Deneb.
Para una misión que consistía en visitar a una anciana, todos se lo tomaban demasiado en serio; yo... no tanto. ¿Qué podía pasar? Tantas molestias me parecía un poco innecesario.
— ¿Cuánto falta para salir de las cuevas? Comienzo a tener claustrofobia —se quejó Dené con Ross.
—Unos cuantos metros —respondió sin apartar la mirada de enfrente.
Dené soltó un gruñido como el de un perrito y siguió alumbrando el camino. Al inicio de las cuevas ella había encendido su mano, pero después había aventado la llama y la controlaba a distancia; sonrió cuando lo hizo, creo que era porque se sentía orgullosa de ella misma. Y yo también lo estaba.
El fuego de Denébola nos adelantaba sólo un metro, alumbrando el camino y señalándolo. Todos iban haciendo una formación de dos filas, Ross iba delante con Denébola y yo iba detrás de ella, junto a Atria.
Esos momentos, bajo la tenue luz de las llamas flotando, pude volver a admirar la belleza de Atria. Su nariz era recta y sus mejillas un poco abultadas, el cuello alto y delgado, la línea de su clavícula estaba marcada y mi sucia imaginación se encontró pensando en cómo sería besar toda esa línea.
Estás enamorado; había dicho Venia. Obviamente no lo estaba, me negaba a creer eso y también me negaba rotundamente a permitir enamorarme, sobre todo si mi objetivo era salir cuanto antes de ese planeta; enamorarme de Atria no era una opción dado que no estaría mucho tiempo ahí, pero quizá algo pasajero y sin compromisos sí.
—Alto —dijo Ross—. Llegamos a la zona rocosa, tengan más cuidado aquí porque la zona no deja ver mucho y es un terreno complicado. De cualquier forma, Jabbah estará arriba, vigilando. ¿Todos listos?
Nadie dijo nada, creo que no hacía falta decirlo. Ross adelantó a Denébola y cuando ella iba a seguirlo la tomé del brazo, haciendo que caminara conmigo, fuera o no fuera peligroso yo quería protegerla.
—Tú vendrás conmigo —le dije.
Me sonrió y caminó a mi lado.
— ¿Cuál es tu plan? —preguntó en voz baja mientras avanzábamos.
El camino era rocoso por todos lados, meteoritos que habían caído hace cientos de años estaban por todo el lugar, casi no podíamos ver más allá de unos cuantos metros, porque era como un laberinto confuso con ligera pendiente.
—No tengo un plan en realidad —contesté. Entrecerró los ojos en mi dirección, sin creerme—. Bueno, es que... no es algo planeado, sólo... estoy esperando el momento indicado para planear algo, por ahora quiero ver cómo funcionan las cosas por aquí. Si entiendes que el trato que hice con el Comandante era lo único que podíamos hacer, ¿no? Jamás nos dejarían irnos de regreso, ¿Lo entiendes? —traté de explicarme, pero me sentía muy mal por hacer que ella hiciera un juramento que no podía romperse, uno que ponía en riesgo su vida.
—Sí, lo sé. No pasa nada, sólo... terminemos con esto rápido y vayamos a casa —pidió con voz quebrada. Tomé su mano y la guíe por el camino, siguiendo a Atria y Ross por delante de nosotros—. ¿Has pensado qué dirás cuando veamos a La Anciana? Ella vio cuando nacimos, es... raro. Y también conoció a... ellos.
— ¿Te refieres a nuestros padres?
—No los llames así. Ellos no son nuestros... eso —su ceño se frunció y su mirada se fue al frente; se veía tierna y boba a la vez, comencé a reír y la traje hacia mí, dejando mi brazo en sus hombros, caminando los dos juntos hacia el Castrum de la luxaet.
—No he pensado mucho en qué voy a decir o hacer, la verdad —admití—. No creo que practicar decir algo sirva en ese momento. Simplemente creo que... pensaré qué hacer ese momento.

ESTÁS LEYENDO
Cygni.
FantastikEllos son hermanos y parece que lo tienen todo en la vida, no les hace falta nada, son adolescentes que van a partidos y fiestas con amigos. Excepto... que no son como los demás. Denébola y Deneb tienen un secreto que han escondido toda su vida con...