Capítulo 3

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"Ella"

Hace 7 años

—Eduardo, yo sé que es él. ¡Tiene que ser él! ¿Qué otra persona me enviaría un mensaje así?

Eduardo tenía la mirada fija en el suelo, se encontraba inmerso en sus pensamientos. Su mirada estaba llena de rabia, cólera, ira, angustia, impotencia, tristeza y más. Pero más que todo ello, su expresión indicaba confusión y sorpresa.

Realmente ninguno de los dos nos esperábamos esto. Ambos creíamos que ese estúpido ya había pasado página, que ya se había aburrido de mí. Bajamos la guardia y por lo visto fue lo peor que pudimos haber hecho.

Yo solo podía sentir preocupación por lo que iba a venir. Solo me quedaba rogar que no sea él, aunque por lo visto, lo que estoy pidiendo es realmente ingenuo.

—Lo siento —susurró.

Aclara más su voz con un pequeño garraspeo y continua.

—Todo es mi culpa, monga. Lo lamento tanto. ¡Enserio!

Monga

Él siempre me llamaba de esa forma cuando se sentía emocionado o culpable. En este caso era la última razón por la que se refirió a mí con ese sobrenombre.

—No es tu culpa, Edu. No es culpa de nadie.

—¡Claro que sí! Es mi culpa por no haberte protegido como debía. Hace tiempo te hice una promesa y lo siento por no haberla cumplido.

—Eduardo ya te dije que...

—Espera, dejame terminar —me interrumpió sonando molesto e incómodo—. Si no hubiera dejado de contactar a Ian, ese idiota no habría hallado tu ubicación. Pensé que él ya se habría cansado de molestarte así que le dije a Ian que ya no siguiera ocultando tu rastro y que empezarías a vivir normal.

—¿Quién ha dicho que sabe mi ubicación? —dije algo alterada.

—Bueno, es cuestión de días que sepa donde estas si es que no hacemos algo pronto.

Si solo pensar en ese estúpido me pone la piel de gallina no me imagino como será cuando vuelva a verlo de nuevo.

Ese estúpido me enferma.

—Eduardo, no quiero que me encuentre. No solo se trata de mí esta vez o de nosotros. Bruce está conmigo ahora. ¿Qué pasa si le hace daño a Bruce?

—Lo sé, amiga. Eso también me tiene preocupado. Llamaré a Ian.

—¡Pero... No quiero que llames a Ian!

—¿Qué?

—Lo que escuchaste. Él dejó de ser algo mío en el momento en que dejó que ese estúpido me utilizara.

—Pero tú sabes muy bien que sin Ian, no somos nada. ¡Sabes muy bien que lo necesitamos! ¡De otra manera te van a encontrar!

—No necesitamos a Ian —dije con seriedad.

—No seas así, por favor. No me vengas con tonterías del pasado.

—Ian me lo presentó hace años y estoy casi segura que aún tiene contacto con él. Si Ian nos ayuda lo meteremos en grandes problemas.

—Escúchame. Si no tenemos a Ian de nuestro lado, no podremos lograrlo. Tú más que nadie sabes que sabe bien como hacernos invisible.

—No lo quiero en nuestro plan.

—¡Lo que estás haciendo es suicidio! ¡Tu vida está en juego y lo único que te importa es salvarnos a todos menos a ti!

—Conozco a Ian desde que era un bebé. Tengo miedo de lo que le llegara a pasar si él nos ayuda.

—¿Y yo no te importo? —preguntó Eduardo con tono herido.

—¡Claro que sí! Pero él no te conoce a ti como conoce a Eduardo. Por eso será mejor si trabajamos los dos juntos y si veo que él sospecha, por lo menos habré ganado tiempo, nos separaremos y seguiré sola con el plan.

—Escúchame. Tenemos que poner todas nuestras cartas al fuego para poder salir de esta.

Me levanto del sofá y le digo mi decisión a todo esto.

—Bueno, entonces no haremos nada.

Volteo para irme y cuando estoy a punto de abrir la puerta, él pone su mano sobre la mía.

—No. No te irás de aquí hasta que te convenza.

Suelto la perilla y me giro para mirarlo.

—No hay nada de que hablar entonces.

—Por favor, sé realista por una vez. Olvídate de tu resentimiento con Ian por habertelo presentado y lucha por ti —dijo prácticamente rogándome.

—No puedo. Y de verdad esperaba que me entendieras. Eres mi mejor amigo y esperaba que me ayudes —dije con un tono sarcástico.

Le di un pequeño empujón apartandolo y tomándolo por sorpresa. Abrí la puerta rápidamente y antes de que Eduardo decida no dejarme ir, me voltée una última vez para verlo. —Si le dices a Ian algo de esto, prometo desaparecer para siempre.

Aproveché ese momento para irme. Él maldijo en respuesta algo que no llegué a escuchar con claridad.

Al parecer, tendría que hacer todo sola desde ahora.

Cuando ella decidió irse [COMPLETA-EN EDICIÓN] - 1ER LIBRODonde viven las historias. Descúbrelo ahora