Capítulo 22

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Bruce

Hace 6 años

Al regresar de nuestra luna de miel, mi prometida y yo nos dejamos de ver por un tiempo. Según ella era lo mejor para evitar que Jhon sepa más de mí.

Yo no quería dejarla sola, no con todos los problemas que tenía; ella estaba sufriendo y mucho. Por ello, decidí seguirla a todas partes sin que ella lo notara.

Con ayuda de sus amigos, logré ponerle un GPS en su celular y cada vez que este me indicaba que ella salía, yo la seguía.
Sé que eso puede sonar algo exagerado, pero tenía razones para tomar esas medidas.

En las primeras dos semanas todo estaba bien. Nada parecía fuera de lugar, así que me dije que estaba sobreactuando, que tal vez no la encontrarían y que debía calmarme pues ella salía solamente al trabajo a dejar papeles, a tiendas de comida o a ver ropa y siempre regresaba a casa en menos de una hora.

Un día ella fue a un supermercado algo grande. Yo había entrado detrás de ella y sin que se percate de que estaba cerca, me escondí al costado de algunos estantes de comida. Ese día me había prometido que si no sucedía nada fuera de lo común, dejaría de estar tan paranoico y no la seguiría más; fue ahí cuando me di cuenta que un hombre con gorra, polera, pantalón y zapatillas negras estaba igual de escondido que yo, observándola.

Traté de sobreactuar y comprar algunas cosas para que ese hombre no se diera cuenta de que en realidad yo estaba ahí cuidando de ella.

Los siguientes días me mantuve siguiéndola y las veces que me topé con ese hombre eran muy constantes. Me empecé a preocupar demasiado, hasta tal punto que lo único que quería era dejar inconsciente a ese chico, atarlo a una silla e interrogarlo. Pero tenía que ser más fuerte que eso, primero debía consultar con sus amigos de mi prometida. Si yo realizaba un paso en falso, todo nuestro esfuerzo de pasar desapercibidos se iría por la borda.

Fue un viernes por la tarde -un mes después de los constantes acosos por parte de ese hombre misterioso- cuando decidí organizar una reunión con Ian, para hablar de posibles soluciones. Le había dicho que iría a encontrarlo después de asegurarme que mi novia llegara a su casa sana y salva. Tal vez se pregunten: ¿por qué esperé tanto tiempo? Lo hice porque no lograba contactar con sus amigos; por alguna extraña razón los celulares de todos ellos estaban fuera de servicio. Debí haber previsto que algo andaba mal.

Aquel día, mi prometida se dirigió a una cafetería poco concurrida ubicada en la esquina de una calle. El lugar estaba muy bien situado como para observarlo perfectamente a distancia debido a que los clientes tenían vista al exterior y eso permitía que también se pueda observar el interior.

Frente a aquel lugar, había un restaurante de comida italiana desde donde podía observarla sin ser visto. Entré y ordené unos aperitivos para perder el tiempo, esperando a que ella se retire a su casa sin problema alguno.

Yo no me había quedado de brazos cruzados. En la mayoría de las veces que el hombre misterioso había aparecido, logré tomarle fotos. En la noche finalmente le preguntaría a Ian si era Jhon o alguien más.

Pasó media hora cuando el chico apareció, llevando las mismas prendas que las otras veces. Él se posicionó afuera del restaurante y fingió ver la carta que estaba publicado en un panel afuera de la puerta de la cafetería. Luego metió sus manos en los bolsillos de su polera y se volteó a mirar en dirección al restaurante en el que me ubicaba.

Sacó su mano izquierda de su bolsillo y logré observar algo plateado con una especie de brillo por la luz del sol. Luego tendió su mano apuntando hacia mí; fue ahí cuando le vi sentido a su gesto. Lo que llevaba aquel hombre en su mano no era un objeto brillante; era una pistola.

Me paré de mi asiento algo sobresaltado, pero mi vista seguía en el chico. Estábamos en lados opuestos de la calle separados por una pista de doble vía ancha; era imposible que me disparara con un arma tan pequeña a tal distancia.

