Capítulo 32

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Bruce

Hace 4 años

Un año desde su muerte. Un año sin sentir ese calor que ella me brindaba. Un año estando al borde de la muerte y queriendo saltar hacia el vacío.

Cuando ella y yo recién estábamos conociéndonos, le pregunté que tres cosas ella no haría nunca en la vida.

Ella me respondió: 1.No me aprovecharía de la ignorancia de otros. 2.No dejaría a una persona que me necesita de lado. Y 3. No me suicidaría. El suicidio no es una opción.

Al escuchar su respuesta, tan bien formulada, me di cuenta que ella ya había pensado antes en eso. Era solo una adolescente y parecía haber pasado por mucho.

A esa edad, yo pensaba en el suicidio una y otra vez. Me sentía tan abrumado por tanta crueldad en el mundo, que no podía dejar de pensar en lo atractivo que sonaba acabar con todo de una sola vez.

A su lado, me sentía tan idiota porque mientras ella estaba afrontando sus problemas, yo lo único que hacía era huir día tras día.

—¿En qué piensas, Bruce?

Abrí mis ojos y miré de donde provenía la voz. Me quedé observando la figura delante mío. Sentía que conocía a esta persona, pero ¿de dónde?

Aquel ser humano suspiró. —¿Cuánto tiempo vas a seguir así?

—Disculpa. ¿Quién eras?

—¡Te lo he dicho hace 10 minutos, Bruce!

—¿Qué? No. Tú recién acabas de llegar. ¿Estás insinuando que estoy loco? JA.

—Bruce. ¡Soy yo! ¡Tatiana! -Ese nombre se me hacía conocido. ¿De donde lo había escuchado?

—Ah. ¡Tú debes ser la amiga de mi prometida! ¡Ella me ha contado tanto de ti! Me dijo que habías sufrido un accidente y que te llevaron al hospital. ¿Ya estás mejor?

—Bruce, eso pasó hace mucho.

—¿Ah sí? Que raro. Bueno. ¿Quieres esperarla? Ella vendrá en unas horas. Me dijo que volvería. Probablemente regrese cuando esté durmiendo. Hace bastante tiempo que no la veo, ¿sabes? Siempre viene cuando estoy durmiendo.

—Bruce, eso no es verdad y lo sabes.

—No. Sí es verdad. ¿Sabes como lo sé? Porque me dijo que estaría bien. Ella nunca me dice mentiras.

—¡Bruce! ¡Ella está muerta!

Un dolor en mi pecho apareció y empezó a sentirse cada vez con más intensidad. Cerré mis ojos para bloquear aquel sentimiento de tristeza que sus palabras ocasionaron en mí.

Ella no está muerta. Eso es mentira.

La imagen de un cuerpo quemado por completo apareció en mi memoria. El collar de mi novia estaba alrededor de su cuello.

Cierto. Ella había muerto.

Mi mano se fue a la altura de mi cuello donde yacía su collar actualmente.

¿Por qué me dejaste? ¿Por qué me mentiste?

—Ella me dijo que estaría bien —dije entre sollozos con los ojos cerrados aún.

—Lo sé, Bruce. Pero a veces ocurren factores externos que nos impiden cumplir nuestras promesas.

—No. Ella no me miente. Ella no es así. Aquí hay algo raro. -Abrí mis ojos. —Tú. -Señalé hacia la mujer sentada al frente mío. —¡Tú estás mintiendo! ¡Ella está viva! Si eso es. -Miré las palmas de mis manos. —Ella está bien.

Cuando ella decidió irse [COMPLETA-EN EDICIÓN] - 1ER LIBRODonde viven las historias. Descúbrelo ahora