Capítulo 13

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—No puedo creer que no tengas nuggets con forma de dinosaurio— se quejó Dinah con Normani, quien estaba recostada en su sillón debido a la lesión de su tobillo.

Normani Kordei Hamilton había nacido en Chicago, en una familia de clase trabajadora y que creía que la base en la vida de cualquier persona debía ser su familia. Le habían inculcado esos valores a su hija, y ella había crecido muy unida a sus padres, al ser hija única.

En primaria, una de sus compañeras de clase comenzó a burlarse de ella por su color de piel y continúo con las ofensas durante el resto del año escolar. Normani nunca habló sobre eso con sus padres o profesores, y no tenía amigos a los que recurrir. Todos habían sido influenciados por los rumores que corrían en los pasillos de que su padre era un ladrón y su madre una drogadicta, y nadie quería relacionarse con la 'chica negra'.

Normani trataba de no prestarle atención a las ofensas de sus compañeros, porque ella conocía bien a sus padres y sabía que todo lo que los demás decían era mentira; además de que ella no consideraba que su color de piel fuese algo sobre lo que sentirse avergonzado. Pero para una niña de diez años, que esta entrando en la etapa de la adolescencia, no era fácil lidiar con comentarios malintencionados que cada vez se hacían mas frecuentes.

Su autoestima bajó, hasta el punto en que comenzó a preguntarse si en verdad había algo malo con su color de piel o su origen étnico. Pero la respuesta siempre era la misma: no. No hay nada malo.

Mantuvo esa mentalidad durante años, tratando de no prestar atención a lo que los demás pensaran sobre ella y se refugio en la gimnasia artística. Un día había encontrado un video en Youtube, y desde aquel momento, se había vuelto aficionada de la disciplina, y a la vez, se había convertido en su escape y su lugar seguro.

Sus padres tenían suficientes gastos con la hipoteca de la casa y Normani no pretendía volverse una mayor carga, así que practicaba en la soledad de su habitación y trataba de imitar las rutinas que algunas de las gimnastas profesionales hacían. Un año después, lograba hacer splits y dar vueltas hacia adelante y hacia atrás; sin embargo, ese tipo de entrenamiento nunca sería suficiente si quería llegar a ser de las mejores. Y Normani quería serlo.

Ella quería convertirse en un ejemplo para todas las niñas negras que eran discriminadas por su color de piel, o que no tenían un ejemplo a seguir que se asemejara a ellas en la disciplina.

Un día, su madre la vio entrenando en su habitación. Pensó que se trataba de un momento espontáneo, pero se dio cuenta de que su hija tenía un régimen de prácticas que seguía al pie de la letra cada día sin falta. Por lo que al recibir su siguiente cheque de pago, fue a una tienda y le compró el traje más lindo que pudo encontrar e inscribió a Normani en clases de gimnasia artística.

Desde su primer día, destacó por su facilidad para hacer trucos y manejar ciertos aparatos con una destreza que ni algunas chicas que entrenaban desde pequeñas tenían. Dos años después, comenzó a formar parte del equipo de gimnastas de Estados Unidos, logrando posicionarse como una de las mayores promesas de la gimnasia del país y del mundo. Clasificó a los Juegos Olímpicos de Pekín a los dieciséis años, y ocho años después, había ganado 37 medallas de oro, 8 de plata y 5 de bronce de manera individual; mientras que por equipo tenía 16 de oro, 9 de plata y 3 de bronce.

Los patrocinadores la buscaban a menudo para que fuese la imagen de sus productos, por lo atractiva y carismática que era. Los estadounidenses la habían apodado como 'el rascacielos de América', no por su altura; sino por como se había levantado del suelo en los momentos difíciles y nunca se había dejado derrumbar a pesar de las constantes burlas de sus compañeros.

girls do it better; camrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora