Capítulo 20

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Me detengo de golpe, haciendo que mi mano se escurra del antebrazo de Nathan, que es donde estaba apoyada. No puedo creer que me haya confiado tanto como para entrar aquí. He descubierto su siguiente paso, está pensando en entregarme. Ahora moriré, y no volveré a ver a Rossie. No tengo manera de escapar, aunque lograra salir del edificio Nathan daría la voz de alarma y me perseguirían por la Zona Alfa, y el simpatizante del muro no me dejaría llegar a casa.

Las lágrimas me inundan la mirada, pero no pienso derramar ninguna delante de la horrible persona que tengo delante. Siento que la ira me corroe, y decido que en este momento, antes de que vengan los simpatizantes a matarme, vengaré a Tessy. Nathan no se merecía mi confianza, es algo que no debí otorgarle. Él se gira para mirarme, extrañado.

-¿Daira?- me llama por mi nombre falso, qué irónico. Se va acercando a mi a medida que habla- ¿Estás bien? ¿Qué te pas...?

Estampo mi puño cerrado en su mandíbula. El golpe es tal que su cuerpo impacta contra la pared opuesta, y cae al suelo hecho un guiñapo. La bolsa que porta mis cosas se abre, y alcanzo a ver el mango de mi puñal. Está muy lejos como para cogerlo, y Nathan podría adivinar mis intenciones y cogerlo primero, así que me arranco el cuchillo que tenía sujeto al muslo izquierdo y se lo tiro a la cabeza. Encuentra los reflejos necesarios para esquivarlo y se tira contra mi. Los zapatos me hacen trastabillar, y me piso el vestido al intentar apartarme de la trayectoria de Nathan. Caigo al suelo, golpeándome la espalda con un impacto que me deja sin respiración. Cierro los ojos cuando veo que va a aterrizar con todo su peso sobre mí, pero en su lugar oigo un golpe sordo a ambos lados de mi cabeza y un quejido.

Abro los ojos y me encuentro con la cara de Nathan a cinco centímetros de la mía. El sonido extraño ha salido de su boca, y su ceño fruncido de dolor me descoloca hasta que intento revolverme para escapar y sin querer le golpeo un codo. Palidece, y descubro que el impacto que escuché han sido sus codos contra el suelo de baldosa, en su intento por no aplastarme. Coloca las piernas a ambos lados de mi cadera, situándose a horcajadas sobre mi. Me agarra las muñecas con fuerza, después de otro gemido de dolor al mover los codos, sujetándome los brazos por encima de la cabeza. A mi pesar, me sonrojo al sentirlo tan cerca, y rehúyo la mirada de sus ojos grises cuando me observa enfadado.

-¿A qué ha venido eso?

Hablo sin mirarle, todavía cabreada.

-¿Crees que soy tonta? ¿Crees que no me iba a dar cuenta de que tu habitación quedaba a la derecha? Si vamos a la izquierda, es que vas a entregarme.-mi voz empieza a perder intensidad.- Me parece muy hipócrita por tu parte asegurarme que no voy a morir si pensabas ser el causante de mi muerte.

Él esboza una sonrisa cansada, y se deja caer a un lado de mi cuerpo. Los codos deben de dolerle una barbaridad, casi no puede mover los brazos. Su mandíbula derecha muestra una marca roja, producto de mi puñetazo. Probablemente le saldrá un moratón. Me incorporo con cautela, recogiendo el vestido entre las manos por si tengo que volver a moverme con rapidez.

-¿Ha sido por eso? Joder, parece que no entiendes que no voy a hacer nada que te dañe. Ya te lo dije mientras veníamos, te prometí que no iba a dejar que te pasara nada malo.

Bajo la vista, turbada. Mis manos empiezan a soltar la falda verde, y una parte de mí se enfurece al pensar que ya estoy bajando la guardia. Sé que podría darle una paliza y saldría ganando, pero por otro lado, es quien me mantiene con vida.

-No confío en ti.- respondo.

Suspira con cansancio.

-Está bien.

Levanto la vista, y veo que se ha puesto de pie y que recoge mi puñal del suelo.

Mierda. ¿Por qué seré tan idiota? Le he dado tiempo a recuperarse.

SimpatizanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora