Capítulo diez.

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Denébola.

—Los chicos pueden dormir en la habitación de Den, hay suficiente espacio, y Emma puede dormir con Dené.

—No —interrumpí el sistema para dormir de mamá—. Creo que Emma se sentiría más... cómoda si se queda sola en mi habitación —el tono amargo de mi voz no me pasó desapercibido, la mayoría me miró sin saber el por qué actuaba así, Emma no me miró.

Lo hice por ella, porque yo le daba miedo, lo veía en su actuar y en sus ojos cada vez que la atrapaba mirándome de reojo.

—Muy bien —dijo mamá, incómoda—. Tú te quedas con tu hermano y los chicos se pueden quedar en la sala... o lo que queda de ella.

—Gracias, señora Brentham —dijo Adam, con una sonrisa resignada en su rostro—. Lamento las molestias...

—No es ningún problema, Adam, cariño.

Adam, a diferencia de Ross, sabía ganarse a mi madre y a todo aquel que quisiera, tenía confianza y la transmitía a otros. Ross, se apartaba y observaba en silencio, sólo hablaba cuando hacía falta, la diferencia es que él transmitía... poder.

Después de la asignación de cuartos ya eran más de las once de la noche, subimos directo a las habitaciones; y traté de sacar mis cosas de mi habitación antes de que Emma entrara, no soportaba verla, no porque estuviera enojada con ella sino porque me dolía su desprecio. Fui a la habitación de frente y me senté en la cama junto a Deneb, me había explicado que nos iríamos en unos días y cómo estaba toda la situación pero aún faltaba hablar más, lo necesitaba.

—No quiero ir, tengo miedo —admití por fin en voz alta.

—Yo también tengo miedo, pero ¿no quieres conocer la verdad? Yo sí. He pasado gran las de mi vida preguntándome de dónde venimos, quiénes son nuestros padres, por qué nos abandonaron. Ahora es el momento de saber la verdad, Dené.

—Si de algo estoy segura es que Michael y Rebeca Brentham son nuestros padres, nadie más —afirmé.

Nunca nadie iba a poder tomar su lugar.

—Lo sé —dijo—. Pero hubo personas...

—Extraterrestres.

—...que nos dieron la vida —siguió sin hacer caso de mi corrección—. Debemos saber porqué somos tan especiales, según Ross.

—Van a querer que peleemos, Den. Si somos la clave o lo que sea, podemos...

—No voy a dejar que te pase nada —me interrumpió, sabía a lo que me refería—. Te prometo que estarás a salvo. Siempre. Pasaré a todo el que quiera hacerte daño.

— ¿Y crees que yo no lo haría por ti? Tú estás sobre todos.

Era mi hermano, mi otra mitad, si tenía que elegir entre él o yo o todo el mundo... siempre sería él.

Una lágrima se me escapó y en ese momento la puerta se abrió; papá y mamá entraron asomándose poco a poco, ambos ya listos para dormir, pero más despiertos que nunca.

—Hola... supusimos que estarían despiertos —dijo mi mamá con voz suave.

Se sentaron en la cama con nosotros, papá a mi lado y mamá con Deneb. Amaba a mi madre, pero los brazos de papá siempre me reconfortaban más que nada, porque estaba con el hombre que lo podía y que arreglaba todo, el más listo y el más poderoso. Me lancé a sus brazos y dejé que las lágrimas salieran continuamente mientras me abrazaba con fuerza y sentía su olor cerca de mí.

— ¿Cómo se sienten? —preguntó mamá.

No pude contestar y Den tampoco tenía palabras.

—Sé que es difícil —empezó papá, sin soltarme—. Es una decisión suya porque es de ustedes de quienes se trata, pero tienen que saber que los vamos a apoyar en lo que sea que decidan.

Cygni.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora