Capítulo 4

373 43 5
                                    

"Ella"  

Hace 7 años

Corrí y corrí, alejándome cada vez más de la casa de Eduardo.

Solo quería que me ayude. Que crea en que nosotros podríamos hacer las cosas por cuenta nuestra. Pero no. Él tenía que meter a Ian.

Lo siento, Edu. Pero no puedo lidiar con Ian ahora.

—Disculpe, señorita. ¿Necesita ayuda?

—¿Perdón? —dije algo desconcertada, quitando mi mirada del suelo y buscando de quien venía aquella voz. Había dejado de correr desde ya un buen rato, optando por caminar, pues estaba realmente agotada por todo el esfuerzo físico que me originó el correr.

—Estoy por aquí —Dirijo mi mirada por donde supuse que venía aquella gruesa voz—. Le preguntaba si necesita ayuda, señorita. Se ve muy mal —dijo el hombre mirándome con preocupación. Era un señor mayor de edad, con cabello y barba blanca. Se veía de unos 50 años; sin embargo para tener esa edad se le veía muy desgastado.

Me fijé en mí para ver a que se refería el señor. Lo que decía era verdad. Mi ropa se encontraba bastante rasgada y sucia. Ante mi sorpresa, saque mi espejo de mano que llevaba en casos de emergencias en mi bolso.

Mi cabello estaba completamente despeinado y enredado con hojas caídas de árboles.

¿Cómo así...?

Giré sobre mis talones, observando donde me encontraba. ¿Pero qué? ¿Pinos?

Alrededor mío había una innumerable cantidad de pinos. Algunos se veían que llevaban muchos años en este lugar, otros eran jóvenes. ¿Me metí a un bosque? Pero si cerca de la casa de Eduardo no hay bosques. Entonces... ¿Cuánto he corrido?

—¿Señorita?

—¿Sí? —dije aún en shock. ¿Dónde estoy?

—¿Desea que la lleve a algún lado? Soy taxista. Ahorita estaba descansando pero podría hacer una excepción si es que lo necesita.

—¿Ta...taxista?

—Sí, señorita.

—Pero si aquí es imposible que entren carros —dije tratando de ponerle sentido a las cosas —. ¡Estamos en el medio de un bosque!

Se rió. —Bueno es verdad que aquí no entran carros, pero como se habrá dado cuenta al venir aquí, no hay mucha distancia entre la carretera y este lugar. Aunque estoy de acuerdo con que este bosque parece infinito —Sonrió.

—La verdad... No sé como llegué aquí.

Sabía que era malo decirle a un desconocido que podría aprovecharse de la situación, que en realidad estaba perdida. Pero por alguna razón, algo en mí me decía que este hombre era de confiar.

—Oh. ¿Es eso posible? —dijo el señor extrañado—. Es una pena que no haya aprovechado de aquel paisaje, señorita. La verdad, es demasiado inusual que alguien no lo haya notado.

—¿Disculpe?

—Pero no se preocupe. Lo volverá a ver porque solo hay una forma de entrar y salir de este lugar.

—¿Y eso es...?

—El puente encima del lago, por supuesto —dijo y se puso en marcha. Luego se paró unos segundos y en voz alta habló —¿Viene o no?

Ahora yo me reí. ¿Qué estoy haciendo aquí?

—Ya voy —dije aminorando el paso para alcanzarlo. Lo que menos necesitaba era perderme en un lugar como este.

Cuando ella decidió irse [COMPLETA-EN EDICIÓN] - 1ER LIBRODonde viven las historias. Descúbrelo ahora