Adam.
Las vacaciones de invierno habían terminado, era una noche fresca de un domingo en enero, las estrellas brillaban más que nunca en el cielo, creo que éramos los únicos tontos paseando por las afueras de un parque de diversiones que ya había cerrado.
Dos horas de camino eran hasta la Universidad pero a Andy y a mi no nos importaba, aún cuando mañana empezaría una semana cargada de trabajo. Ella reía de algo que le había contado, en este momento no recuerdo qué, pero varios de sus cabellos dorados cayeron sobre la bufanda gris enrollada en su cuello; aparté los mechones de su cara y besé sus labios, unos labios con lo que me había familiarizado por un poco más de un mes y, la verdad, me sentía bastante bien con ellos. Mejor de lo que me había sentido en un largo tiempo.
—No puedo creer que te disfrazaras de bruja en Halloween.
—Tenía cinco años, no sabía qué era la humillación —argumenté.
—Nunca te ha importado nada ¿cierto? —preguntó con una sonrisa inmensa.
—Me importan muchas cosas —conocía bastante a las mujeres para saber que Andy era de las que no decían nada sólo por decir, ella estaba esperando que yo dijera que ella me importaba... quizá sí, pero aún no me sentía... ¿bien? No sentía bien al decirlo, se sentía incorrecto—. Mi mamá es un ejemplo —dije para irme por un lado seguro. Miré el reloj y faltaba una hora para las doce y sólo de camino a Yale eran dos horas—. Creo que es hora de regresar ¿te parece?
En lugar de responder se puso de pie y tomó mi mano para guiar el camino de vuelta al auto. La caminata hasta él fue bastante tranquila y ya dentro y en marcha fue un poco más platicadora, incluso ella iba cantando en la mayor parte.
Había conocido a Andy desde el año pasado al iniciar las clases, pero hablé con ella después de las fiestas de acción de gracias y fue cuando la empecé a conocer un poco más. Me gustaba mucho, tenía las características que siempre me habían gustado en una chica pero tenía que ser sincero conmigo... no estaba ni de cerca enamorado. Sin embargo, trataba con todas mis fuerzas de hacer que funcionara, no era un esfuerzo muy grande porque ella lo hacía más fácil; yo quería continuar, no estaba olvidando pero sí avanzando.
— ¿Me llevarás directo a mi cuarto o me invitarás un café en tu departamento? —preguntó casi al final del viaje.
—Creo que sería muy descortés de mi parte no invitarte una bebida caliente para estabilizar tu temperatura en una noche tan fría como esta —respondí.
Ella soltó una gran carcajada y no soltó mi mano a partir de ahí, trazando leves círculos con su pulgar. Su tacto era relajante, quería incluso que lo siguiera haciendo por más tiempo del que tardamos en llegar a mi departamento, quería que me a ayudara a descansar.
En el estacionamiento de mi edificio fue ella la que no quiso esperar más, se lanzó sobre mí con besos y caricias, moviéndonos así hasta llegar al elevador. Toda la ropa que nos había protegido del clima atroz, en ese momento se volvió un estorbo e iba a hervir con nosotros. Tenía un deseo de estar con ella, el deseo que tenía acumulado dentro de mí desde hacía semanas, quería estar con ella más de lo que había querido estar con alguien en varios meses.
Llegamos al tercer piso y saqué las llaves de mi bolsillo con una destreza increíble para meterla al primer intento en el picaporte. Las aventé no sé a dónde, Andy ya me había quitado el abrigo y yo el de ella, tiramos algo que no me preocupó en ese momento y a tientas en la oscuridad encontramos el sofá. Yo ya estaba sin ropa y Andy había perdido su blusa, parecía que la velocidad a la que íbamos no era suficiente para satisfacer nuestros deseos, pero... en ese momento sonó mi teléfono.
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Cygni.
FantasíaEllos son hermanos y parece que lo tienen todo en la vida, no les hace falta nada, son adolescentes que van a partidos y fiestas con amigos. Excepto... que no son como los demás. Denébola y Deneb tienen un secreto que han escondido toda su vida con...