Capítulo 44

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[ADVERTENCIA]

El trayecto hasta el apartamento de Lauren fue bastante tranquilo. Lauren solo habló con Camila para preguntarle cómo había ido su día y después de recibir una respuesta con la que estaba conforme, se mantuvo en silencio. Camila notaba que algo le pasaba a su novia, pero suponía que debía estarse reprimiendo por haber tenido un ataque de pánico en medio del entrenamiento. Lauren era así.

Era del tipo de persona que se castigaba una y otra vez por sus errores, y no dejaba de hacerlo hasta que lograba arreglarlos, o al menos hacer algo que la hiciera sentirse mejor consigo misma.

Camila no quería presionarla, porque sabía que era cuestión de Lauren decidir cuándo iba a abrirse con ella respecto a lo que le pasaba.

— Voy a darme una ducha, ¿ya sabes que quieres cenar? —Preguntó Camila.

— Lo que tú quieras está bien.

— ¿Y si quiero cerebro de vaca?

Lauren hizo una mueca de disgusto.

— Como que ya no tengo hambre...

— Y así es como empieza el fin del mundo— la molestó Camila con una risa. Le dio un beso rápido en los labios, y luego fue hasta la habitación para tomar sus cosas y meterse al baño.

Camila pasaba más tiempo en el apartamento de Lauren que en el suyo, y aunque Lauren nunca había estipulado un espacio conciso para la ropa de Camila, ella había empezado a adueñarse de un par de cajones y poco a poco había todo un espacio en el closet de Lauren solo para ella.

Había pensado en rentar su apartamento varias veces, pero en realidad no necesitaba el dinero y Lauren y ella no se habían mudado juntas de manera oficial. Y aunque prácticamente parecía que lo hacían, Camila no quería tomarse esa libertad.

Para hacerlo, necesitaba que Lauren le pidiera de manera formal que se mudara con ella. Después de todo, que gran parte de sus cosas estuviesen en el apartamento, no lo convertía en suyo.

Salió del baño después de veinte minutos, en los que se relajó como nunca. El agua caliente cayendo sobre sus músculos tensos fue como anillo al dedo. Había tenido un par de días estresantes y caóticos que la dejaban con un dolor de cabeza monumental.

Se puso un pantalón de chándal y una camisa de algodón, y salió descalza hasta la cocina para buscar su teléfono y ordenar pizza. Pero se sorprendió al ver que todo estaba completamente destrozado, como si alguien se hubiese metido a robar.

De inmediato comenzó a tener miedo de que alguien más estuviese en el apartamento y agarró la primera cosa que encontró cerca. Resultó ser un candelabro, y caminó con eso hasta la puerta. No había señales de que hubiese sido forzada ni abierta desde que ellas habían llegado.

Pero los cojines desordenados, los marcos de las fotografías rotos, los adornos de la mesa tirados en el piso, las sillas volteadas y un par de papeles esparcidos entre el piso y la mesa la mantuvieron alerta.

Su siguiente instinto fue buscar a Lauren.

No estaba en la cocina, ni en la lavandería; tampoco en el estudio o en la habitación de invitados. No fue hasta que Camila escuchó que la ducha corría en el baño de la habitación de invitados que la encontró. Estaba sentada en una esquina de la ducha con la ropa aun puesta y el agua cayéndole encima, mientras ella tenía su cabeza escondida entre sus rodillas.

Camila se acercó y la llamó suavemente hasta que Lauren levantó su cabeza. Tenía los ojos llenos de lágrimas y sus manos temblaban sin control. La fotógrafa cerró la ducha y entró a esta para sacar a Lauren, quien apenas salió del lugar se deslizó por la pared hasta quedar en la misma posición que antes.

girls do it better; camrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora