Capítulo 10

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Bruce

Hace 6 años

—Ian, no conoces a Bruce, ¿verdad? —dice mi novia rompiendo el silencio.

—No. No he tenido el placer —responde el tal Ian con un tono de superioridad.

Presumido.

—Bruce, él es mi amigo de la infancia Ian —dice ella tomando mi mano entre la suya—. Ian, él es Bruce, mi prometido.

Por reflejo, la expresión de la cara de Ian sufre un cambio épico. Su felicidad se fue por el drenaje siendo reemplazado por pura sorpresa y asombro.

—Mucho gusto, Ian —No te rías, no te rías—. Me alegra escuchar que mi novia aún se junta con amigos de su infancia —dije resaltando la palabra amigos más de lo normal y apretando con fuerza la mano de mi chica.

—Preciosa, no sabía que estabas comprometida. Es más, no sabía siquiera que tenías enamorado.

Auch.

—¡Claro que lo sabías! —dijo ella en tono defensivo.

—Bueno... yo creí que Eduardo estaba bromeando. No creí que fuera cierto.

—¿Y por qué pensaste eso?

—No... No lo sé —respondió Ian en tono irritado.

—Bueno ahora ya lo sabes —le sonríe. Y yo sonrió con ella también.

Esta situación me está empezando a agradar un poco.

Podría acostumbrarme a conocer a los amigos de mi futura esposa si es que todos terminan con esa expresión en sus rostros. Esta podría llegar a ser mi nueva actividad favorita.

****

Luego de tener una charla muy entretenida entre mi novia, yo y ese tal Ian; aparecieron Eduardo y Tatiana, para mi mala suerte.

Lo digo de esa forma porque yo estaba disfrutando ver la cara de Ian ponerse blanca cuando mi chica le contaba como ella y yo hemos logrado cumplir tantos años juntos. Pero bueno, supongo que todo lo bueno tiene su fin.

Al parecer, según lo que me dijeron acerca de este lugar, este departamento no está tan abandonado como creía. Aunque aún no lo pueda creer, la gente paga buen dinero por obtener uno de estos cuartos enmohecidos, en especial la gente que tiene negocios turbios de los cuales no desean que se hagan conocimiento público.

El físico del lugar es sólo una fachada para que la gente que no conozca el lugar, no decida entrar por cuenta propia. Algo muy inteligente, diría yo.

Estábamos todos sentados alrededor de una vela en el suelo. Realizando hipótesis sobre el número desconocido. Al parecer este es un tema que les concierne a todos ellos y ahora también a mí; sin embargo, aún no me dicen el nombre de la persona detrás de esos mensajes y llamadas.

—Tenemos un problema más grande —dice mi novia.

—¿Que es lo que está pasando ahora con exactitud? —pregunta Tatiana.

—Explícanos —dice Eduardo.

Mientras que yo no se de que están hablando, Ian... Ian sigue blanco.

—Sigo recibiendo llamadas como siempre; sin embargo, los mensajes ya pararon. Creo que finalmente se ha rendido ya que sabe que no le responderé.

—¿Y eso no es bueno? —pregunto yo por simple lógica.

—No —responde ella con preocupación en su voz—. En este caso, es peligroso. Si algo para de realizarse, solo significa que será reemplazado por algo más efectivo.

Cuando ella decidió irse [COMPLETA-EN EDICIÓN] - 1ER LIBRODonde viven las historias. Descúbrelo ahora