Capítulo 2

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Lauren gruñó de frustración cuando su despertador sonó antes de las cuatro de la mañana. Normalmente habría estado feliz de poder ver el amanecer, pero aquel día no estaba muy ansiosa por ello. A pesar de ser viernes, no estaba emocionada; para ella era el día más duro de su entrenamiento: su entrenador la hacía correr ocho kilómetros a través de Central Park, para luego ir al gimnasio a alzar el doble de peso que normalmente levantaba y más tarde nadar hasta que rompiera su propio record actual, al menos por dos décimas de segundo.

«Para ser el mejor tienes que dar lo mejor de ti», le decía siempre su entrenador cuando se quejaba. Aunque Lauren era una atleta profesional y estaba acostumbrada a un entrenamiento así de fuerte, especialmente con la presión de la clasificación final para los Juegos Olímpicos 2016 en Rio sobre su espalda. Su entrenador y su manager le aseguraron que ella ya había clasificado por mantener el mejor tiempo en el estilo libre y mariposa durante tres años seguidos; pero nunca se podía ser muy precavido y ella debía estar preparada para la última competencia del año antes de empezar a prepararse para el gran evento.

La prensa, los patrocinadores, y las personas que la seguían y apoyaban esperaban grandes cosas de ella. Desde su debut ocho años atrás en Pekín, China; en donde se había destacado por ser tan joven— solo tenía dieciséis años cuando participó—, y por poseer un talento inigualable que no había sido observado ni en las más grandes leyendas de la natación. Con el tiempo, se había ganado una respetable reputación que se creció aún mas luego de volver a Estados Unidos con cinco medallas de oro gracias a su actuación en los Juegos Olímpicos de Londres 2012.

Era mucha presión para Lauren y a veces se le hacía difícil manejarla. En ocasiones había tenido ataques de pánico de solo pensar lo decepcionadas que estarían las personas y lo que dirían de ella si no lograba ganar ninguna medalla.  Se había derrumbado en medio de entrenamientos porque las lágrimas nublaban su visión y sus manos temblaban mucho. Se quitaba los lentes y el gorro, los tiraba lejos y se escondía en una esquina de la piscina a llorar.

Se sentía más segura en el agua que fuera de ella, y es por eso que su entrenador le daba su tiempo a solas y la dejaba descargarse. Eventualmente, Lauren salía de la piscina y daba por terminado el entrenamiento. Llegaba a su casa y tomaba una siesta hasta que Dinah, su mejor amiga, llegaba con la cena y la llamaba para comer. Lauren nunca hablaba de lo que le pasaba, Lauren nunca lloraba frente a otras personas, Lauren nunca decía como se sentía... y Dinah respetaba eso. Se limitaba a apoyarla de manera silenciosa y a animarla con acciones simples como ver su película favorita o comer dulces.

El miedo a fallar perseguía a Lauren desde que había sido una niña y tener a tantas personas pendientes de lo que hacía, incrementaba sus más grandes temores. Nunca conocemos realmente a una persona, y Lauren era el claro ejemplo de eso. Habían tantas partes de ella que nadie había develado aun, fragmentos que no mostraría nunca.

— Tres minutos menos que la última vez. Parece que estás preparada— la felicitó su entrenador.

— Si me tienes como una esclava cómo crees que no voy a estar preparada— respondió, pasándose una toalla por la cara para secar el sudor, y posteriormente por su cuello.

— Para ser el mejor...

Tienes que dar lo mejor de ti. Ya lo sé, Nick.

— ¿Por qué te quejas entonces?

— No me estoy quejando— repuso, algo molesta por la manera en la que él le hablaba. A veces se comportaba más como el padre de una adolescente rebelde que como su entrenador.

— Es lo que parece.

— Mira, Nick, te recomendaría no llevarle la contraria a una mujer de mal humor que está en sus días— le advirtió—. Te veo el miércoles.

girls do it better; camrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora