Capítulo veintitrés.

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Atria.

—No digo que no me quiera Unir algún día —siguió razonando Lyrae—. Sólo que no ahora ni pronto.

— ¿Entonces cuándo? —le espetó Jabbah—. Aquí tienes suerte si tienes la edad de los del Consejo.

—Mi padre no es tan viejo —lo defendí.

—Pero es uno de los mayores en Cygni —apuntó él—. La verdad es que todos nosotros vamos a morir jóvenes. Por eso, debes hacer todo más rápido, Ly.

— ¿O sea que... te uniste con Electra sólo por el tiempo? —lo desafió ella, entrecerró los ojos y sonrió de una manera macabra. Negué con la cabeza y terminé de los restos de bebida en mi copa—. Interesante.

—Jamás dije eso —negó él.

—Pero tampoco lo niegas...

—Sí, lo hago.

—Déjalo en paz, Lyrae —pedí y ella sólo se rió, aunque se calló.

—Por las estrellas, siempre quieres sacar lo peor de las situaciones —la acusó Jabbah, bastante aliviado de salir de esa.

Lyrae sonrió divertida y se reclinó en el asiento comiendo el último bocado en su plato. El comedor estaba casi vacío, un par de Cygnis más aparte de nosotros; la mayoría entrenaba después del desayuno.

— ¿Por qué tan preocupado por su estado social? —pregunté divertida.

—Es sólo que no quiero que esté sola —respondió él—. He vivido unos años más que ustedes y sé lo duro que es pasar por el infierno sin nadie que te acompañe.

—Hace un rato dijiste que podemos morir en cualquier momento —lo acusó Ly. Jabbah se encogió de hombros sin entender a lo que se refería, yo tampoco comprendía qué quería decir—. ¡Ahí lo tienes! ¿Para qué ilusionarte con alguien si al final no durará? No quiero estar llorando cuando vea morir a los que quiero.

—No puedes dejar de jugar sólo por miedo al final.

—Esto no es un juego, es una guerra.

— ¿No te gustaría decir que fuiste lo suficientemente valiente para intentarlo? —me metí yo, recordando las palabras que unos días atrás me habían dicho a mí.

—No —respondió en voz baja—. No si el final es tan horrible como en mis sueños —susurró.

Lyrae bebió de su copa y se escondió tras ella un segundo, el tiempo que tardó en componer su expresión. Jabbah le sonrió pero no dijo nada más, ambos conocíamos a Lyrae, no la íbamos a hacer cambiar de opinión y muy probablemente ella se enojaría y no hablaría más.

—Tengo que ir a la entrada —Jabbah se levantó y tomó sus platos sucios—. Ahora quieren que vigile el cielo todo el tiempo. Nos vemos luego.

—Al menos estás haciendo algo que ayuda —mascullé cuando se fue.

—El Comandante va a levantar tu castigo, Atria —trató de tranquilizarme Lyrae pero no funcionó—. Habla con tu madre y que ella hable con el Comandante —sugirió.

—No... merezco el castigo...

—Esto es lo peor del mundo —Venia había llegado a nuestra mesa y se había sentado sobre ella, varios de sus cabellos rojos estaban fuera de su larga coleta—. Odio cocinar y limpiar.

—Deja de quejarte que a mí me tocó mucho peor.

Ya no dijo nada, movió sus piernas colgantes hacia delante y hacia atrás y se tiró en la mesa.

Cygni.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora