Capítulo veintiuno.

206 16 0
                                    

Deneb.

Atria y yo habíamos entrenados juntos.

Atria y yo habíamos comido juntos.

Atria ya no me evitaba tanto.

Atria tenía una risa muy delicada.

Atria se estaba volviendo en todo lo que pensaba.

Desde la Unión de Electra y Jabbah las cosas con Atria habían cambiado, ya no había está tensión entre nosotros, que aunque me gustaba, era mejor así, porque ella y yo hablábamos como si fuéramos amigos normales; pero había un problema: no quería ser su amigo.

Muy bien, lo único que tenía que hacer era esperar a que Atria saliera de dar su clase y decirle el discurso que había planeado más de una vez. ¿Por qué era tan difícil si había tenido muchas chicas conmigo en la Tierra? Porque ninguna de esas chicas me interesaba lo suficiente para cuidar lo que decía, no era como que les hiciera daño pero con ellas nunca se sintió la presión de que si cometía un error se iba mi oportunidad.

Habían pasado algunos días desde la Unión, al principio no había pensando en tener algo con Atria pero conforme pasé el tiempo con ella quise intentarlo.

Los primeros alumnos Cygnis salieron de la sala, pasaron junto a mí pero ninguno de ellos se detuvo más tiempo del necesario. Dejé de recargarme sobre la pared y esperé, era lo único que quedaba.

Atria sólo salió unos minutos después y sonrió sorprendida al verme afuera. Y, maldición, había olvidado todo.

—Hola. ¿Qué haces aquí?

—Sólo pasaba —mentí—. No. En realidad... venía a verte —estaba nervioso como jamás lo había estado; normalmente siempre tenía el control de cada situación pero esa vez no dependía de mí—. Quiero hablar contigo.

— ¿Está todo bien? —preguntó.

Ella ya no me odiaba, era más paciente conmigo y nos llevábamos mucho mejor. Como dos amigos que se gustan pero no hacen nada al respecto; bueno, pues yo no quería ser el amigo que la alentaba a ser novia de alguien más aunque me muriera por dentro.

—Nada está bien, Atria. He tratado de sacarte de mi cabeza pero la verdad es que no puedo dejar de pensar en ti. Día y noche me pregunto qué estarás haciendo y me gustaría estar haciéndolo contigo. Nunca me detuve a sentir algo por alguien pero contigo no fue necesario detenerme porque llegó a mí en cuanto te vi. Me gustas, Atria, pero es más que eso, yo... te quiero.

No dijo nada por varios segundos y eso me desconcentró todavía más.

— ¿Podrías decir algo? Es que me siento como el más grande estúpido.

—No sé qué decirte —dijo en un susurro—. ¿Qué pasará cuando te vayas? Porque lo harás, tarde o temprano regresarás a la Tierra. Somos... amigos.

Maldita sea, eso me destrozó. Yo no quería ser su amigo y lo estaba admitiendo por primera vez.

—Sé que me voy a ir, Atria, pero podrían pasar meses para que eso ocurra —tomé sus manos y demandé su atención—. ¿Por qué preocuparnos por algo que no está en nuestro poder? ¿Por qué no sólo disfrutar el momento que tenemos ahora? Porque eso es lo único que importa. Todos dicen que este es un planeta guerrero y tienen toda la razón; yo mismo he salido a luchar y siempre temo por las personas que me importan porque cualquier momento puede ser el último para cualquiera de nosotros. Podríamos morir mañana o en un año... y si eso pasa me gustaría poder decir que al menos lo intentamos. Que fuimos lo suficientemente valientes para luchar por algo que queríamos, arriesgandonos sabiendo que quizá sería sólo un instante.

Cygni.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora