Capítulo 46

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Bruce

<FLASHBACK>

Hace 16 años

—¡¿Caleb?! ¡¡CALEB!! ¡¿Dónde te has metido?! -Mi respiración era agitada y el mal presentimiento que tenía solo empeoraba las cosas. Caleb era un niño pero hasta ahora nunca se había atrevido a desobedecer mis ordenes así que tenía todo el derecho a estar asustado.

No necesitaba ser demasiado inteligente como para saber a donde había ido.

Me dirigí corriendo al río, el cuál estaba ubicado atravesando un pequeño bosque. Corrí sin cuidado alguno; no me importaba si me producía unos cuantos arañones a causa de las ramas de los árboles. Lo único que quería era encontrar a mi hermano pase lo que pase. Lo necesitaba vivo y sano. Lo necesitaba conmigo.

Después de unos pocos minutos, los cuales me parecieron horas, llegué a mi destino. Me acerqué al borde de este y los busqué cuidadosamente con la mirada y encontré que ambos estaban parados en una roca de gran tamaño. Eso hizo que me calme un poco pero luego noté que la roca estaba en el medio del río y el agua, que parecía tener una fuerza desbordante, pronto llegaría a tumbarlos a ellos.

—¡CALEB! ¡¿QUÉ ES LO QUE ESTÁS HACIENDO?! —grité.

Él giró su cabeza al escuchar mi voz. —¡HERMANO, AYÚDANOS! -Me tensé. —¡POR FAVOR, SÁCANOS DE AQUÍ!

¿Cómo había logrado llegar hasta allá? El río estaba demasiado movido como para cruzarlo. ¿Qué se supone que debería hacer?

No llevaba el celular conmigo y hasta que vaya a pedir ayuda a casa, millones de cosas podrían pasar.

Cerré mis ojos intentando calmarme. Debía poder idear algo bajo esta presión.

—Creo que ya sé que hacer —dije ideando un plan al ver el columpio colgado en la rama de un árbol. En el pasado solía jugar ahí, pero ahora solo estaba ahí como un recordatorio del pasado. Sin desperdiciar más tiempo, me dirigí hacia él y empecé a desatar las dos cuerdas que sujetaban el columpio al parante, finalmente uniéndolas entre ellas.

Esto no va a funcionar. La cuerda no era lo suficientemente larga. Tenía que acercarme un poco a ellos.

Miré en dirección a las rocas y luego a mi familia. Los sacaría de ahí. Debía hacerlo.

Me coloqué más cerca a la orilla. Agarré la cuerda y la coloqué alrededor de un roca que parecía estar bien hundida en la tierra, haciéndole un nudo. Jalé verificando si podría soportar el peso. Esto tendría que funcionar.

Me saqué las zapatillas y las medias e introduje mis pies dentro del río. El agua helada me hizo estremecer pero trate de controlarme y avanzar con serenidad y calma.

Con cada paso que daba rogaba para no hundirme. La intensidad del río era impresionante; al chocar contra mi cuerpo hacía que me desestabilice; sin embargo, trataba de mantenerme lo suficientemente pesado como para que no me haga caer.

Si eso hacía con mi cuerpo, como sería con el de estos niños. Un movimiento en falso y sería el fin.

—¡CALEB! ¡ESCÚCHAME! —ordené —. ¡NO PUEDO AVANZAR MÁS O SOLTARÉ LA CUERDA Y NO PODREMOS REGRESAR! ¡DEBES LLEGAR HASTA AQUÍ CON ETHAN A SALVO! ¿ENTENDISTE?

Él asintió aún con miedo en sus ojos. Por favor, mantente a salvo, Caleb.

No era mucho el tramo que tenían que recorrer, pero aún así era muy peligroso para ellos dos solos.

Caleb volteó a ver a Ethan y empezaron a intercambiar palabras. Después de unos segundos él se agachó y comenzó a sumergirse poco a poco en el río. Colocó sus manos en la roca para estabilizarse más y le hizo una señal a su primo para que descienda.

Ethan no le respondió y bajó en completo silencio. Entre primos nos conocíamos y sabía que no hablar era su forma de expresar su miedo.

Mi hermano abrazó a Ethan cuando este se sumergió. Él era tan pequeño que sus pies no alcanzaban a tocar el fondo.

—¡CAMINEN LENTO! ¡LO QUE IMPORTA ES QUE SE SUJETEN BIEN! -Ellos tratando de seguir mis indicaciones se tomaron su tiempo para llegar hacia donde yo estaba parado.

Ambos dieron un paso más y se tiraron en mis brazos.

—¡Hermano! ¡Lo logramos hermano! ¡Lo siento! ¡Lo siento mucho! ¡No debí desobedecerte!

—Hablaremos de eso luego. Primero tenemos que llegar a la orilla.

Comprendiendo, hizo silencio y empezamos a caminar de vuelta.

Mientras más nos acercábamos a tierra, para Ethan se le hacía más fácil ya que podía alcanzar el piso.

—Ufff. Ya estamos a salvo.

—Aún no. Sean precavidos. Que el río te llegue a tu pecho no significa que estás fuera de peligro. Falta todavía un cuarto de la cuerda.

—Pero es que esto ya es seguro. ¿Qué cosa podría-?

—¡CALEB, CUIDADO CON ETHAN!

Todo pasó muy rápido. Ethan se hundió de la nada con gran rapidez. No podíamos verle la cara, pero sabíamos que aún estaba a nuestro costado debido a que mi hermano lo tenía sostenido de la mano.

Como instinto, mi mano se dirigió a la suya para ayudarlo.

—¡Venga! ¡Debemos jalar con fuerza!

—¡Eso intento!

—¡Su pie debe haberse atorado en un hueco con un remolino ahí dentro! ¡Deberé sumergirme para sacarlo! ¡Debes prometerme que lo sujetarás!

—¡Está bien! —respondió.

Creyendo en mi hermano, me introduje en el río agarrando como apoyo -para que la corriente no me lleve- el cuerpo de Ethan. Cuando llegué a su rodilla, abrí mis ojos pero la turbulencia del agua me impedía ver.

Opté por jalarle una de sus piernas y este se levantó enseguida. Este no era. Tiré de la otra y esta no cedía. Debía actuar rápido o se ahogaría.

Intenté encontrar su tobillo para quitarle su zapatilla, pero solo llegué tocar su pantorrilla. Al parecer, el remolino lo había hundido más de lo que esperaba. Joder.

Sin rendirme aún, enrolle mis brazos a la altura de su torso y coloqué mis pies en una roca que lucía estable. Acto seguido, jalé de él.

Su cuerpo comenzó a levantarse. Volví a jalar y este volvió a ceder pero esta vez por completo.

Lo solté para no originarle un peso innecesario a mi hermano y me apoyé en la roca misma roca que había usado hace un momento para levantarme.

Respiré profundo cuando llegué a la superficie y limpié mi cara rápidamente. Miré a Caleb, estaba con sus ojos tan abiertos que parecía que se iban a salir de sus órbitas y... estaba solo.

—¿Caleb? ¿Dónde está Ethan?

Él me miró con miedo. —Yo... Yo...

—¡¿Caleb?!

En respuesta el solo alzó su mano señalando a una única dirección. Río abajo.

—¡¡Caleb!! ¡RESPONDE! —grité entrando en un estado de desesperación. No quería creer lo que estaba tratando de decir.

—Lo siento. Yo... no pude... Él pesaba demasiado y yo...

—¡CALEB! ¡¿QUÉ ES LO QUE HAS HECHO?!

—¡Lo siento! ¡Lo siento! ¡LO SIENTOOOO! ¡YO NO QUISE HACERLO! ¡NO FUE MI INTENCIÓN! -Se le veía el terror en toda la cara. Esas palabras que él ni yo nos atrevíamos a decir: Él lo había matado.

 Me acerqué a él lentamente para no asustarlo. Él aún estaba sujetando la cuerda, si lo soltaba no tendríamos forma de regresar ilesos. Cuando llegué con él, lo abracé con fuerza y agarré la cuerda por él.

Caleb, mi pequeño hermano, me rodeó con ambos brazos y se puso a llorar como nunca antes le había visto hacerlo.

De esa forma nos quedamos por varios minutos. Ambos con lágrimas bloqueando nuestra vista y en agonía por la perdida de uno de los nuestros.

Cuando ella decidió irse [COMPLETA-EN EDICIÓN] - 1ER LIBRODonde viven las historias. Descúbrelo ahora