Capítulo 21

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-Daira, no me has contestado.

Me giro por inercia, a pesar de que no es mi nombre. He dejado la vista clavada en la estrella mucho más tiempo del que esperaba. Me pregunto si Rossie también levantará la vista hacia el cielo. Mis ojos van hacia Nathan. Se ha cambiado el uniforme, y ahora lleva unos pantalones ajustados negros que parecen de tela vaquera y una camiseta de cuello de pico azul. Mi mirada recorre sus bíceps y la parte de los pectorales que la camiseta deja adivinar. Sacudo la cabeza y vuelvo a mirarle a la cara antes de que piense que su físico ha llamado mi atención.

-Perdona, ¿qué?

Ríe.

-Pregunto si quieres algo de cenar.

-Ah. No, no hace falta.

Mi estómago ruge, y lucho por evitar que mi rubor ascienda por mis mejillas.

Nathan sonríe, y se dirige a la puerta de cortinas. Lo sigo en silencio después de dejar los zapatos en el suelo, al lado de su escritorio. Lo veo junto a la mesa del comedor al atravesar las cortinas blancas. Mete la mano debajo de la mesa y aprieta lo que parece ser un botón, y se escucha un sonido de estática, seguido de una voz de mujer que sale de un altavoz situado en una esquina de la pared.

-¿Qué desea, señor Fyscrill?

-Un tentempié ligero para dos, gracias.

Suelta el botón y la estática se apaga. Me mira. Yo no digo nada, nunca antes había visto algo parecido, pero no dejo translucir mi sorpresa. Me centro en el nombre que le he escuchado al altavoz.

-¿Fyscrill?

-Sí, bueno, es mi apellido.- se rasca la nuca y mira al suelo, como si estuviera avergonzado.

Dejo escapar un sonido de aceptación, pero mi mente vuelve hacia el altavoz. Ahora que sé que está ahí, casi no puedo dejar de mirarlo.

-¿Cómo sabes que no nos escuchan?

-Sólo se activa si aprietas el botón desde esta habitación. Cada cuarto tiene su propio sistema de comunicación, de forma que solo puede oírte el personal de servicio cuando tú quieras.

Eso me tranquiliza de momento, aunque me prometo que trataré de averiguar más en cuanto pueda. Su nombre vuelve a sonar en mi cabeza.

-Así que Nathan Fyscrill, ¿eh? Suena a nombre de persona importante.

Él sonríe, levantando la comisura de la boca, pero no está alegre. Recuerdo el momento en el que nos vimos por primera vez, y entiendo por qué no le agrada su apellido. Él y sus padres forman la familia Fyscrill, y fueron ellos los que decidieron convertirle en un simpatizante. Me arrepiento de haber bromeado con eso, así que decido convertirme en blanco de mis propias burlas para evitar una situación incómoda.

-¿Sabes?-digo, con media sonrisa.-Por lo menos es mejor que no tener apellido.

Me mira, incrédulo. Yo río.

-Sí, no tengo. Soy Nightmare a secas.

-Pero tienes que tener un padre.

Bajo la vista, y me siento en una de las sillas que rodean la mesa del comedor. El tapizado es muy suave, y mis piernas agradecen el reposar en un lugar blando. Me envuelvo los pies con la falda, el suelo está empezando a enfriármelos.

-Tenía. Y para lo que hizo, mejor habría sido no tenerlo.

Mi voz vuelve a sonar cortante, y Nathan lo ha notado, por lo que no ve prudente preguntar más. Me froto un ojo, las lentillas están empezando a molestarme. Él no ha dejado de mirarme, y se percata enseguida de la razón de mi malestar.

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