Capítulo 55

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Tras la segunda victoria de Normani, el estadio estalló en gritos y aplausos que hicieron llevar a la gimnasta al borde de las lágrimas. Se acercó hasta la tribuna, en donde decenas de reporteros gritaban su nombre en busca de la fotografía perfecta. Luego de divisar a su familia a pocos metros no dudó en correr hasta donde estaban para subirse a las gradas y recibir el cálido abrazo de sus padres.

Dinah y Lauren fueron las siguientes en abrazarla. Solo ellas tres sabían lo que las lágrimas que derramaban y lo fuerte que se sostenían significaba. Era el resultado de días enteros entrenando, de noches deseando que sus lesiones sanaran y pudiesen seguir compitiendo, de llamadas en la madrugada cuando empezaban a dudar de sus habilidades y necesitaban que alguien les asegurara que todo iba a estar bien.

— Eres adorable cuando lloras— comentó Camila, limpiándole las lágrimas que quedaban en el rostro de Lauren.

— No creo que haya algo de adorable en tener la roja y estar soltando mocos por todos lados... Pero si ese es tu kink...

— Lauren...— dijo Camila con un tono de advertencia similar al que usaba su madre cuando iba a regañarla por algo que había hecho mal.

— ¿Qué? Solo estaba diciendo que si verme llorar te excita puedo intentar hacerlo la próxima vez que nos acostemos— murmuró en su oído. Luego, se levantó de su asiento como si nada y le tendió la mano a Camila para que hiciera lo mismo—. Creo que deberíamos irnos.

— ¿Cuáles son tus planes para hoy?

— Quedarme todo el día en la cama contigo, ¿cuál más?

Camila sonrió complacida con la idea. Sabía que no harían nada más que abrazarse o besarse, pero el prospecto de pasar todo el día acostada en la cama con Lauren era algo que le emocionaba. Tal vez, si tenía suerte podía hasta convencer a Lauren de que algunas prendas de ropa desaparecieran y pudiese sentir la piel de su novia contra la suya por algunas horas.

*

Camila no se había dado cuenta de todo el tiempo que pasaba junto a Lauren hasta que tuvo que renunciar a tenerla cerca todo el tiempo por más de una semana. Aunque se veían todos los días, sentía que no era suficiente. Necesitaba poder irse a dormir en sus brazos y despertar en ellos, hacer el desayuno a su lado y saber que al llegar a casa su novia iba a estar esperándola.

Ella nunca había dependido de nadie y tampoco se había enganchado a alguien como para depender de esa persona. Había tenido un par de amigos cercanos antes de mudarse, pero nadie a quien extrañar o con quien compartir sus noches aburridas. Al llegar a Nueva York, había conocido a Ally, quien se había convertido en su más grande confidente y en su mejor amiga. Era el vínculo más grande que había logrado formar con alguien fuera de su familia, pero nunca había sentido que el tiempo que pasaban juntas no era suficiente.

En cuanto a su vida amorosa, no recordaba haberse enamorado de nadie. Había salido con un par de chicos, algunos casi tan serios como para pensar que los amaba, pero por suerte se había dado cuenta de lo equivocada que estaba antes de decírselos. En su última relación antes de Lauren había estado segura desde un principio de que lo único que sentía por su ex novio era un cariño amistoso que no podría pasar de sexo ocasional cuando tenía las suficientes ganas de hacerlo.

Pero cuando Lauren llegó a su vida, entendió que era cierto todo lo que decían sobre enamorarse. Por primera vez, no se había esforzado por sentir las mariposas que todos esperaban al estar con alguien que les gustaba, sino que más bien tenía que esforzarse por controlarlas.

Camila había escuchado de Lauren pocos meses antes de los Juegos Olímpicos del 2012 mientras comía su desayuno y veía la entrevista de la atleta en algún programa matutino. Días después, se enteró por su madre de que Charlotte estaba muriendo por ir a ver los Juegos, pero su padre la había castigado y no iba a comprarle las entradas. Camila tomó el asunto en sus manos, entró a la página y compró todos los boletos que le fuesen posibles para llevar a su hermana a ver a sus atletas favoritos. Se decía a si misma que lo hacía por complacerla, pero ella sabía que solo era su manera de alegrarla para luego soltarle la bomba de que iba a irse a vivir al otro lado del mundo. Después de mudarse, había sido invitada a cientos de cenas y fiestas de marcas y revistas importantes, en donde asistían las celebridades más conocidas del mundo y especialmente de Nueva York. Recordaba haber escuchado sobre la presencia de Lauren Jauregui en muchos de esos eventos, debido a que cuando la atleta asistía la trataban como si fuese parte de la realeza. A pesar de haber estado varias veces en los mismos lugares, nunca se había cruzado y mucho menos se habían conocido, hasta el día del gimnasio en el que Lauren se acercó a ella.

girls do it better; camrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora