Capítulo veintisiete.

170 18 0
                                    

Denébola.

Toqué en la puerta de Sinistra pero no me respondió aunque sabía que estaba dentro.

— ¡No puedes evitarme por siempre!

No esperaba una respuesta así que sólo seguí mi camino al comedor, de cualquier modo la iba a encontrar ahí tarde o temprano. Sinceramente no entendía por qué se enojaba tanto, sólo había ayudado un poquito a Ross pero no era para exagerar la situación; en ese momento me recordó a una de esas chicas porristas que hacían un drama por todo. De hecho me acordé del último drama que me hizo Megan y curiosamente me encontré a mí misma sonriendo.

Quizá no son las acciones las que son malas sino la forma en la que las llevamos a cabo, entre susurros y secretos.

Cuando pasé por la puerta del cuarto de Venia ésta estaba abierta y se escuchan ruidos del interior, así que miré dentro y me encontré con Sirio en un estado raro... sus ojos estaban fijos y caminaba como un robot, pero a pesar de eso limpiaba todo el cuarto de Venia. Me confundió pero aún así lo dejé pasar.

Al llegar al comedor sólo estaba Venia en la mesa habitual, desayunando tranquilamente. Antes de ir con ella fui a las cocinas para servir mi comida y después me senté con Ven.

— ¿Por qué Sirio recoge tu cuarto? —pregunté.

—Porque odio hacerlo yo y él iba pasando por ahí en ese momento —se encogió de hombros y siguió comiendo—. Por algún motivo es de los pocos que no huye completamente cuando lo llamo.

— ¿Puedes hacer que también limpie mi cuarto?

—Sí, seguro. Sólo deja que lo vea de nuevo.

A lo lejos vi a Ross y Lyrae acercarse, platicaban en voz baja pero animadamente, entre susurros evitaban la mirada de los demás; aunque tampoco muchos les prestaban atención.

—Deben estar hablando del bosque —me contó Venia, apenas podía hablar con toda la comida que metía en su boca—. Ly y Jabbah fueron ayer.

Asentí sin decir nada y me puse a comer antes de que la comida se enfriara más. Ross se sentó en su lugar habitual y me dio una larga y significativa mirada que ignoré completamente.

—Buenos días —dijo Lyrae.

No se sentó de inmediato, sólo se sirvió agua de la jarra a una copa vacía e iba a ir por su plato cuando Venia dijo:

—Espera, Lyrae —terminó los últimos trozos de su comida y extendió el plato a su amiga, quien la veía con cara de pocos amigos—. Tráeme un poco más, por favor —mostró sus dientes en forma de una sonrisa pero en realidad se veía perturbadora.

— ¿Te lastimaste las piernas, Venia? —le reclamó Lyrae, ignorando el plato que le tendían—. Ve tú por él.

—Ay, por favor —e hizo una cara de bebé que sí se veía tierna. Y es que Venia era como una niña—. O llévame cargando.

—Te llevo arrastrando si quieres.

—Bueno, pero pones unas hojas en el suelo para que no... ¡Creí que me ibas a arrastrar! —reprochó cuando vio que Lyrae se iba sin escucharla.

—Venia, ve tú —dijo Ross con cansancio.

Ella murmuró cosas que ninguno entendió pero al final fue por más comida, estaba segura que le reprocharía a Lyrae en las cocinas. Ellas dos eran polos opuestos en algunas cosas, una era completamente infantil y la otra tenía aires de madurez pero aun así eran muy unidas, eran la clase de hermanas que peleaban todo el tiempo pero lo hacían porque se querían, era su extraña forma de demostrarse amor.

Cygni.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora