Capítulo 54

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Bruce

—¿Vanessa? ¿Linda? Sé que estás escuchándome. ¿Te sientes mejor? Si es así por lo menos intenta mover tus ojos con los párpados aún cerrados.

Hizo lo que le pedí, sí se sentía mejor.

—Este nuevo medicamento te hará sentir mejor, como verás te hace sentir débil pero es cuestión de que descanses un poco y estarás como nueva.

Parecía estar dormida en su cama, como si nada hubiera pasado hace unos minutos. Su expresión era relajada y su cabello lo llevaba en una trenza.

Su agente de adopción me había dicho con anterioridad que habían medicamentos que ella debía haber tomado desde pequeña para mejorar su situación; sin embargo, el estado nunca pudo pagar por ellos debido a lo costosos que eran. Mi situación económica no era la mejor, pero tenía lo suficiente y más el seguro, pagar por ellos era el menor de mis problemas.

—Estaré a tu lado en todo lo que resta del día. No te dejaré si estás en esta situación.

Pasé mi mano por su cabello, el cual era muy lacio y negro. Usualmente no la tocaba, temía que le haga recordar cosas que la perturbaban o que la intimidara pero este gesto mío lo hacía con total sinceridad.

Le brindaré una mejor vida.

—Con respecto al tema de tu hermana... el que no esté aquí con nosotros aún, no es tu culpa en lo absoluto. Para serte sincero contigo... es mi culpa. Yo hice cosas malas que ocasionaron que se alejara —dije recordando las cosas que le grité a su madre—. Estoy que arreglo todo y cuando ella me perdone, vendrá a conocerte. Verás que enseguida te querrá, al igual que yo.

La puerta del cuarto sonó, alguien estaba tocando.

—Pase.

—Disculpe que lo moleste, señor. Dos personas han venido a verlo y dicen que es urgente.

Son ellas. Me levanté enseguida.

—Dime, ¿dónde están?

—Aún afuera, señor. Están esperando una respuesta.

—Yo iré. Por favor, cuida de Vanessa.

Él asintió. —Hija, vendré en un momento, ¿sí? Es importante que vaya si es que quiero traer a tu hermana más pronto. -Le di un beso en la frente, salí y bajé las escaleras corriendo.

Abrí la puerta principal. —Vinieron —dije emocionado. Para mi mala suerte no eran ellas las que estaban paradas afuera.

—¿A quienes estabas esperando? —dijo Tatiana con un ademán de superioridad—. Te acabamos de atrapar en el acto.

—Discúlpanos por venir sin avisar. ¿Estamos estorbando?

—Ian. Tatiana. ¿Qué hacen aquí?

—Se dice hola, Bruce.

Sacudí mi cabeza. —Disculpen, me agarraron de sorpresa. Y no. Por supuesto que no estorban. ¿Quieren pasar?

—Gracias —respondió Tatiana y entró a la casa con Ian siguiéndola. Ambos se sentaron en los sillones de la sala y yo me senté en el otro que había.

—Y bien... ¿dónde está mi hermosa sobrina?

Todo comenzó a tener sentido. Por eso habían venido.

—Le he traído algo de ropa. Espero que esto le ayude a hacer vida social en la escuela; ya sabes, tu elección de ropa para mujeres no es la mejor que digamos.

Cuando ella decidió irse [COMPLETA-EN EDICIÓN] - 1ER LIBRODonde viven las historias. Descúbrelo ahora