Capítulo 45

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Bruce

Hace 1 semana

¿Qué es lo que se supone que debería hacer? ¿Por qué mis problemas de pareja no eran simples? Como los típicos celos o las peleas constantes a causa de estupideces. Pero no, esto es lo que me tocaba vivir.

Entiendo muy bien que hay gente que sufre mucho más; sin embargo, no entiendo cual es el punto de ser feliz si al fin y al cabo perderás todo rastro de ese sentimiento.

Es como cuando uno le quita su juguete a un bebé. Él o ella sufren porque esa cosa con la que se divertían ha sido arrebatada de sus manos; solo que en caso de ellos, sufren mucho menos ya que a esa edad uno no es capaz de recordar las cosas más que por un tramo corto de tiempo.

Desde aquel día en que la vi comencé a sentirme horriblemente mal y con el pasar de los días ese sentimiento lo único que hacía era empeorar. Y esa niña... cada vez que la recordaba... sentía un sentimiento cálido en mi corazón. Al principio no lo pude notar porque estaba demasiado ensimismado en mi odio. Fue cuando ella empezó a irse y la pequeña estuvo en su hombro llorando, cuando nuestros ojos se encontraron, que sentí amor. Algo que desde hace mucho no tenía dentro de mí.

Había anhelado tanto tener a Vanessa conmigo, pero ahora no sentía que fuera el momento indicado. Algo estaba mal conmigo. Mi corazón estaba podrido de tantos sentimientos de rencor y venganza y temía que eso se le trasmita a ella sin darme cuenta alguna.

Ella llegaba en tres días. ¿Qué se supone que haría en tan poco tiempo? Debía contratar a alguien que la cuide mientras yo estuviera en este estado perdido. O de otra forma, si no me encargaba de ella los primeros días de manera correcta, me la quitarían.

Todo era su culpa. No debía haber vuelto.

****

—¿Ya te diste cuenta que estás comportándote como un idiota en negación? —dijo Eduardo cerrando la puerta de mi casa al entrar. Minutos antes me había enviado un mensaje diciendo que más me valía que abriera o se ocuparía él mismo de tumbar la puerta.

A veces tener amigos costaba caro.

—No quiero hablar. No estoy de humor —dije subiendo al segundo piso para volver a tirarme en mi cama, ignorando su presencia lo mayormente posible.

—Tú nunca estás de humor. Tienes días buenos pero siempre hay infelicidad dentro de ti. ¿Qué es lo que te pasa? —su tono relajado le quitaba la seriedad el asunto, pero podía detectar que le interesaba saber mi respuesta.

Llegué al último peldaño y desde arriba voltié a mirarlo. —Tú piensas que sabes todo. -Mis ojos ante el recuerdo de lo que había pasado años atrás vinieron a mí amenazando con crear lágrimas en mis ojos. Odiaba recordar mi infancia. —Te diré las cosas como son. ¡Tú no sabes nada!

—Entonces cuéntame —sonaba sincero con sus palabras—. Deja de ser tan capullo. Somos amigos, Bruce. Puedes confiar en mí.

Me quedé observándolo en silencio. Por más que casi parábamos todo el tiempo juntos por Tatiana, entre él y yo nunca había existido esa confianza para contarnos nuestros problemas.

Sabía de las discusiones de pareja entre ellos ya que Tatiana me los contaba; sino fuera por ella yo nunca hubiera adivinado que existían altibajos en su relación. Siempre lucían tan bien.

Al igual que nosotros antes...

****

<FLASHBACK>

Hace 16 años

Tenía solo 12 años cuando mis padres murieron. No fue en un accidente de tránsito y mucho menos por estar enfermos.

En aquellos tiempos mi familia era de clase alta pues mi padre había heredado la compañía de mi abuelo al igual que una gran fortuna cuando ellos fallecieron, mucho antes de que yo naciera.

Nuestra familia no era grande, solo consistía en mis padres, mis dos tíos y mi hermano Caleb. Mis tíos vivían por separado en una casa cerca al mar y nosotros en una mansión rodeada de millones de áreas verdes.