Él rió y luego volvió su vista a la cafetería. Se paró afuera del vidrio donde estaba ubicada mi prometida con la pistola aún en mano.

¡Ese era su plan! ¡Le va a disparar! ¡Ese mal nacido le disparará!

Pude ver como su brazo se levantaba apuntándole a ella con el arma. No lo pensé dos veces y salí del restaurante corriendo en su dirección. Lo único que pensaba en ese momento era que tenía que detenerlo, no importaba el cómo, simplemente tenía que hacerlo.
Ese fue mi gran error; actuar por impulso.

Sin darme cuenta, me encontraba cruzando la pista a toda velocidad y antes de que pueda reaccionar y esquivar, un auto me impactó por mi costado derecho. Mi cuerpo salió disparado por el aire y en lo único que pensaba era: no lo logré, no logré salvarla.

Por último, mi cuerpo cayó al suelo rasposo con una enorme fuerza que me quitó el aire de los pulmones. Traté de tomar aire y aferrarme a la realidad, a mantenerme despierto. Pero el dolor fue mayor y vi como la oscuridad me tragaba por completo.

*Marcador*
Jhon: 1
Bruce: 0

****

"Ella"

Estaba en una cafetería cuando el accidente sucedió. Tatiana había contactado conmigo después de desaparecer por semanas; me envió un mensaje hace dos días diciendo que quería reunirse conmigo el día de hoy en este lugar.

La llevaba esperando ya más de media hora y empezaba a preocuparme por lo que me mantenía enviándole mensajes cada cierto tiempo.

De la nada, la poca gente a mi alrededor empezó a pararse de sus asientos y algunos hasta producían gritos ahogados. Con extrañeza, observe a cada uno de ellos y observé que sus mirada iban al ventanal de la pared que daba al exterior. Me volteé a ver que pasaba y mi mundo cayó.

Bruce estaba afuera y un carro lo impactaba con fuerza.

—¡¡¡¡BRUUUUUUUCE!!!! -Mi cuerpo dolía, mi pecho ardía; como si yo fuera la accidentada. Esto no puede estar pasando.

Por instinto corrí y salí de la cafetería. Autos empezaban a estacionarse para ver el accidente. Me dirigí rápidamente donde Bruce estaba, tendido en el suelo y sangrando. Mientras tanto pude ver por el lateral de mi ojo como la persona que lo había atropellado se fugaba en su carro.

—¡LLAMEN A UNA AMBULANCIA!— grité con todas mis fuerzas. —Por favor, sálvenlo —dije entre lágrimas.

Observé su rostro ensangrentado, el impacto había causado que algunas partes de este se abrieran. Sus ojos estaban abiertos. ¿Qué hago? ¿Qué puedo hacer?

—¿Bruce? ¿Bruce, estás ahí? —hablé.

Sus ojos se empezaron a mover para todos lados, como si me buscara.

—Estoy aquí, amor -Me acerqué más a él. —No intentes mover tu cabeza, la ambulancia llegará pronto.

Toqué sus manos. -¿Puedes mover tus dedos?

No hubo respuesta de su parte. Lo cual hizo que me preocupe por la gravedad del daño que habría causado el accidente. Sin embargo, sus ojos no dejaban de moverse.

—Amor, ¿me puedes ver?

Él seguía moviendo sus ojos como buscándome. Joder. No puede ver. No puede ver en absoluto.

—Cariño, resiste un poco más. -Tomé su mano. Bruce empezó a toser desesperadamente ocasionando que sangre le brote por la boca. —Quédate conmigo. Por favor, no me dejes —mi voz se ahogaba con el nudo que tenía en la garganta.

Bruce cerró sus ojos poco a poco y yo no podía ayudarlo; no tenía el conocimiento necesario. En ese momento me arrepentí de no haber seguido mis sueños de ser doctora. Aquel día fue el peor día de mi vida.

Cuando ella decidió irse [COMPLETA-EN EDICIÓN] - 1ER LIBRODonde viven las historias. Descúbrelo ahora