Capítulo 23

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"Ella"  

Hace 6 años

La ambulancia llegó cuando Bruce ya estaba totalmente inconsciente. Con cuidado les expliqué lo sucedido, ellos procedieron a colocarle a mi prometido un collarín y luego nos trasladaron al hospital.

Todo el tiempo que estuvimos en la ambulancia, los enfermeros trataban de evitar que Bruce deje de respirar. Al parecer tenía una hemorragia interna muy grave en la parte del estómago y en el cerebro. Eso explicaría por qué parecía que no podía verme; la cantidad de sangre estaba bloqueando el nervio ocular.

Cuando llegamos al hospital lo dirigieron a la sala de emergencia; realizarían una cirugía de emergencia. No podía pasar con él, sólo me quedaba esperar a escuchar buenas noticias y aferrarme a la posibilidad de que Bruce estaría bien.

Tres horas más tarde salió el doctor cirujano y se acercó a mí. La cirugía había sido un éxito; ahora sólo faltaba ver si el paciente quería levantarse o no.

****

Los siguientes días, estuve al lado de Bruce. Según el doctor sus signos vitales estaban mejorando; sin embargo, después de tres días aún no despertaba.

Durante esos días, no dejaba el hospital, no dormía mucho y con la justas comía. Me la pasaba preguntando a los enfermeros si era normal que el paciente aún no esté consciente. Sus respuestas eran diversas, pero en teoría, mi prometido había sufrido un accidente fatal; por lo cual recuperarse -por más que la cirugía fuera un éxito- llevaría algo de tiempo y esfuerzo.
No sólo sus órganos fueron dañados, sino también tenía costillas rotas que habían sido las que ocasionaron mayor parte del daño interno.

—Bruce— susurré.— Tienes que salir de esta.

Había pasado cinco días desde el accidente. Después de haber estado en cuidados intensivos, finalmente lo habían trasladado a un cuarto.

Tomé la mano de Bruce que yacía en la cama ortopédica del hospital. -Debes recuperarte. Tenemos que regresar a casa.- le hablaba.

—¿Sabes algo? Estos días sin ti están siendo un infierno. Mi pecho se siente extraño y siento como pequeñas náuseas. Tienes que volver para que pueda estar más calmada. -Suspiré. —Con sólo abrir los ojos me volverías la mujer más feliz del mundo.

De pronto mi cabeza empezó a doler. Coloqué mis manos en mi frente y mis ojos se sintieron más pesados de lo normal.

He debido verme fatal, tanto así que una enfermera se me acercó y me preguntó sí estaba bien.

Asentí. —Creo que tengo migraña —respondí.

—Señorita, ¿ha estado durmiendo bien? Luce extremadamente cansada.

—Debe ser la tensión. Sólo quiero que mi novio despierte —dije agotada.

—¿Está segura que se siente bien? Parece que se va a desmayar.

—No lo sé. Debe ser todo el estrés. Iré a lavarme la cara, con permiso —le sonreí para no preocuparla más y me levanté del sillón.

Al pararme, fue como si el mundo hubiera dado muchas vueltas ocasionando que me caiga.

—¡Señorita! —gritó la enfermera.

Aparecieron puntos ciegos en mi visión hasta que por último me desmayé.

****

—¿Señorita, puede escucharme? —dice una mujer. Abro mis ojos soñolientos tratando de identificar la voz de esa persona.

Cuando ella decidió irse [COMPLETA-EN EDICIÓN] - 1ER LIBRODonde viven las historias. Descúbrelo ahora