Capítulo 23

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La atleta vio el final de la T que estaba colocada en el piso de la piscina, y trató de alargar lo más que pudo sus dos últimas brazadas para no tener que hacer una tercera. El agua se removió en cuanto tocó la pared por la fuerza que llevaban, y Lauren salió del agua para encontrarse a Nick sonriendo como psicópata.

— ¡Un segundo menos, Lauren! —Exclamó eufórico. Lauren sonrió débilmente, y miró el cronometro.

Suspiró, y se quitó el gorro y los lentes para poder irse a almorzar. En el último mes, sus entrenamientos se habían hecho mucho más fuertes que antes. Los Juegos Olímpicos no solo eran algo importante en la carrera de un atleta, sino que también era una de las competencias deportivas que atraía más la atención de personas de todo el mundo, aunque no fuesen aficionados al deporte. Y Lauren —que ya tenía los ojos de todos sobre ella—, debía dar una actuación memorable y que estuviese a la talla de un evento tan grande.

Es por ello que ahora iba a clases de boxeo, yoga y baloncesto. Corría seguido por Central Park y recorría varios kilómetros en bicicleta, además de ir al gimnasio y nadar. Aunque su manera de entrenar había cambiado un poco; ya no pasaba tantas horas nadando como comúnmente lo hacía. Ahora realizaba ejercicios de velocidad y resistencia, como colocarse en cuclillas y luego saltar con peso y sin el, para mejorar su tiempo de reacción en el arranque; flechas bajo el agua y vueltas en la pared que le aseguraran mayor velocidad; caminar en el agua, hacer saltos de tijera y con las rodillas arriba por una hora antes de hacer sus series comunes para mejorar su resistencia.

Para poder mejorar su estado físico, debía condicionarse en distintos deportes que le aseguraran superar su rendimiento en natación, y siempre era así cuando estaba en épocas de Juegos Olímpicos, o Campeonatos Mundiales. El único factor diferente en su vida ahora era Camila, a quien veía en el gimnasio cada día e iban a desayunar al salir. Lauren acompañaba a Camila hasta su apartamento y después se iba a trotar al parque o a cualquiera que fuese la clase que tenía ese día. Para el almuerzo, a veces, cuando Camila estaba libre, lo tomaban juntas. Cuando no, la asistente de Lauren se lo llevaba hasta el club y la acompañaba a comer.

En la noche, Lauren estaba tan cansada que a veces se quedaba dormida mientras hablaba con Camila por teléfono, y ella no protestaba. De hecho, admiraba a Lauren por poder balancear su tiempo para mantener una relación y entrenar.

A veces Camila pasaba por el apartamento de Lauren y le cocinaba la cena. Se la llevaba hasta la cama y comían juntas mientras veían NatGeo —canal del que ambas eran aficionadas. Lauren normalmente se dormía sobre el pecho de Camila, y se abrazaba a ella como si fuese un oso de peluche, aunque no es como que Camila se quejara.

Habían caído en una rutina que en vez de aburrirlas, les gustaba. Eso de no poder pasar tanto tiempo juntas o de no poder salir mucho porque Lauren estaba cansada de los entrenamientos, solo les hacía apreciar cada minuto que tenían juntas.

Cada día, se mandaban mensajes para ver quién iba a buscar a quien en el trabajo. Cuando eran más de las doce y Lauren no le avisaba a Camila que iría por ella, la fotógrafa sabía que era su turno de hacerlo. Entró al club, sintiéndose cada vez más familiar con el lugar por todas las veces en las que había estado ahí, y todas en las que Lauren la había obligado a meterse con ella en la piscina.

Camila divisó a Lauren recostada en el marco de la puerta que daba al pasillo para que entraran las personas que iban a sentarse en las gradas. Una mujer estaba hablando con ella, y se tocaba el cabello excesivamente mientras se reía, aunque Lauren permanecía seria.

Camila pudo reconocer a la mujer como una de las editoras de una revista de deportes. Habían coincidido en uno que otro evento, y todo lo que la fotógrafa sabía era que la mujer se llamaba Victoria y era abiertamente gay.

girls do it better; camrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora