de ser quién era, necesitaba de nuestra ayuda ahora, o moriría.

-Mejor averígualo tú-su voz chillona me saca de los pensamientos. Sonrío de nuevo y antes de que pudiese clavar la estaca en su pecho, Damien aparece a mí lado y arrebata el objeto de mis manos. Giro a verlo y me atemorizo al ver su aspecto. Sus ojos se encontraban mucho más claros y brillantes, su camisa estaba empapada de sangre y su cuerpo estaba mucho más grande de cómo lo recordaba. Había tenido una fea pelea allá afuera y no quería ni imaginar cómo habían terminado.

-No vale la pena. Sí la matamos, no servirá de nada-dice con voz gruesa-. Déjala ir-mira a Elias y este la suelta al instante.

Su cuerpo inerte cae al suelo y reacciona escasos segundos después, parecía estar todavía aturdida por lo anterior y sin antes mirarnos con reproche, salta y escapa por los grandes ventanales. Mí cuerpo flaquea de nuevo e intento recuperar la cordura. Me sentía incluso más débil qué antes, cómo sí hubiese contenido todo este tiempo la respiración.

Avenencia. [#1 LIBRO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora