Capítulo treinta y dos. Parte cuatro.

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Denébola.

—Relájate un poco, no la estoy juzgando —le aclaré a Deneb.

Y como no tenía ganas de que me hablara del tema en ese momento, dejé de ser fuego para pisar con mis propios pies la tierra firme del territorio de la Torre Siete. Era de las más tranquilas, me encontraba a la orilla haciendo crecer mis llamas que cubrían todo el perímetro, no sé cuántos metros de alto eran, pero no veía el fin.

Saqué mi lanza de las correas de mi espalda y me adentré en la batalla, pocos eran los que peleaban afuera de la Torre, la mayoría ya estaba avanzando a la Cuatro y otro tanto se encontraba dentro de su torre peleando con los Oscuros. Me acerqué corriendo para poder ayudar a los de adentro, intenté crear llamas y que entraran limpiamente para que se vieran obligados a salir pero las llamas no entraron. Una leve capa de algo (que no supe qué era) cubría toda la construcción. Parecía un campo electromagnético que no dejaba entrar o salir nada, corrí a la entrada y ahí había una chica Oscuro, sentada en una roca cercana a ella y girando un cuchillo en su mano sin la menor preocupación, levanté mi lanza sin pensarlo, esperando que me atacara.

—No intentes pelear conmigo —dijo la chica. Me detuve unos segundos y después avancé hacia ella lentamente pero con una gran curiosidad creciendo en mi interior—. Bueno, claro que puedes intentarlo pero no te va a funcionar. No pienso responder.

— ¿Por qué no?

Ella sólo se encogió de hombros sin apartar la vista de mí, después sonrió como quien conoce un secreto y te lo echa en cara sin remordimientos.

—Sólo estoy aquí para ver cómo termina esto.

— ¡Denébola! —gritaron en la puerta de entrada. Estaba tan curiosa por la chica que no me percaté de lo que pasaba a mi alrededor, en la entrada de la Torre estaba Yed, el capitán de esa legión; por detrás de él podía ver a varios Cygnis, buenos y malos, pelear entre ellos. Me pareció tan extraño todo aquello no supe qué responder—. Quema la Torre.

— ¿Qué?

—Quémala —volvió a pedir Yed, con tanta seguridad que me dio miedo—, hasta los cimientos y que nada quede.

—N-no —las palabras se atoraron en mi boca.

—Es la única opción.

— ¿Logras distinguir la enérgica que cubre toda la Torre? —preguntó la chica Oscuro, señalado lo que yo ya había visto—. Es un campo de fuerza, alguien más y yo lo creamos —me contó con orgullo, como si me estuviera dando una lección en clase—. Es impenetrable, combinamos varias cosas y usamos magia oscura, nada que tengan en la zona Luz. Él se quedó dentro, pero tus amigos lo mataron hace rato. Sólo podemos activarla él y yo. O desactivarla.

Sonrió con maldad.

—Pues hazlo —me acerqué a ella rápidamente y saqué un cuchillo de mi cinturón para ponerlo sobre su cuello, podía ver la vena de tan cerca que estábamos—. Ahora.

—No.

La necesitaba viva, así que la tomé por el cabello y bajé su cabeza hasta que impactara con mi rodilla, pero tengo que ser honesta, titubeé al último segundo y el impacto fue menos fuerte. Después la arrastré el campo de fuerza que estaba a sólo un metro de la Torre, recargué su cara sobre él y ella gritó de dolor, se estaba quemando su rostro y el campo sacaba chispas. Ella no se defendía y eso no me gustaba; simplemente dejó que le deformara la mitad de la cara hasta que me dolió verla.

— ¿Sabes por qué no voy a pelear contigo?

—Porque soy mejor que tú y te asusta —respondí.

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