Capítulo 31

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Elizabeth despertó, y buscó su teléfono para ver la hora. Marcaban las seis y quince de la mañana, y como le pasaba cada día, no pudo volver a dormir. Tal vez se debía a todos los años que había pasado haciendo turnos en el hospital de hasta veinticuatro horas, por lo que su cuerpo se había acostumbrado a pocas horas de sueño.

Caminó hasta el pasillo, y notó que la puerta de la habitación de Lauren estaba lo suficientemente abierta como para reconocer a dos personas abrazadas en la cama. Elizabeth no quería ser stalker, pero la curiosidad pudo más que ella, así que se acercó hasta el lugar y se asomó por el umbral de la puerta. Camila abrazaba a Lauren con un brazo flojo sobre su cintura, y la cabeza de Lauren reposaba sobre el pecho de la fotógrafa. Elizabeth sonrió para sí misma, y dejó la habitación para ir a la cocina.

Solo había visitado a Lauren una vez, además de esa, y no sabía muy bien donde estaba todo ni cómo funcionaban las cosas en su casa. Pero usó un poco de lógica, y encontró algunas de las cosas que buscaba. Hizo café y algunas tostadas con mermelada, mientras revisaba las noticias en su teléfono.

Lauren apareció poco tiempo después, caminando de manera perezosa mientras se hacía un moño flojo con la banda elástica que siempre llevaba en su muñeca. Abrió el refrigerador y sacó una botella de agua, tomó un sorbo largo, y saltó del susto cuando se encontró con su mamá sentada en el mesón.

— Maldición, me asustaste— balbuceó, limpiándose las gotas de agua que le habían caído en la barbilla y parte de su franela. Elizabeth la miró con reproche.

— El lenguaje, Lauren Michelle.

— Tengo veintitrés y estoy en mi casa— protestó. Elizabeth mantuvo la mirada fija en ella.

— Está bien, lo siento, mamá.

Elizabeth sonrió de manera victoriosa, y soltó una risa silenciosa.

— Buenos días, tesoro.

— Buenos días, mamá... ¿Qué haces comiendo solo eso? Mi cocina literalmente parece un supermercado para que solo escojas eso. ¿O quieres salir a desayunar? Podemos ir a donde quieras...

— Es muy temprano como para eso.

— En Nueva York cualquier hora es buena para desayunar— le aseguró.

— Supongo que podríamos ir más tarde, si tú quieres. ¿Por qué estás despierta tan temprano?

— Tengo que ir al gimnasio.

Elizabeth asintió, sin saber exactamente cómo funcionaban los horarios de Lauren. Todo lo que ella le había dicho en una oportunidad era "nunca estoy ocupada para ti, pero si tratas de hablar conmigo en la mañana no te aseguro que vaya a contestar rápido".

— ¿Y después?

— Te vengo a buscar para que vayamos a desayunar, y luego tengo que ir a la piscina.

— ¿Y Camila?

— Usualmente vamos juntas al gimnasio, y ella se va después al estudio. Pero no sé cuáles sean sus planes para hoy... Seguía dormida cuando yo me levanté.

— Seguramente está cansada— comentó Elizabeth, tomando un sorbo de su café.

Mjm— murmuró Lauren, buscando una banana en su refrigerador.

— ¿Y quién es este amiguito? — Preguntó su madre, señalando a la piscina en donde estaba la pequeña tortuga de orejas rojas.

— Es Claudio... Se lo regalé a Camila por su cumpleaños.

girls do it better; camrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora