Desconocido.
Su casa era grande y ella estaba sola. Tenía que hablarle, pero por lo que sabía era necia, así que era mejor vigilar sus movimientos antes de hacer algo, tenía que tener cuidado de no conducirlos al peligro. Ellos no tenían ni idea de lo que les esperaba.
Me moví por toda la casa, buscando algo que me dijera lo que sabían, no podía ser que no supieran nada. Pero la casa era totalmente normal, o como supuse que eran las casa de todos ellos. Había fotografías, Denébola sonreía en todas ellas y Deneb a su lado hacía lo mismo, estaba en muchos lugares distintos, todos ellos eran muy raros para mí, pero era curioso que me gustaran, también había fotografías de ella bailando, como el sábado la había visto, o de él nadando, como hoy lo estaba haciendo.
Denébola miraba a todos lados y yo me movía antes de que pudiera verme, nadie podría verme, parecía asustada, pero yo no podía permitir que me ocultara información, tenía que saber todo de ellos, tenía que llevarlos conmigo. Ella incluso revisó sus cámaras de seguridad, pero su tecnología, aun siendo tan avanzada, no lograría descubrirme, era mucho más rápido que eso, ni siquiera nuestra tecnología, que era más de lo que ellos podrían soñar, lograba capturarme.
La observé durante horas, tenía un alma de guerrera como todos nosotros, pero aún tenían mucho que aprender, sus movimientos seguían siendo finos y cuidadosos, como los de todos los humanos; la había visto pelear en esa fábrica el fin de semana contra ese hombre, pude ver en ella y en Deneb que tenían el alma para ser unos soldados, tenían la determinación y el poder necesario. De hecho, estaba seguro de que aun tenían más poder, más de que trataban de esconder, pero una vez que se dieran cuenta de lo que podían hacer y a dónde pertenecían, uno de ellos iba a ser la clave para terminar con toda una guerra.
—《... entonces el segundo hijo los derrotará y todo habrá terminado.》— susurré mirando una fotografía de ellos dos, los dos hermanos. Después de eso, me fui.
Denébola.
Moví mi cuello para ambos lados, haciendo que tronara, y subí los brazos estirándolos por encima de mi cabeza mientras disminuía la velocidad de mis pasos, comencé a trotar en la pista, disfrutando de cómo mis músculos a ponían tensos por el ejercicio. Otros chicos de mi clase corrían pasando de donde yo estaba, incluido mi hermano, que me guiñó un ojo mientras corría hacia atrás.
— ¡Espero que te caigas! —le grité.
Él se echó a reír y volvió a mirar al frente. A mi lado, Emma llegaba sin aliento, apretándose el estómago y con cabellos sueltos de sus moño alto.
—Ya... no... puedo más. Voy a morir —se quejó.
—Qué dramática eres.
—Lo deportes y yo... no nos llevamos bien.
— ¡Pero si sólo llevas una vuelta!
—No todas podemos aguantar tu ritmo, Dené —me dijo—. Esta clase tiene algo bueno: es a la misma hora que el entrenamiento de fútbol —dijo sonriendo; miraba a los chicos del equipo de fútbol, todos con sus uniformes y todo su equipo puesto, haciendo diferentes jugadas mientras que el entrenador gritaba a todos sin parar—. Lástima que estos shorts no sean nada sexys— se quejó de nuevo.
—No lo sé, me quedan bastante bien —bromeé.
—Claro, te ves increíble en ese uniforme, pero yo no —me sacó la lengua, yo solo fruncí el entrecejo—. Me adelanto, de todos modos, siempre me alcanzas.
Y siguió corriendo la pista, pero su mirada no dejaba a los jugadores de fútbol, puse los ojos en blanco y seguí trotando, ya había corrido suficiente y aunque podía dar un par de vueltas más, ya no quería, así que troté con paso lento.

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Cygni.
FantasiEllos son hermanos y parece que lo tienen todo en la vida, no les hace falta nada, son adolescentes que van a partidos y fiestas con amigos. Excepto... que no son como los demás. Denébola y Deneb tienen un secreto que han escondido toda su vida con...