Capítulo veinte.

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En la Tierra...

Adam.

Bajé del auto acomodando mi corbata, le di la vuelta al auto y abrí la puerta del copiloto para Sara, ella agradeció y bajó recogiendo su largo vestido.

—Ay no —dijo con apuro.

— ¿Qué pasa? ¿Tu vestido se rompió? —pregunté lo único que se me ocurrió.

—No, es que ahí está Tommy y... bueno, planeaba esconderme de él toda la noche —se hizo a un lado asegurando que mi cuerpo la cubriera, Tommy al parecer no la había visto porque estaba riendo con su grupo de amigos.

— ¿No crees que por ser la última noche podrías fingir que no lo odias?

—Es que no lo hago —respondió viéndolo—. Pero es... complicado.

—Las mujeres son las complicadas —dije, cerré el auto y le ofrecí mi brazo para caminar hacia la escuela.

— ¡No te atrevas a ponerte de su lado, Adam Brown! —y me golpeó con su bolso—. No me obligues a hablar con tu madre.

—No me pongo de su lado pero... ¿Sabes qué? Mejor hay que olvidarlo —concluí.

Ella se rió un poco y no mencionó nada más. Sara era mi cita para el baile de graduación, ella era hija de la amiga de mi mamá y Sara y yo fuimos amigos desde pequeños, cuando supe que ella había terminado con su novio de unas cuantas semanas pensé que podría ir al baile con ella, ya que no había alguien con quien quisiera ir realmente.

Entramos al gimnasio de la escuela, había cambiado totalmente la decoración esa noche, había globos y luces por doquier, chicos y chicas vestidos de etiqueta, ellas con demasiado maquillaje para ser sinceros y ellos peinados por una vez en su vida. A pesar de no haber conocido a todos a fondo... los iba a extrañar a cada uno de ellos, porque esa noche era la última donde todos estaríamos reunidos... claro que, no estaban todos.

— ¿Estás bien? —preguntó Sara—. Te quedaste viendo a la nada.

—Es para que todos observen mi gran belleza —dije de manera engreída.

Ella sólo puso los ojos en blanco y no dijo nada, no pude evitar compararla con Denébola, ella seguramente me hubiera dicho que dejara de ser tan idiota o algo por estilo.

—Hola, Adam... —dijo una vocecilla que aunque no había oído en mucho tiempo pude reconocer casi al instante—. ¿Puedo hablar contigo un segundo? —preguntó Emma mirando de forma significativa a Sara.

—Iré por algo de tomar ¿Está bien? —preguntó Sara, entendiendo.

—Te busco por la mesa —le dije. Esperé a que se alejara más y después camine fuera del gimnasio con Emma, ninguno de los dos habló mientras caminábamos a un lugar más solitario—. ¿Por qué me buscas ahora? —pregunté aunque no era necesario, pues ella y yo no teníamos muchos temas de conversación más que uno.

—Quiero hablar de... ellos —dijo con voz quebrada.

— ¿Te da miedo decir su nombre?

—Quiero hablar de Deneb y Denébola ¿Está bien? —soltó—. ¿Aún no regresan?

— ¿Por qué te importa? Ni siquiera te despediste de tu amiga —la verdad es que me molestaba su actitud. Cuando volvimos a Dayton ella y yo no volvimos a cruzar palabra, ella regresó a su vida normal y estaba bien pero no tenía que actuar como si Denébola y Deneb estuvieran muertos.

—Sé que me porté muy mal pero... debes de entender... me secuestraron unos malditos extraterrestres y mi mejor amiga era una de ellos ¿Cómo querías que reaccionara? —preguntó con los ojos brillos, su vestido amarillo y su loco peinado la hacían lucir un poco loca.

Cygni.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora