Ian
— Ian...
— ¿Dime, linda?
— ¿Qué es lo que te detiene?
— ¿A qué te refieres? —pregunté en tono indignado.
— No te hagas el tonto. ¡Llevo arreglándote más de doscientas citas a ciegas! ¿Cómo es posible que ninguna de esas chicas que encontré para ti te haya llamado después?
— De seguro buscaban algo diferente...
— ¡No me hagas enojar! ¿Acaso no te das cuenta de que debes superar a Emma?
Me quedé tieso ante su comentario. Emma. — No le eches la culpa a ella. Ni siquiera la conoces —le reproché. — Agradezco todo lo que haces por mí, Vee. Enserio lo hago, pero por favor... deja de arreglarme más citas a ciegas. Estoy algo harto de esas cosas.
— ¿Por qué no quieres aceptar que sigues atrapado en el pasado? ¿Por qué no puedes superarla de una buena vez?
— ¡Ya la superé! ¡Ya deja de traer su nombre a mi mente cada 30 segundos!
— Si ya la superaste... ¿por qué te enojas? —dijo con una expresión de superioridad.
— Cállate, Vee.
*****
Eran las 4 am. No podía dormir, no quería comer y no deseaba saber nada de lo que ocurría a mi alrededor.
Vee me había hecho enojar hace tan solo unas horas y eso me hacía incomodar aún más.
¿Por qué las mujeres siempre buscan echarle la culpa a otras de su mismo sexo? Vee no dejaba de mencionar a Emma cada vez que mis citas a ciegas no pasaban el primer día porque ella tiene en su cabeza que nunca pude superar a mi primer amor. Lo cual es completamente...
F-A-L-S-O.
Puede ser que en un principio estuve templado de Emma. O bueno... A decir verdad... Casi toda mi vida. Sin embargo, ahora ella está casada y se supone que debo apoyarla en ello ya que fue su libre decisión estar y quedarse con Bruce.
Al recibir la invitación a la boda que Bruce me había enviado dos semanas antes de esta, comprendí que no había marcha atrás. Era mi turno de rehacer mi vida.
Salí a múltiples citas a ciegas en busca de una mujer que me hiciera mucho más feliz que Emma. Fue en mi décima cuarta cita donde comencé a rendirme. Ninguna chica superaba mis expectativas. Nadie era tan verdadera como lo era Emma.
Aquel día, por la noche, me dirigí a la playa en búsqueda de respuestas. Quería sentarme en la orilla y pensar con la ayuda del ruido relajante del mar.
Cuando llegué, me di con la grata sorpresa de que no era el único que había escogido ese día para meditar sobre la vida. Una mujer estaba sentada en la orilla y su mirada se dirigía al cielo, el cual estaba completamente oscuro.
Al principio solo la vi indiferentemente; sin embargo, al ir acercándome, su rostro se hacía más visible hasta que pude visualizar sus ojos. Ellos reflejaban tristeza y cansancio, lo cual hizo que me viera a mí mismo en ella.
Sin dudarlo dos veces, me acerqué y me senté a su costado izquierdo. Ella dio un pequeño salto, la había sorprendido. Yo fingí no haberla visto.
— Emmm... Disculpa... Yo estaba aquí primero.
— Lo sé. —respondí con tono indiferente mientras miraba al lado opuesto de ella.
— ¿Podrías irte por favor? No sé quién eres y además quiero estar sola.
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Cuando ella decidió irse [COMPLETA-EN EDICIÓN] - 1ER LIBRO
Teen FictionBruce fue un iluso al creer que ambos iban a estar juntos para siempre. Cuando él creía que todo estaba perdido, la vida sintió piedad y le dio la oportunidad de conocer a la persona que por primera vez lo haría feliz. Este mundo es real y aqu...