Capítulo 12

31.6K 1.8K 908
                                    

El gimnasio ofrecía duchas con agua caliente, y vestuarios para aquellos que no tenían tiempo de volver hasta sus casas y cambiarse para luego ir al trabajo. En el caso de Lauren, nunca había necesitado usarlas. Siempre salía del gimnasio para ir directamente a la piscina o a volver a dormir a su cómoda cama. Pero el día antes de navidad, no tenía entrenamientos y aunque Camila ya la hubiese visto varias veces sudada y sonrojada por el esfuerzo físico, no le parecía muy atractivo llegar a su estudio en ese estado.

Salió de la ducha sintiéndose fresca, y no tardó mucho en abrigarse lo más que pudo. Lauren había vivido durante gran parte de su vida en Miami, y aun después de ocho años viviendo en Nueva York, le costaba adaptarse al clima. Especialmente al invierno.

Tomó un taxi hasta el edificio al que nunca le había prestado atención, pero del que después de una semana, podía recitar la ubicación geográfica con coordenadas y demás si se lo pedían. Había grabado en su memoria cada detalle que lo componía, y seguía maravillada por la cantidad de tareas diferentes que se llevaban a cabo en un mismo lugar. Básicamente, estaba maravillada con toda la ciudad— que consistía en un popurrí de actividades sin relación alguna ejecutándose al mismo tiempo.

Aunque esperaba que una sesión fotográfica no estuviese pasando dentro de aquel estudio en ese momento.

— Buenos días, ¿está Camila?— Preguntó Lauren con una sonrisa a la recepcionista.

— ¿Tiene alguna cita?

— Si...—Mintió. La mujer se mantuvo en silencio durante unos segundos, y solo el sonido de las teclas de la computadora pudo ser escuchado.

—No aparece en la agenda, lo siento.

— Es que ella me pidió que viniera.

— Oh, en ese caso, puede pasar.

Lauren asintió, y caminó por el pasillo que ya conocía bastante bien. Estaba por tocar la puerta, cuando escuchó a Camila hablando con alguien, y no se oía muy contenta. Lauren sabía que estaba mal espiar las conversaciones de los demás, pero la curiosidad pudo más que ella y no logró evitar quedarse parada a un lado de la puerta.

— No me molesta que lo hicieras; bueno, sí, si lo hace. Pero lo que más me molesta es que ni siquiera tengas la decencia de decírmelo a la cara... Andrew, me sentía culpable porque había salido a cenar con una amiga, pero luego vienes y haces esto... ¿Estabas despechado? No entiendo de qué mierda estás hablando... Por Dios, yo no te deje plantado. Nunca acordamos vernos. Solo te dije que ya tenía planes para el viernes cuando tú me avisaste dos horas antes que querías salir, como si ser adivina fuese mi segunda profesión... Que hayas estado borracho tampoco es excusa, y lo sabes. Deja de culpar a los demás y de decir la misma mierda que dicen todos de 'fue un accidente', 'no significó nada' 'yo te amo a ti', y hazte cargo de tus errores... Es estúpido que siquiera preguntes eso cuando ya sabes la respuesta. Agradezco que hayas sido lo suficientemente maduro como para contármelo en vez de hacer como si no hubiese pasado y mentirme, pero eso no cambia lo que hiciste.

Camila colgó el teléfono, y lo tiró frustrada hacia su escritorio. Tomó una respiración y comenzó a patear su silla hasta que la empujó hacia la pared. No pretendía llorar, pero cuando la primera lágrima de impotencia salió de sus ojos, no pudo parar.

Ella no se había enamorado de Andrew —su novio desde hacía casi dos años—, pero si le había tomado cariño y lo respetaba muchísimo. Aunque casi nunca se viesen, y su relación no fuese tan sólida, Camila nunca había siquiera pensado en serle infiel. No estaba feliz, pero si estaba comprometida con la relación, y pensaba que Andrew también. Solo que se había equivocado.

girls do it better; camrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora