Capítulo 57

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— Si no es el despertador que suena es el maldito teléfono— se quejó Lauren al escuchar un teléfono sonando en la habitación, que no era el suyo. Se levantó hecha una furia de la cama, decidida a descargar toda su ira y mal humor con quien quiera que fuese la inoportuna persona que había decidido que era buena idea llamar a esa hora y despertarla.

Encontró el teléfono del lado de Camila conectado a su cargador mientras que ella dormía plácidamente, ajena a todo lo que pasaba a su alrededor.

— Buenos dias, Cam...

— Maldita sea, ¿no sabes que no puedes llamar a las personas a la hora que te de la gana?— Interrumpió Lauren al escuchar la irritante voz de Lilly.

— Lo lamento, señorita Lauren— balbuceó, completamente avergonzada de que ella hubiese contestado el telefono.

— Es señorita Jauregui para ti— espetó con su voz arrogante—. Y quiero que empieces a recoger tus cosas porque apenas Camila regrese a Nueva York va a empezar a buscar a otra asistente que si sepa hacer bien su trabajo.

— Lauren, deja de asustar a Lilly y dame el telefono— murmuró Camila con la mano extendida en su dirección. Lauren suspiró derrotada e hizo lo que le pidió—. Disculpala por favor, usualmente está de mal humor cuando se despierta... ¿Que tienes hoy para mi?

Lauren rodó los ojos y decidió ir al baño a empezar su rutina de limpieza diaria, sabiendo que sus planes de dormir hasta tarde habían sido arruinados. Pero esta vez sería la ultima en la que Lilly iba a dañarle el día, porque movería cielo y tierra hasta que esa mujer dejara de trabajar con Camila y pudiese reubicarla en una isla remota cerca de Indonesia, en donde no hubiese señal ni internet.

— Ella solo está haciendo su trabajo— le dijo Camila al entrar al baño—. Le pedí que me llamara todos los días a las ocho de la mañana para actualizarme con lo que había pasado en el estudio, pero olvidé colocar mi teléfono en silencio.

— ¿No es mas fácil despedirla?— Se quejó Lauren haciendo un puchero. Camila sacó su cepillo de dientes y empezó a cepillarlos luego de aplicarle la pasta dental.

— Ya hemos hablado sobre esto, Lauren. No voy a despedirla solo porque a ti te molesta.

— Pero es grosera y maleducada...

— Y tu eres una exagerada egocéntrica— contraatacó con una pequeña sonrisa victoriosa—. Pero aun así tengo espacio para ti en mi vida.

— No es lo mismo.

— Es algo parecido— repuso—. ¿Puedes darle una oportunidad? ¿Por favor? Te prometo que cuando la conozcas vas a darte cuenta de porqué le confío mi vida.

— No, no voy a hacerlo.

Camila suspiró.

— Está bien.

— ¿Solo eso? ¿No vas a insistirme ni a darme un discurso elaborado de porqué es importante conocer a las personas antes de juzgarlas?— Preguntó Lauren desconcertada. Camila negó con la cabeza, y salió del baño luego de enjuagarse la boca.

Después de eso, parecía que Camila había decidido aplicarle la ley de hielo. Todos los intentos de parte de Lauren para sacarle alguna respuesta eran en vano, porque siempre encontraba la manera de responder solo con gestos.

Tras arreglarse y decidir que desayunarían en el hotel, bajaron al restaurante tomadas de la mano y se mantuvieron así hasta que la comida llegó y tuvieron que separarse para poder comer. El ambiente no era incómodo pero podía sentirse una pequeña tensión entre Camila y Lauren, quienes no habían emitido palabra alguna durante casi quince minutos.

girls do it better; camrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora