Capítulo 25

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Lauren despertó sintiendo besos húmedos en su pecho, y no pudo evitar jadear de manera inconsciente, mientras Camila reía calladamente para no despertarla por completo. Pero cuando la atleta buscó abrazarse a su chica, y todo lo que sintió fue una bola de pelos, abrió los ojos alarmada.

— Camila— balbuceó con la voz aguda, al ver de donde provenían los besos. Camila comenzó a reír, burlándose de ella—. ¿Por qué no me dijiste que tenías a una bestia? — Cuestionó con terror.

— Es un chihuahua, exagerada... Y no es mío, es de Ally. Lo trajo en la mañana para que lo cuide el fin de semana— explicó, jugando con el pequeño animal que estaba en su regazo.

— Lo que sea, llévatelo. Me da miedo.

— Aw, ¿pero no es lindo?

— No— murmuró, luego de apoyarse al cabecero de la cama y cubrir su pecho desnudo con el edredón.

— Shh, Louis, no la escuches... Ella es una insensible que no sabe nada de ti.

Camila acercó su boca a la del chihuahua, quien empezó a sacar su lengua para intentar lamerla, mientras la fotógrafa se alejaba riendo y Lauren la miraba con una mueca de asco.

— Ni pienses que voy a besarte después de eso.

— Tampoco quería que lo hicieras. — Camila se encogió de hombros y se levantó de la cama con Louis. Lo dejó en el suelo y él comenzó a saltar de manera animada—. Te espero en la cocina.

Camila salió corriendo mientras el pequeño animal la seguía. Lauren se levantó de la cama, y fue al baño a lavarse los dientes. Buscó su ropa del día anterior por toda la habitación, y al no verla, decidió buscar algo en el closet de Camila. Para su sorpresa, estaba en una de las cestas, junto a la ropa sucia de Camila.

Lauren la dejó ahí, sintiendo como su corazón latía fuertemente por ese gesto tan pequeño pero significativo. Tomó un suéter grande del closet, y salió de la habitación en busca de la cocina. Cuando estaba a medio camino, se dio cuenta de que no sabía hacia dónde ir.

Se guió por lo que parecían ser pasos, y caminó por la sala, hasta el comedor que estaba a la derecha de la puerta principal. Después de pasar por ahí, encontró la cocina, que parecía de otro mundo. El mesón era de mármol gris, los gabinetes eran blancos y las puertas estaban cubiertas de vidrio esmerilado, con artefactos de acero inoxidable complementando la decoración.

Había una barra para desayunar, con tres sillas altas y un tazón de frutas, del que Lauren tomó una banana. Camila estaba colocando el desayuno en los platos, mientras Lauren pelaba la fruta.

— De haber sabido que eras así de rara no me habría acostado contigo— comentó Camila con una mueca.

— ¿Por qué lo dices?

— Acabas de pelar una banana al revés, y ahora la estás sosteniendo sin cascara.

— Eso no es raro.

— Si lo es.

— No, solo lo hago porque odio cuando pelo la banana y salen como hilos de ella.

Camila se acercó a Lauren, quien se había sentado en una de las sillas de la barra, colocó sus manos encima de sus piernas y se inclinó para besarla. Al principio, Lauren trató de separarse, porque recordó que la boca de Camila probablemente había tocado la del perro de Ally; pero Camila siguió insistiendo, hasta que Lauren cedió.

— Buenos días, mi amor— murmuró Camila rozando los labios de Lauren.

— Todos son buenos si me despierto con el desayuno listo.

girls do it better; camrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora