Estoy tentada de soltarme e irme a casa, pero al verlo tan mal solo puedo acomodarme en el suelo y devolverle el suave apretón de dedos.
-Está bien, pero sólo por hoy.- murmuro, aunque sé que no pude oírme.
Al cabo de un rato, se mueve en sueños y suelta mi mano, momento que aprovecho para quitarme la capa y la chaqueta. Además, antes de volver al lado de Kyle, cojo una de las sillas que están alrededor de la mesa y la coloco al lado del sofá. Me siento allí y observo al muchcho que duerme plácidamente bajo la manta gastada.
Bill sube las escaleras y nos mira. Sonríe, pícaro, pero yo niego con la cabeza, cortando cualquier pensamiento fuera de lugar que hubiera podido albergar. Él se encoge de hombros y va hacia el dormitorio, desde donde hace rato que oigo los ruiditos que hace Rossie al dormir. Vuelvo mis ojos hacia Kyle, y el sudor de su frente y su palidez me preocupan. Sin embargo, todo lo que podríamos haber hecho por él ya está hecho. La noche se desliza, con lentitud, y estoy a punto de caer dormida varias veces, a pesar de que la silla es incómoda. Al final, casi sin querer, me abandono al sueño.
Me despierta un grito horrible. Abro los ojos de golpe y llevo una mano a mi bota sin pensar para sacar un cuchillo cuando me doy cuenta de que es Kyle. Aún duerme, pero se revuelve como si alguien lo sacudiera. No sé que hacer, pero me doy cuenta de que si sigue así despertará a todo el barrio. Así que le tapo la boca con la mano y lo agarro con el brazo que me queda libre, intentando mantenerlo quieto.
-¡Kyle! ¡Kyle, despierta!
Él sigue gritando, y consigo distinguir una frase entre todo lo que farfulla.
-¡Mamá, corre!
Después estalla en llanto, descontroladamente. Estoy bloqueada, hace mucho que nadie llora en mi hombro, ya he olvidado cómo consolar a quien está roto por dentro. Así que apoyo una mano en la parte de atrás de su cabeza mientras él solloza. Gracias a Dios que no ha despertado a nadie, Bill y Rossie duermen con la puerta cerrada. Al cabo de lo que me parecen horas, el llanto de Kyle se calma. Lo aparto para verle la cara. Siento la camiseta mojada en mi hombro derecho. Es una sensación conocida para mí, pero esta vez tengo que repetirme que no es sangre lo que empapa mi ropa.
Él me mira, sus ojos azules están enrojecidos y húmedos. Sorbe por la nariz, y aprieta la manta con los puños. Respiro hondo al ver que esá despierto, y me vuelvo a sentar en la silla. Baja la vista a sus manos, que están sobre su regazo. Los nudillos se le están quedando blancos, pero no hago nada por detenerlo. Todo el mundo debe enfrentar el dolor a su manera. Mi vista vuela hacia la ventana, la oscuridad de la noche empieza a disolverse. Sólo he dormido unas horas, pero no me siento cansada. Decido que me quedaré aquí, no tengo nada mejor que hacer hasta salir de caza, y además hace mucho que no paso un día entero con Rossie.
-Mi madre murió asesinada.- la voz de Kyle me sobresalta. Lo miro, pero él mantiene la vista baja y su pelo cobrizo le cubre la cara.- Yo había robado un trozo de pan, porque ella estaba enferma y hacía varios días que no iba a trabajar, teníamos hambre. Los simpatizantes me vieron, y me siguieron hasta mi casa. Mi madre me ordenó que saliera corriendo y me escondiera. Prometió que me seguiría. Sólo puede gritarle que corriera antes de que la alcanzaran y le cortasen la garganta.
Después de esto se acuesta dándome la espalda. No digo nada, me limito a observar la curva de su hombro mientras me pregunto porqué ha decidido contarme su pasado. Si pretende que yo le cuente el mío, ha perdido el tiempo. Todavía no confío en él lo suficiente como para hablarle de Tessy. Su respiración se vuelve tranquila al cabo de un rato, y me acerco lo suficiente como para asegurar que se ha dormido otra vez. Me levanto, no soporto esa silla. Me paseo por la habitación como un león enjaulado. Al final acabo junto a la verja de la cabrita blanca, en cuclillas. Observo al pequeño animal y sin poder evitarlo encuentro similitudes entre las dos cuando mis ojos caen en su pata mutilada. A ambas nos han arrebatado algo importante, pero hemos sabido levantar la cabeza y seguir adelante. Y ambas hemos recibido ayuda, una ayuda que no sabemos si podremos pagar, pero sí agradecer.
Después de unos minutos escucho pasitos de unos pies descalzos, y sé sin girarme quién está detrás de mi.
-¿No puedes dormir, Rossie?
Ella llega hasta mi lado y la miro de reojo. Con su camisón blanco parece un fantasmita, silenciosa y pequeña. Me mira y niega con la cabeza.
-A ver, ven aquí.
Todavía en cuclillas, la siento de lado sobre mi muslo izquierdo, y ella se recuesta de forma que su cabecita reposa en mi hombro derecho. Lleva un patito de peluche en la mano, que está tan gastado que casi es gris, a pesar de que se ven rastros del amarillo que debió ser su color original. Sus grandes ojos bicolores me observan.
-¿Le has oído gritar?- ella asiente.- No pasa nada, sólo ha tenido una pesadilla. Yo a veces también las tengo, ¿sabes? Pero lo mejor es saber que es sólo un sueño, que no es real.
Ella se queda pensativa, y luego asiente con una sonrisilla. Aferra mi camiseta negra con su manito, y me mira. Siempre he tenido ese don, el saber lo que quiere decir aunque no pueda decirlo. Es una especie de conexión que tengo con ella.
-Tú has tenido una hoy, ¿verdad?
Sus rizos rubios se mueven cuando me dice que sí con la cabeza. Me entristezco al pensar que no he podido ir a consolarla porque no puede avisarme, ni hablar para pedirme que la consuele, ni siquiera puede gritar cuando tiene miedo. Mis ojos la inspeccionan, pero ella está mirando a su cabrita dormida. No sé qué es lo que me empuja a decir mis siguientes palabras, pero necesito saber que por lo menos ella duerme tranquila
-Hey, Rossie, ¿quieres oír un cuento?
Ella asiente enérgicamente, y yo me invento una historia sobre una niña que cuidaba de una cabrita, en un lugar maravilloso donde todos eran amigos. Añado verdes pastos, aguas claras y comida deliciosa, que son cosas que aquí no tenemos. También le cuento sobre la felicidad que habitaba en el corazón de todos los que allí vivían. Al final se duerme entre mis brazos con una sonrisa en los labios. La levanto muy despacio para que no se despierte y la llevo hasta su cama. Bill duerme en la cama que está pegada a la pared, y hay una cortina entre ambos lechos. Miro a la pequeña, que ahora está tranquila, y a arropo con las sábanas. Me siento en el colchón que no está ocupado por su cuerpo y me quedo velándola hasta el amanecer.
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Simpatizante
Teen FictionNightmare es la asesina más buscada de la ciudad. Lleva dos años buscando a un simpatizante, aquel que mató a Tessy. Se supone que los simpatizantes son la policía, pero hace mucho que Nightmare ha dejado de creer eso. Sabe que no descansará hasta q...