Al llegar a mi habitación, lo primero que hago es colgar la capa en la estaca de madera que hay tras la puerta. Me deshago del arco, el carcaj y el puñal, pero dejo los cuchillos donde están. Más de un año ocultándome me ha enseñado a no estar nunca desarmada. Luego cierro con llave y enciendo la vela que está encima de la mesa antes de dejarme caer sobre la cama.
Es una habitación pequeña, solo hay una cama, una mesa con su correspondiente silla y una cómoda con un espejo al que le falta la esquina inferior derecha. Tiene una ventana, pero siempre la tengo cerrada. Todo el mundo piensa que esta es una casa abandonada, y para alimentar ese rumor solo utilizo una habitación de la planta de arriba. Además, para evitar dejar huellas en el polvo de la escalera interior por si algún fisgón se atreve a entrar, siempre entro usando el pequeño balconcillo. Para ello tengo que trepar por la pared usando ladrillos que sobresalen, pero prefiero eso a que me atrapen.
Las casas abandonadas abundan aquí, estamos en la zona pobre de la ciudad. En el barrio rico, la zona Alfa, donde se encuentra el palacio del gobernador, la residencia de los simpatizantes y las viviendas de los nobles, todos son felices y nadie pasa hambre. Aquí es distinto. Los niños mueren, los simpatizantes nos echan de nuestras casas y la única manera de no pasar hambre es robar, pero te ejecutan si te pillan. Con mis capacidades de camuflaje podría esconderme en la zona Alfa, porque podría encontrar antes a ese simpatizante, pero hay demasiada luz y hay vacunaciones mensuales para llevar un registro de la población. Además, las ropas que se usan son de colores chillones, y el único color del que yo dispongo es el negro.
Por eso decidí esconderme aquí, donde no llamo la atención y de donde puedo entrar y salir sin ser detectada. Solo hay una persona que sabe que me oculto aquí, pero sé que no me delatará. Es alguien que me lleva ayudando mucho tiempo, es quien me proporciona algo de comida y vendas cuando mis cacerías nocturnas no acaban demasiado bien. Me levanto de la cama y voy hacia la cómoda. Del primer cajón saco una camiseta negra que me queda tan grande que la uso de camisón.
Me desvisto despacio. Me quito las botas, que me llegan un poco por encima de los tobillos, y los calcetines. Después los pantalones ajustados y luego la chaqueta y la camiseta. Todo es negro, excepto una franja gris oscuro que recorre en diagonal la parte frontal de la chaqueta, desde el hombro derecho a la cadera izquierda. Me pongo la camiseta y me miro en el espejo.
Piel pálida, pelo negro adornado con un mechón azul, ojos bicolores, aunque ahora llevo lentillas y no se notan. Se las robé a una señora de la zona Alfa que cometió el error de caminar al lado del río en una noche sin luna. Debo decir que se sorprendió cuando la dejé ir con vida.
Retiro los plásticos que hacen que mis iris se vean negros y me vuelvo a mirar a los ojos. Amarillo el izquierdo y morado el derecho.Desvío la mirada, sus colores me recuerdan a ella. Me vuelvo a meter en la cama, no sin antes rescatar un cuchillo de mi bota izquierda y ponerlo bajo la almohada. A la tenue luz de la vela, me miro las manos y veo rastros de sangre seca bajo mis uñas. Igual que aquel horrible día. Cierro los ojos y, casi sin querer, me duermo.
Mi hermana pequeña entró en casa y cerró de un portazo.
-¡Aline, Aline! ¡Ayúdame!
Salí de la cocina y me agaché a su lado. Su carita de niña estaba mojada por las lágrimas, y sus ojos bicolores brillaban por el miedo.
Era algo que le pasaba a todos los hermanos. Ambos tenían los ojos de dos colores, pero a la inversa. Su ojo derecho era amarillo y su ojo izquierdo era morado, y ambos estaban húmedos. A sus nueve años, la había visto llorar más veces de las que hubiera querido.
-¿Qué pasó, Tessy?
-Lo siento, Aline. ¡Pero es que tenía tanta hambre que no pude evitarlo!
Entre sollozos, abrió su manita derecha y me mostró los restos de una manzana. Maldije, pero sabía que no podía culparla. Mi padre había matado a mi madre y luego se había suicidado, dejándonos solas y en la más absoluta miseria. Lo habíamos pasado mal, pero yo había cumplido por fin los dieciséis y ya podría trabajar, así que pronto tendríamos algo más de comida. Bill nos ayudaba, pero el hambre era una garra que jamás nos abandonaba.
En ese momento, un puño se estrelló repetidas veces contra la puerta,y un grito ordenó de mala manera que abriéramos la puerta . Me levanté como un resorte y Tessy se escondió detrás de mi cuerpo.
-Vienen a por mí. Vienen a matarme porque robé esa manzana.
Me giré hacia ella.
-Note va a pasar nada. Lo prometo.
En aquel instante la puerta salió despedida de sus goznes, y tres simpatizantes irrumpieron en la casa. Dos eran como armarios, y con sus uniformes verde oscuro, sus cascos plateados y sus placas me daban miedo incluso a mi. Se quedaron a ambos lados de la puerta,como dos perros guardianes. Sin embargo, el tercero debía tener solamente dos años más que yo, y fue el que se acercó y señaló ami hermanita.
-Nos han informado de un robo ocurrido esta mañana en el mercado, y las descripciones del ladrón concuerdan con ella. Esta ciudadana debe pagar por sus crímenes.
Sentí cómo Tessy temblaba, agarrada a mi gastada camiseta.
-No ha robado nada.-proclamé, armándome de valor.- Ha estado aquí conmigo todo el día. Es inocente, no tenéis pruebas.
Uno de los simpatizantes más grandes se acercó a mí y me tumbó de una bofetada que me partió el labio. Mi hermana se tiró a mi lado,gritando mi nombre.
-Estoy bien, Tessy. No te preocupes.
Miré a aquel hombre con odio, mientras me limpiaba la sangre que resbalaba por mi barbilla.
-Así aprenderás a no contestarle a las autoridades, pequeña rebelde.
Dicho esto, dio una señal al más joven, que desenvainó la espada y atravesó con ella a mi hermanita sin que yo pudiera hacer nada.
-¡Tessy!
Ella me miró una vez antes de desplomarse. La sostuve antes de que tocase el suelo, mis manos se llenaron de sangre. Ella sonrió tristemente y me tendió una pulsera azul, su color favorito. Cuando la cogí dejó de respirar. Miré a través de las lágrimas al asesino de mi hermana. Sus ojos grises me devolvieron una mirada vacía.
-¡Te mataré! ¡Solo tenía nueve años!
Los tres salieron de la casa sin darse la vuelta ni prestarme la más mínima atención, mientras yo me quedaba sumida en el más profundo dolor, con el cuerpo de mi hermanita entre los brazos.

ESTÁS LEYENDO
Simpatizante
Teen FictionNightmare es la asesina más buscada de la ciudad. Lleva dos años buscando a un simpatizante, aquel que mató a Tessy. Se supone que los simpatizantes son la policía, pero hace mucho que Nightmare ha dejado de creer eso. Sabe que no descansará hasta q...