Al tener una compañía de la cuál hacerse cargo, mi padre metió a mi tío en el negocio para repartirse tanto las ganancias como el trabajo. Ambos eran muy unidos y no había domingo que no pasáramos juntos.

Caleb y yo al estar rodeados de tantos lujos, ignorábamos las cosas malas que pasaban en el exterior. Creíamos que la vida solo consistía en diversión. Vivíamos en nuestra propia burbuja y no teníamos intenciones de salir de ella.

Todo tuvo su origen en el cumpleaños de Caleb.

Él cumplía 7 años, una edad que él había deseado por años. Para ese tiempo nuestros tíos habían adoptado a un niño. Mi tía era infertil y ellos querían un descendiente que se ocupe de los negocios en caso de que algo les llegara a pasar, así que tomaron esa medida para tener un hijo.

El niño se llamaba Ethan. Era de cabello rubio y ojos color mar, regularmente pequeño como para ser un niño de 5 años y muy delgado. Todo lo opuesto a Caleb, quien era alto y llevaba el cabello cobrizo de mamá con ojos marrones claros y unas cuantas pecas en las mejillas. Él había salido a nuestra progenitora. Yo había salido a papá.

Para los cumpleaños lo que nosotros solíamos realizar era una pequeña excursión a un río que se hallaba muy cerca de nuestra casa. Llevábamos siempre comida para hacer un picnic y había veces que hasta nos daba ganas de acampar en el lugar.

Papá y mamá un día antes del gran día de mi hermano, nos informaron de que su presencia era requerida en una reunión que era esencial si es que se quería seguir viviendo entre riquezas. Yo lo entendí de inmediato, pero eso no sucedió con Caleb.

 —¡Pero papá! ¡Podríamos ir solo nosotros tres! —se había quejado.

—Nada de peros. No es seguro en esta temporada que vayan ustedes sin supervisión de un adulto. El río está muy movido estos días.

—¡Pero cada cumpleaños lo hacemos! ¡Papá, quiero ir! ¡Por favor!

—Caleb. No me provoques. -Mi hermano cerró su boca con amargura. Él sabía que no podría quejarse más. Esas eran las palabras de papá definitivas para acabar una discusión. Si uno seguía hablando después de ellas sería mejor estar preparado para una serie de castigos, los cuales consistían en no recibir comida por dos días. Para nuestro padre no existía la piedad.

Por más que tenía conocimiento de cuánto había esperado él por sus 7 años, no dije queja alguna. Un no era un no y punto.

Al notar que no lo apoyaría esta vez, Caleb giró sobre sus talones y se dirigió fuera de la oficina de papá cerrando la puerta con fuerza detrás de él.

—Lo siento por la molestia padre. Trataré de hacerlo entrar en razón.

Mi padre asintió y dijo. —Puedes retirarte.

—Muchas gracias —dije en tono respetuoso.

Entre mi mamá y él, la persona cariñosa era mi madre. Mi padre era más un hombre de negocios el cual pasaba todos los días con la cabeza metida en un libro sobre cómo ser un hombre exitoso. Era desesperante ver con cuanta rapidez se acababa uno y empezaba con otro.

Llegó el esperado día. Ethan llegó de la mano de su madre, quien también iba ha asistir a la reunión con su esposo. Solo seríamos Caleb, Ethan y yo celebrando.

Cantamos la canción tradicional en los cumpleaños y luego mandé a los chicos a jugar al jardín mientras me encargaba de servir las bebidas y partir la torta.

El juego favorito de los dos eran las peleas y cada vez que tenían la oportunidad de jugarlo no lo dudaban, así que aceptaron.

Lo que no me esperé es que al llamarlos para comer, ellos no me contestarían.

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Gracias por leer. Voten 7U7





Cuando ella decidió irse [COMPLETA-EN EDICIÓN] - 1ER LIBRODonde viven las historias. Descúbrelo ahora