Capítulo 11

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Bruce

Hace 6 años

No hagas ruido. No hagas ruido. No hagas ruido.

Mis ojos cerrados estaban apretados, mis manos sudaban y mis pies se sentían más resbaladizos que antes. Un paso en falso y era hombre muerto.

Estaba estático, eso era bueno. Pero los nervios pronto provocarían su típica consecuencia: la torpeza. Sólo tenía que aguantar unos minutos más y luego, él se iría.

No soy un genio ni nada por el estilo. Pero por la forma en la que todos actuaron al escuchar el sonido del celular proveniente de la puerta, mis conclusiones deben ser correctas. Esa persona, quien quiera que sea, no era un invitado.

No había forma de estar seguro, pero apostaba mi vida a que era quien estaba detrás del número desconocido.

Un celular empezó a sonar. Era el mismo tono que el de hace un momento.

—Aj. ¡No saben hacer nada bien! —Al parecer la voz provenía de la puerta del ducto del 5to piso. Las paredes del ducto eran tan angostas que generaba un tipo de altavoz. Y como sospechaba, esa persona era un hombre—. ¿Alo? Sí, dime. Que hables he dicho. ¡Claro que me estas interrumpiendo! Más vale que sea algo importante. ¿Qué? ¿Encontraste un auto estacionado? Okay. Voy para allá. No te despegues de ahí. Ella tendrá que volver por ese auto si al final es suyo. ¿Qué? No. No me sirvió de nada este lugar. Sé que han estado aquí pero... —las siguientes palabras fueron irreconocibles. El hombre se había ido.

Respiré profundamente y esperé 3 minutos contados para finalmente abrir la rejilla y salir del lugar.

Tatiana había dicho que este escape nos llevaría al segundo piso del condominio.

Me encontraba parado en una especie de escalera externa hecha de cemento pegada al edificio. Al frente de esta, estaba otro condominio por lo cual no se podía observar la calle.

—¿Bruce? ¡Bruce! ¡Te prometo que me las pagarás! —habló mi novia en una especie de susurro lo suficientemente alto como para que yo la escuchara. Su tono de voz era molesto. Provenía de algún lugar abajo mío, aunque no lograba verla por ningún lado.

—¿Amor? —empecé a bajar las escaleras buscándola con la mirada. —¿Dónde estas? —susurré.

—Este debe ser un sueño. Debes estar bromeando —la voz sonaba más cerca.

—¿Pero qué? —Antes de que pueda decir más, vi una figura moverse dentro de lo que parecía ser un contenedor. Me acerqué un poco más—. Oh.

—¿Oh? ¿Todo lo que dirás será "Oh"? ¡Eres estupendo!

Esa figura en el contenedor era mi novia. Y ese contenedor no era uno cualquiera. No. Era uno de basura.

—¿Y ahora que haré? No podré ni entrar al carro como estoy o terminará apestando.

—No podemos regresar al carro —dije en tono bajo.

—¿Por qué no?

—El número desconocido estará ahí esperándote.

—¿Qué? ¿Estas diciendo que... tendré que ir a casa en bus oliendo así? ¿Estás de broma?

—Sh. Todavía siguien cerca.

Achicó sus ojos con molestia.

—Lo siento. Te lo compensaré —dije sintiéndome culpable. Si tan sólo el contenedor hubiera tenido almohadas.

Cuando ella decidió irse [COMPLETA-EN EDICIÓN] - 1ER LIBRODonde viven las historias. Descúbrelo ahora